“Comencé a entender que la realidad y la ficción eran hermanas gemelas,
una se retroalimenta de la otra”
“¿Te gustó la trilogía de Dolores Redondo de
Baztán?” “Por supuesto, espléndida” “Misterio, crimen, mitología, investigación
policial, leyendas… Entonces no te va a defraudar “El silencio de la ciudad
blanca” (Planeta, 2016) de Eva Gª Sáenz de Urturi” “¿Tan buena te ha parecido?”
“Mucho más…Verás… Desde el inicio ya te impacta la novela, no solo porque sabes
de antemano que el misterio o crimen que fuese va a ser descubierto,
dilucidado, sino que el narrador, su protagonista, está a punto de ser
desconectado de los aparatos médicos que lo mantienen con vida tras su última
investigación, de la que hablará el libro” “Interesante” “Hay más…”:
«Una ciudad aterrorizada por el regreso de
unos asesinatos rituales. Un experto en perfiles criminales que esconde una
tragedia. Un thriller hipnótico cuyas claves descansan en unos misteriosos
restos arqueológicos»
“Tasio Ortiz de Zárate, el
brillante arqueólogo condenado por los extraños asesinatos que aterrorizaron la
tranquila ciudad de Vitoria hace dos décadas, está a punto de salir de prisión
en su primer permiso cuando los crímenes se reanudan de nuevo: en la
emblemática Catedral Vieja de Vitoria, una pareja de veinte años aparece
desnuda y muerta por picaduras de abeja en la garganta. Poco después, otra
pareja de veinticinco años es asesinada en la Casa del Cordón, un conocido
edificio medieval.
El joven inspector Unai López de
Ayala —alias Kraken—, experto en perfiles criminales, está obsesionado con
prevenir los crímenes antes de que ocurran, una tragedia personal aún fresca no
le permite encarar el caso como uno más. Sus métodos poco ortodoxos enervan a
su jefa, Alba, la subcomisaria con la que mantiene una ambigua relación marcada
por los crímenes… El tiempo corre en su contra y la amenaza acecha en cualquier
rincón de la ciudad. ¿Quién será el siguiente?
Una novela negra absorbente que
se mueve entre la mitología y las leyendas de Álava, la arqueología, los
secretos de familia y la psicología criminal. Un noir elegante y complejo que
demuestra cómo los errores del pasado pueden influir en el presente”
Y no me ha defraudado, he
disfrutado muchísimo de esta novela. A partir del anterior diálogo con una
amiga, “Y en una conversación manda, por
derecho propio, el que menos habla”, más estimulado al leer la sinopsis
editorial de arriba, y luego aprovechando cualquier momento, por nimio que
fuese, para retomar la lectura, ha sido un viaje trepidante, ininterrumpido y
extraordinario por sus 480 páginas, del que una vez iniciado era imposible
bajarse ante la fascinación de su trama original, sorprendente, entretenida y
magistralmente construida. Una autora, además, a la que voy a tener a partir de
ahora muy en cuenta, por su estilo directo, sencillo y cuidado; estilo con el
que ha logrado tejer una atmósfera intrigante y sugestiva, turbadora, por los
asesinatos singulares de un asesino en serie frío e inteligente; urdiendo a que
sospechemos de todos los personajes, arduo lograrlo; entremetiendo
perfectamente la investigación policial con la intimidad de los mismos, y al
igual que el maridaje del misticismo, de lo legendario, con un romanticismo difícil
e incierto o con los fantasmas interiores. Desde el mismo comienzo, decía, la
tensión va “in crescendo”, erigiendo un espantoso y oscuro galimatías policial
que los hechos, la serie de crímenes, se encargan de ir desmontando capítulo
tras capítulo, atrapándonos en una perplejidad alterada, pero encantadora,
adictiva, hasta un final espectacular que retoma el origen chocante del relato.
Del mismo modo, es de agradecer a
la autora el interés que deja en el lector por conocer Vitoria-Gasteiz, o al
menos en mí y ya que me he visto con la lectura inmerso en una original visita
guiada o tour por la ciudad, por su historia, por su patrimonio, desde el
recorrido argumental de los crímenes rituales, iniciándose por la prehistoria (dólmenes),
continuando por otras épocas y por sus monumentos más identificativos: la
Muralla Medieval, la Catedral Vieja, la Casa del Cordón, la balconada de la
Virgen Blanca… Un preciso retrato, muy visual, que trasciende del pintoresquismo
por sus gentes, sus creencias, fiestas, gastronomía, comercios… no sabía hasta
ahora, por ejemplo, qué son las cuadrillas, pandas de amigos desde temprana
edad y que mantienen una relación tan estrecha como una familia…; y así por
otros rasgos o detalles curiosos, típicos, en un formidable trabajo de ambientación
y documentación de la escritora. “Yo creo
que lo que vale en estas tierras es ser bueno y además parecerlo”. Documentación
que también se extiende, con rigor, en la investigación policial.
