Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



miércoles, 15 de mayo de 2024

"15 de Mayo en Málaga. Presentación del libro "A Quico Rivas" de Fran G. Matute"

 


Lástima que hoy no pueda estar en Málaga asistiendo a un interesante evento literario. Limitaciones físicas y prevención médica me impiden acudir a la cita o presentación de un nuevo libro que seguro tendrá muy buena acogida y una lectura amena y agradable. Gracias por la invitación.


Bien cierto es que de estar hoy en Málaga, ambicionaría tener el don de bilocación, es decir, encontrarme simultáneamente en lugares distintos y de esta manera no perderme y disfrutar de la conversación entre el bueno de Juan Bonilla y Jesús Marchamalo en las Jornadas “El destino de las bibliotecas”, en la Casa de la Cultura Gerald Brenan; y asimismo en el Centro Andaluz de las Letras, en el encuentro con mi admirada Irene Vallejo, en torno a su última obra “El infinito en un junco” (Premio Nacional de Ensayo 2020).



Pero la cita literaria ineludible, es de bien nacidos ser agradecidos, tendrá lugar en la Librería Proteo, C/ Puerta Buenaventura, 3 y 6, en la presentación del libro “A Quico Rivas” (Athenaica) de Fran G. Matute, en charla con Héctor Márquez, sobre uno de los mayores agitadores culturales de la transición española. “«Yo mismo cultivé la leyenda de mi mala fama, que es la única fama respetable», dejaría dicho Quico Rivas (Cuenca, 1953-Ronda, 2008) en su última entrevista. Personaje tan esquivo como excesivo, tan singular como multifacético, dedicó toda su vida a la crítica de arte, al comisariado de exposiciones, al periodismo y a la investigación, también a la creación artística, literaria y hasta musical, a la escritura en definitiva, pero sobre todo a la agitación político-cultural, también a las profundidades de la noche, cosiendo con su empuje las ciudades de Sevilla, Madrid y Barcelona, vertebrando por el camino buena parte de la Movida y alrededores. Anárquico y anarquista, a pesar de su linaje aristocrático (o precisamente por ello), vivió siempre cómodo en los márgenes de la historia oficial.”



Animaos, vosotros que podéis.

martes, 14 de mayo de 2024

"OTOÑO EN PRIMAVERA (II)"

 Ayer me fijé y emocioné con uno de esos detalles, uno de esos pequeños detalles que no solo marcan las grandes diferencias, sino que hacen aun más enormes los corazones. María, en sus 96 primaveras y eterno otoño, no es que insistentemente se quejara a cuantos la escuchasen en su estancia diaria en la Alameda, sentada en su andador, abstraída, entre suspiros, con unas cuentas de sus dedos en la boca, en la gravedad de su mirada y relato, no. Solo esperaba de pocos, no de muchos, un oído, visibilidad, alguien a quien, por unos instantes, no pedía más, confiar su inquietud o malestar; alguien que atenuase su dilema o la ayudase a afrontarlo o, en estas postrimerías a este lado, resignarse con los problemas, con unas circunstancias que si alguna vez lo fueron ya no eran suyas. Porque a María solo le quedaban dos lápices de colores, uno azul y otro verde, y tenía unos dibujos de animales que colorear, pero no podía colorearlos porque los animales en verdad no son azules ni verdes, lamentaba. No era ella dada al realismo o surrealismo mágico. Un asunto, visto en la perspectiva de su dura y luenga existencia, al que entenderíamos de insustancial, mínimo, nada; pero muy importante para ella pues de esta manera, en una de las nimias ilusiones que le quedaban como cartas en un truco de magia, soportaba el descomunal peso de su tiempo y la fragilidad o precariedad del que la esperaba o llamara al otro lado. En esto, Alfonso, nada más bajarse junto a Ana Mari, su mujer, del autobús en la mediana que siempre será la de El Cafelillo, venían de Ronda como los del Barrio todavía decimos, del médico me pareció escuchar, del dentista confirmé, se dirigió sin demora, algo llevaba en las manos, hacia donde María, en una esquina de la plaza, recomponía sus rutinas en supervivencia; ya se había tomado el "actimel", comprado y guardado el cupón, y hoy la tos no la revolvía como el hueco oscuro del árbol en metáfora de una compulsiva mueca. Junto a ella, Alfonso le entregó, regaló un juego de ceras o caja de lápices de colores que María cogió con cierta vacilación por la alegría y alteración. Su sonrisa de contento, iluminó y nos iluminó a todos, al Barrio entero, en uno de esos portentos que convierten las cosas diminutas o insignificantes en sentimientos extraordinarios. Alfonso, quitando importancia al hecho, con una humildad que lo hacía siquiera más noble, más buena persona, se sentó en el poyete y apreció, como yo admirado y agradecido, que el mundo se había hecho más acogedor, más bello, tras algo que por lo poco valió mucho la pena en un horizonte de esperanza. Hoy María habrá coloreado uno o varios de sus dibujos de animales, con propiedad o exactitud. Y hoy también, gracias al enorme corazón de Alfonso, como una de esas pequeñas piedras que nos guían y hacen de la vida un lugar ideal para vivirla, María, en el suelo de la Alameda tras los azotes del levante, pintará de ocre las hojas jóvenes de los árboles, o un otoño en primavera. 




F.J. Calvente.

lunes, 13 de mayo de 2024

"CULTURA DICEN"

 


La cultura llama a la cultura. Profunda la frase sostenida hace unos días en el circo cruel de Las Ventas, tenía que ser Madrid, en pancarta que cuesta como unos cuantos de televotos a Israel en Eurovisión, enarbolada por educados y respetuosos espectadores de esa festiva atrocidad y maltrato animal. Lástima que este lírico reconocimiento al ministro de Cultura, Ernest Urtasun, las "excitables" letras no pertenezcan a Federico García Lorca. Quizás porque éste, Lorca, no fue torero o matarife cobarde como señaló otro literato inmortal, Borges, sino poeta, prosista y dramaturgo; uno de los más grandes, sí, pero no en la tauromaquia, reiteremos las lástimas, sobresaliente e indispensable en la Literatura, en la Cultura universal. Por sabido del autor de "Bodas de sangre" de no haber sido matador de toros, se desconoce o con premeditación se soslaya de haber sido "rojo" y republicano, lástima de nuevo. Por esta razón o sinrazón, no por gustarle los toros y acaso por sentirse atraído o gustarle los toreros, física o épica igual daba, fue vilmente asesinado a manos de un fascismo del que estos actuales instruidos taurinos ni de oídas conocen pero en el que reconocen el ruido de sus tripas; esos que ahí, en la plaza o campo de exterminio animal, en ese espectáculo cultural indiscutible e inexcusable de Vida y Belleza, tras las tablas, derrochan cultura y exhiben una expresividad tan educada como de sensible y excepcional narrativa... y sin faltas de ortografía.


F.J. Calvente.