Por una vez… dejó de interesarme la ciencia de la nieve, convencido por
un dicho sin tiempo de Anthony Doerr. Limitarme a mirar en derredor e incluso
más allá de mis sentidos. La luz, la forma en que absorbía el sonido. La
textura húmeda de esas fantasías de invierno. La manera en que la nevada, o su expectativa,
tapizaba la opacidad de lo ordinario, el sueño de un recuerdo velado;
haciéndome sentir cómo ante su presencia blanca y fría encontraba la redención,
ser perdonado, más cuanto más caía, cuanto más existía mi asombro en las tramas
de su efímera permanencia, su abrigo y perdón por esconderme durante tanto
tiempo, una eternidad, de la posibilidad del prodigio. INVIERNO 5. Alameda
Barrio San Francisco. Murallas y Puertas de Carlos V y Almocábar. Ronda.
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