A las 8 de la mañana de un día como hoy, no tan revoltoso en las alturas, llegó al mundo la pequeña (de edad) de mi hogar. Y de no ser porque físicamente con su hermana son dos gotas de agua, hubiera sospechado de esta reguetona, ticktoker, muy de gusto 'cani', perezosa para el estudio y animosa en las salidas, sin responsabilidades y cariñosa.
Hoy estas palabras de felicitación son diferentes a otras y anteriores, normal, pero más flagrantes, más mías en cuanto a desahogo y reafirmación y en el hecho o voluntad por reconducirlas; por mi sorpresa y dudas, incluso temor, que navegan por sus tintas o almas líquidas, con una nostalgia por traer de vuelta esos días de niña, con su fulgor en los ojos y su sonrisa en el rostro cuando saludaba a su padre. Los tiempos. La naturaleza. La adolescencia.
Porque Ángela ha marcado ya la frontera, con decisión, el paso de la infancia a la mujer que ya es, tan bella y generosa, con un vuelo que comienza a ser propio. Ángela ha encontrado su primer amor. Un amor ajeno a nosotros por alguien que ha llegado de fuera. Un amor del que creo, ya sé que erróneamente, me ha restado del suyo. De ahí mi incertidumbre, estupor, un miedo de pérdida, puesto que no sé como seguir protegiéndola, librarla de todo sufrimiento. Sí, ley de vida; sí, natural esa tormenta hormonal y necesaria para forjar su identidad, autoestima, madurez psicológica, y su mirada a la vida con confianza en sí misma y en el manejo de sus contrariedades. Sí, "El primer amor, -escribió Elizabeth Bowen- con su frenética imaginación arrogante, desplaza su objeto de la vida cotidiana, sobre la rutina de la vida, habiéndole ver todas las miradas, los silencios, los gestos, las actitudes, una frase ardiente sin contexto." Tan difícil de asumir, su primer amor, tan inconcebible, me insisto; pero asimismo entiendo que de este, dijo Bernard Shawn, "solo un poco de tontería y mucha curiosidad", en mí va a encontrar un fiel apoyo, siempre un abrazo de protección y de ánimo. Estoy contigo, hija.
Y sin 'enrollarme' más, porque inexplicablemente tampoco sientes placer por la lectura, me transformo (¡Ay, lo que hay que hacer por los hijos!) en otro 'Churumbel' cercano; y simulando dispararte con los dedos, desearte: "Feliz Cumpleaños Ángela, 'requetonera'... ¡Puum!"