“Por mucho que hoy las ciencias
adelanten que es una barbaridad, lo que han conseguido alargarnos es la vejez,
no la vida.”
Me lo he pasado muy bien
leyendo “Hasta aquí hemos llegado”, (Siruela, 2021), la magistral tragicomedia,
inspirada en el Decamerón de Boccaccio, con la que el malagueño Antonio Fontana
ha logrado el Premio de Novela Café Gijón 2020. Novela coral que pergeña, con un
sutil humor negro, una ácida crítica de nuestros tiempos, especialmente
cargando las tintas en la ancianidad: su situación, su abandono, su soledad, su
digresión, su nostalgia, su tiempo sin tiempo, su existencia sin existencia en las
residencias de ancianos; … y subrayando el irremisible mensaje que, con
distancia o no, de la muerte no nos libra nadie. En un escenario, la “Residencia
de Señoritas Peña Hincada”, situada en un lugar agreste de la serranía de Ronda,
“Qué horror, la vida aquí arriba, más allá de Encinas Borrachas; más allá de
Atajate y Benadalid, con su cementerio dentro del castillo; más allá del fin
del mundo”, en la que sus personajes, la “Socorro”, la “Millones”, la
“Académica”, y otros apodos para otras ancianas …, dan un testimonio
reconocible y empático acaso sobre la falta de vida en la vejez. Antonio
Fontana despliega una prosa bien currada, particular, muy dialogada, con giros ágiles
y sagaces en la trama o en las tramas; en una propuesta arriesgada,
irreverente, consumada con éxito.
Sinopsis:
“Vestida con una bata
blanca y con un fonendoscopio colgado del cuello, la muerte recorre cada noche
las habitaciones de la Residencia de Mayores Peña Hincada para auscultar a las
internas, tomarles el pulso y decidir a quién le tocará hoy y a quién mañana.
¿A la Socorro, a la Millones, a la Académica? ¿A la Ciempiés, a la Enterradora,
al Alma en pena? ¿O quizá a la Aparición? No hay grandes distracciones en el
centro, las ancianas casi no reciben visitas y el tiempo que les queda se les
va en rumiar sus obsesiones, sus secretos, las vidas reales o imaginarias que
dejaron atrás.
En Hasta aquí hemos
llegado Antonio Fontana ha compuesto una suerte de moderno Decamerón sobre la
vejez, su falta de pudor, su incorrección y, sobre todo, su humor negro. Una
visión tan sutil como insólita y divertida de la ancianidad a través de un
conjunto de voces perfectamente caracterizadas que rompen con los estereotipos
y dan una perspectiva compleja, dinámica y tragicómica de la última etapa
vital.”
Divertida, fresca,
insólita. Recomendable.
“Aquella noche me di cuenta de que hay
algo muchísimo peor que vislumbrar el futuro: la maldición de conocer el
pasado.”
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