Calle San Acacio del Barrio San Francisco, Ronda, a la hora más trasnochadora del atardecer. La gris firmeza del suelo que enjuga las lágrimas derramadas por la cal tras la lluvia antecesora. Y en el cielo azul la herida, el desgarro sanguinolento que anuncia el otoño desde el trazo de un dolor por el verano que se va.
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