“Nos obligaron a tomar partido incluso
a los que no lo teníamos. Nos obligaron a elegir, aunque tampoco nos
entusiasmaran los otros. Enfrentaron amigos y hasta hermanos, cuando la mayor
parte sólo aspirábamos a orden, paz y trabajo.”
“Línea de fuego”
(Alfaguara, 2020), Premio de la Crítica, de Arturo Pérez-Reverte, más
que una novela bélica, una novela de guerra, es una novela de hombres y mujeres
en guerra, de compatriotas, de españoles contra españoles en un episodio terrible
de guerra civil. Un argumento coral hilvanado con puntadas ciertamente
testosterónicas y fogosas, impactantes y sobrecogedoras, tan distintivas del escritor;
pero que transmiten un sincero testimonio de absurdidad y horror del
fratricidio, donde muchos, la mayoría, luchaban a muerte más por inercia, por mandato,
que por ideología y menos sentimiento.
“-Deja que te diga algo, camarada
comisario. Nuestros hombres son mejores soldados que hace dos años, pero odian
menos que hace dos años. Ya no es una guerra de exterminio de fascistas, sino
una guerra donde le ven la cara al enemigo; donde a veces descubren que es del
mismo pueblo que ellos y compraba tabaco en el mismo estanco… Eso cambia las
cosas, ¿comprendes?”
No puede desdeñarse con
tanto alarde y derroche descriptivo, riguroso, machacón, incluso de didáctica
obstinación, lo cual contribuye a incrementar innecesariamente la extensión del
relato, que en buenos tramos del mismo se termine perdido y aburrido, en una vertiginosa
trama que por momentos se hace plana por reiterada: ráfagas, tiros, ¡ra-ta-ta-ta!,
¡fiu-fiu!, morteros, granadas, ¡pum!, humo, pólvora, sangre, desgarros,
mutilación, tensión, miedo,… resignación heroica, valor primario,… que si los republicanos
toman y defienden el pitón lola o de levante, o el pepa de poniente, que si lo
ganan y lo pierden los nacionales, defienden o acosan los republicanos; … las
casas del pueblo, en ruinas, el cementerio, trincheras, casa a casa, el paso
por el río, el Ebro, la aviación, la línea del hilo de comunicaciones… Olores, heridas,
nostalgias, muerte, nervios, gustos, tactos y horribles visiones en la misma línea
de fuego. Más, más, más… Un hiperrealismo al que solo alcanza Pérez-Reverte, de
acuerdo, con dosis y sostenidos de acelerada acción, muy visual, muy probada,
magistral. Extraordinariamente meritorio en el narrador de haber salido indemne
a todo esto, y con una equidistancia a prueba de balas y acaso reverdeceres
políticos actuales de aquel goyesco duelo a garrotazos…
“Ahora es otra cosa. Mato los hechos,
no a las personas… (…) Ahí está el punto…
Cuanto más firmes son las ideas de los hombres, más dura es la batalla.”
De la página del
autor:
“En la noche del 24 al
25 de julio de 1938, durante la batalla del Ebro, 2.890 hombres y 14 mujeres de
la XI Brigada Mixta del ejército de la República cruzan el río para establecer
la cabeza de puente de Castellets del Segre, donde combatirán durante diez días.
Sin embargo, ni Castellets, ni la XI Brigada, ni las tropas que se le enfrentan
en Línea de fuego existieron nunca. Las unidades militares, los lugares y los
personajes que en esta novela aparecen son ficticios, aunque no lo sean los
hechos ni los nombres reales en que se inspiran. Fue exactamente así como
padres, abuelos y familiares de numerosos españoles de hoy combatieron en ambos
bandos durante aquellos días y aquellos trágicos años.
La batalla del Ebro
fue la más dura y sangrienta de cuantas se han librado en nuestro suelo, y
sobre ella hay abundante documentación, partes de guerra y testimonios
personales. Con todo eso, combinando rigor e invención, el autor más leído de
la literatura española actual ha construido, no ya una novela sobre la Guerra
Civil, sino una formidable novela de hombres y mujeres en cualquier guerra: un
relato ecuánime y fascinante donde se recupera la memoria de nuestros padres y
abuelos, que es también nuestra propia historia.
Con Línea de fuego,
Arturo Pérez-Reverte sitúa con sobrecogedor realismo al lector entre quienes,
voluntarios o a la fuerza, estuvieron no en la retaguardia, sino peleando en
ambos bandos en los frentes de batalla. En España se han escrito muchas y
excelentes novelas sobre esa contienda desde distintas posiciones ideológicas,
pero ninguna como ésta. Nunca antes la Guerra Civil se había contado así.
«Cubrí varias de ellas
como reportero, y hay un momento en que descubres que una guerra civil no es la
lucha del bien contra el mal... Sólo el horror enfrentado a otro horror.»
Arturo Pérez-Reverte”
“-Hay un momento complicado, cuando
descubres que una guerra civil no es, como crees al principio, la lucha del
bien contra el mal… Sólo el horror enfrentado a otro horror.”
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