Un nombre, Buen Amor, paradójico en este Jueves Santo entre otras expresiones de Dolor, de espejos que se abren a lo que somos y en quienes, tras la voluntad, leyenda, tras el esfuerzo, queremos renacer siendo otros, nuevos, o en aquellos que fuimos una vez, al principio, y verdaderos; tan paradójico como esa delicadeza de sus facciones, de la caricia en su sonrisa contenida, del secreto al bajar sus enormes ojos. Solo es un azogue de confianza, de una aventura interior, nuestra, de purificación, de trascender el ego, a pesar del sufrimiento, del escarnio, de la humillación, tan bien y seguras y sinceras mantenidas por Él, Ecce-Homo, en su soberbia y majestuosa pose, ante la traición inequívoca, del martirio de aquella otra Legión a la que hoy custodia al Cristo de la Buena Muerte (no hay buena o mala muerte, solo Muerte, una, única, inefable)... en un simbolismo, en unas mágicas instrucciones, de despojarnos de lo antiguo e innecesario, de las trabas que dificultan y hacen insoportables la transformación hacia un hombre y mujer nuevos, buenos. Está fuera la Hdad Ntro Sr Ecce-Homo Ronda.
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