“El silencio de la ciudad blanca”
es, más que una novela negra, una novela de personajes en torno a una trama
criminal. Tanto es así que la autora tiene mimbres para crear con muchos de
ellos, por la singularidad y caracterización de los mismos, otras y propias
novelas. Ahí están, a mi consideración, el abuelo del protagonista principal,
como un atávico custodio de la sabiduría popular alavesa, o los controvertidos
gemelos, Tasio e Ignacio, e incluso los dos hackers, una mujer mayor, Golden, y
un chico, MatuSalem. Ello, por de contado, del personaje principal, Unai, quien
arrastra una tragedia personal que le hace buscar el consuelo en su trabajo. “No es que me creyese un héroe, es que me
gustaba dejar el universo como estaba. Sin muertes que ocurrían cuando no
tocaba, simplemente eso. Entendía el lógico mecanismo que se escondía tras el
orden natural de las cosas, incluso de las muertes: un accidente, la
enfermedad, la vejez… Pero nada de tipos retorcidos haciendo trampas para que
la Guadaña llamase a la puerta de inocentes antes de tiempo”. El antihéroe
que convence y con el que nos sentimos identificados en una heroicidad, aquí
sí, en su tarea de dilucidar los asesinatos y detener al “serial killer”.
“Sé que te metiste en Investigación Criminal porque crees que los
asesinatos se pueden prevenir, que tú puedes prevenirlos”
Unai, “Kraken”, cuenta con un
apoyo importante, Estíbaliz, compañera con la que se entiende a la perfección y
a pesar de ciertas circunstancias personales que enturbian la relación o su
deber.
“Ambos éramos jodidamente buenos cerrando casos, aunque no tan buenos
siguiendo las reglas. Cargábamos con más de un apercibimiento por
desobediencia, así que habíamos aprendido a cubrirnos. Respecto a seguir las
normas… estábamos en ello”
Y rizando el rizo, para complicar
aún más la historia, o las historias, el romanticismo, la pasión surgida entre
Unai y Alba, la nueva subcomisaria, en una tensión terrible por precisar los límites
entre el amor, la fuerte atracción, con la obligación, el trabajo entre jefe y
subordinado; una relación que tienen que guardar en secreto, ella está casada, pero
de la que sospecha Estibaliz, y la que degrada la misma naturaleza de su
efusión por las miserias de las circunstancias y del compromiso, lo cual
también incide en la investigación de los asesinatos rituales.
“Exudáis una especie de hormonas cuando coincidís en comisaría que hace
imposible la respiración. Es algo químico, muy animal”
Ni decir tiene que estas sub-tramas
en torno a los actores cardinales, dan mayor caracterización a los mismos y,
por supuesto, profundidad a la trama; y con ella, o en ella, para incentivar el
entusiasmo y enredo del lector. Nada tiene que ser sencillo. Todo es relevante.
“Por primera vez fui consciente de estar leyendo por fin la novela que
el asesino estaba escribiendo para los iniciados que supieran verlo: cada doble
crimen era un capítulo”
La historia está narrada en
primera persona por Unai, “Kraken”, con un ritmo sostenido, atrayente, que
repunta al final de una manera, aunque inesperada, intachablemente perfilada, intensa,
con giros insospechados que hacen más incitante el argumento y su lectura. La
narración del protagonista está intercalada con otra historia anterior,
concretamente empieza en el año 1969, alrededor de Blanca Díaz de Antoñana, el
doctor Urbina y… diré que fundamental para conocer la motivación de la serie de
asesinatos.
En definitiva, una novela de argumento
bien hilvanado, de un espectacular recorrido por la ciudad de Vitoria, por su
historia, tradiciones y fantasías, que provoca con querer releer la novela en
sus calles, plazas, bares, por sus fiestas… Reitero que para ello la autora se
sirve de una prosa ágil, sencilla, cercana, muy visual... Muy buena y
recomendable novela.
“Cuando el que se pone a matar en cadena es un puñetero genio, solo
puedes rezar para que tu bola no salga del bombo dorado y el niño de turno no
cante tu número con voz temblorosa”
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