martes, 10 de enero de 2017

MISTERIOSO AMANECER RONDEÑO



Naves de procedencia desconocida surcaban la madrugada de Ronda. O eso insinuaba el cielo de esta invernal mañana de martes. La sutileza de unas formas nubosas e insólitas en un desfile procedente del horizonte herido, donde la alborada saludaba o suplicaba los buenos días tras un incendio conmovedor. Con una cadencia traspuesta, etérea, las aeronaves disfrazadas de nubes o nubes camufladas de deletéreos platillos volantes, de violáceos fuselajes rotos en su diámetro por una línea refulgente del mismo alba, la esencia carmesí, o acaso esos ovnis se nutrían del sangrado de las primeras luces en la energía indispensable para desplazarse por un fondo acerado y frío, parecían atraídos por las viejas farolas del Puente Nuevo, iguales los arabescos de sus hierros a los pajizos vapores desgajados por la escarcha, como si actuasen de luminosas balizas en su silencioso y misterioso sobrevuelo del abismo, el Tajo, todavía oscuro y tramado de hechicerías. Será por la delicadeza, por la liviandad de los ingenios espaciales que no provocaba en el observador consciente de su prodigio temor o al menos preocupación, únicamente el hermoso espectáculo de una acuarela futurista en un escenario legendario y añoso, jamás lejano. Quizás otra de las mágicas sorpresas desveladas o arrancadas del sueño de esta ciudad soñada y antes de que el fuego de la aurora se extinguiera tras un prolongado bostezo del vacío, de la garganta que exhalaba las cenizas del invierno y su imperio indiscutible y bárbaro. No. No era otra versión que escribiera H.G. Wells de su “Guerra de los Mundos”, o que interpretara un personaje famoso y reconocido por nuestra historia local, Orson Welles, en la adaptación radiofónica de la obra y del que llegaban algunas palabras desde su monumento en Blas Infante, sonriente Hemingway al lado: “Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado... ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien... o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos... ¿Son ojos? Puede que sean una cara. Puede que sea...” Solo un amanecer de Ronda, uno de tantos y sobrecogedores por su fascinante belleza. ¿O tal vez naves de otros mundos que están en este, aquí en la ciudad, con nosotros?.

F.J. CALVENTE

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