Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



viernes, 9 de septiembre de 2016

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "Lo que esconde tu nombre" de Clara Sánchez

El mal no sabe que es el mal hasta que alguien no le arranca la máscara del bien”



Solo una amena novela de verano. Solo. “Lo que esconde tu nombre” (Destino, 2016) de Clara Sánchez. No es que la leyera atraído por otra obra suya, “El cielo ha vuelto”, premio Planeta en 2013, de igual efecto tibio, sino por una secuela que acaba de publicarse, “Cuando llega la luz”, y de la que aún no sé si leeré. Una novela de la que no me explico su reclamo editorial: “Un subyugante relato de terror sin efectos sobrenaturales, y es también, y ante todo, una absorbente novela sobre la memoria y la redención de la culpa”, ni tampoco al hecho de que fuera Premio Nadal en 2010, Mandarache en 2013. Solo una novela de 448 páginas que, de verdad, no se hace larga; ideal para entretenernos, desperezarnos del tedio, del sopor del verano con su historia entretenida y escrita con una prosa funcional y correcta. Solo.

 “Sandra ha decidido retirarse a un pueblo de la costa levantina: ha dejado el trabajo y, embarazada, pasa los días intentando aplazar la decisión de qué hacer con su vida. En la playa conoce a un matrimonio de octogenarios noruegos que parecen la solución a los problemas de Sandra.

Julián, un anciano que acaba de llegar de Argentina, superviviente del campo de exterminio de Mauthausen, sigue paso a paso las idas y venidas de los noruegos. Un día Julián aborda a Sandra y le revela detalles de un pasado que a Sandra sólo le suenan por alguna película o algún documental: horrores en blanco y negro que no tienen nada que ver con ella. Aunque el relato de Julián le parece a Sandra descabellado, empezará a mirar de una forma nueva a los amigos, las palabras y los silencios de la pareja de ancianos, sin darse cuenta de que el fin de su inocencia está poniendo su vida en peligro.”

Será por los tópicos, algunos y manoseados en obras, en películas anteriores y posteriores, y a los que no se le da mayor alcance por surgir de un hecho real: la existencia de antiguos nazis en la costa del Levante español y la persistencia de su macabro ideario. Será que partiendo de un inicio sugerente, interesante, el nudo y final son decepcionantes. Pero sin duda alguna será por la escasa credibilidad asomada a concretos matices descriptivos y actuaciones de sus personajes, de ellos incluso, incoherentes y poco creíbles las pinceladas que esbozan su personalidad, o su voluntad, y de ciertas escenas o planteamientos de la trama, de ciertas cacofonías molestas, y disfuncionalidades argumentales, lo que hace desmerecer el éxito que se le supuso y tuvo. Vale.

No reparamos en lo más evidente, y el secreto del mundo, la revelación, seguramente está en lo más evidente, en los granos de arena dorados por el sol”

La novela está estructura en una yuxtaposición narrativa a través de sus personajes principales, Julián y Sandra, dos líneas argumentales que no es que en un momento confluyan, no, sino que se mantiene fiel a mostrar los acontecimientos desde dos puntos de vista distintos y que provoca, en concretas partes, una reiteración cansina. Por otro lado, hay que reconocer que la autora consigue diferenciar con maestría el relato del anciano del de la joven. Julián, un superviviente del exterminio nazi en el campo de concentración de Mauthausen, consagra después toda su vida a perseguir nazis para que se haga justicia y sus crímenes no queden impunes; un hombre serio, responsable, experimentado, y eso se nota en su aparte. Y Sandra, la chica joven desorientada, irresponsable, encima embarazada, en un contexto de no saber qué de su vida ni cual será esta: “A veces tenían razón cuando me decían que era un desastre. Me lo decían todos los que tenían alguna confianza conmigo. Si no me lo decían antes, me lo decían después, eres un desastre. Y si te lo dice todo el mundo toda su vida, por algo será.”. Personaje bien perfilado, también, en su papel de narradora y a la que se le perdona, preñada como está, que ponga en serio peligro a su hijo, o de enamorarse del primero que aparezca.

El hecho de que también los monstruos pudiesen sentir amor era algo muy desconcertante, porque si sabían lo que era el amor también tendrían que saber lo que era el sufrimiento”

Una novela entretenida, fácil de leer pues no requiere de esfuerzos comprensivos y narrativos para situarnos en su historia y seguirla con interés. Solo.


Las historias no terminan hasta que no se acaba con ellas, hasta que no se les da la puntilla con la cabeza o con el corazón”

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