Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



viernes, 4 de noviembre de 2016

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "La detective miope" de Rosa Ribas

“Los casos sin resolver nos hacen muy infelices, por eso, con los años, los detectives se vuelven melancólicos”



Veo la estantería con los volúmenes dispuestos como soldados en formación. Voy con parsimonia acariciando sus lomos. Este libro no, esta novela tampoco, poesía en estos momentos… no, teatro quizás, histórica no me apetece… A ver este: “La detective miope” (Debolsillo, 2014) de Rosa Ribas, ¿No es esta autora la creadora de la comisaria Weber-Tejedor? Una novela corta, menos de 200 páginas, ideal para enjugar el sopor de un par de tardes. Y es que, ¿cómo una detective puede ser miope? Curioso título, parece una historia muy original. No sé, aunque precisamente me toca una buena novela negra. ¿Qué dice la sinopsis? Leo: “Irene Ricart ha perdido al marido, la hija, la cordura y, casi casi, la vista. Y aun así se toma la vida con un característico humor que la ayuda a seguir viva, a aguantar el tiempo necesario para encontrar al asesino de su familia. Sabe cómo, lo ha leído en la portada de una revista cuyo titular parece una revelación: «¿Sabes que entre tú y cualquier persona en el mundo hay como mucho seis grados de separación?». Y así es: solo tiene que encontrar la relación con las personas que la separan de quien acabó con la vida de sus dos seres queridos” ¡Vaya!, sorprendente, creo que voy a leer esta historia. Un momento. Leo las reseñas en la contraportada del ejemplar: «Qué extraña y qué asequible es esta negra historia.» La Vanguardia. «Una curiosa vuelta de tuerca a las novelas de intriga que destaca por su especial protagonista.» Tras la lluvia literaria. «La detective miope es una novela hipnótica, que no deja espacio para buscarle defectos, uno queda demasiado alucinado tras su lectura. [...] Pero para ello se requiere de una escritora tan potente, tan dueña de sus recursos, tan osada y tan consciente de la termodinámica de la vida (de la primera ley pero también de la segunda), como esta española-alemana llamada Rosa Ribas… En cualquier caso, más que en ningún autor contemporáneo (al menos que yo conozca), el concepto de abducción (según lo propone Eco) está tan brillantemente plasmado como en esta obra.» Revista la negra” Decidido. Comienzo la lectura de “La detective miope”, fascinado con solo pasar la primera página y leer el clásico “Dramatis personae”: “Miguel Marín: … Amante de las sentencias y la ortografía; Rodrigo Carrasco: ... Hombre de confianza del jefe y superhéroe en sus ratos libres; Félix Caballero: ... Esconde su belleza sobrenatural detrás de la pantalla del ordenador” … etc. etc. etc… y paro para no desvelar su trama, en eso que viene denominándose incurrir en un spoiler.

“Nuestro pasado, Rodrigo, es la historia que hacemos de él”

Les cuento: Irene Ricart es una detective privada que ha sufrido una tragedia terrible: Su marido, mosso d´esquadra, y su hija de 10 años han sido asesinados en lo que parece por algo relacionado con una investigación de su esposo. Irene acaba en un psiquiátrico, rota por el dolor y desesperada por la imposibilidad de saber quién o quiénes mataron a su familia. Sin embargo, un día, sentada en su banco favorito, lee en una revista olvidada lo siguiente: “¿Sabes que entre ti y cualquier persona en el mundo hay como mucho seis grados de separación?”. De la sorpresa a la esperanza cuando Irene, de improviso, entiende cómo descubrir a los asesinos o al asesino de su marido e hija, puesto que solo los separa, aquel o aquellos de ella, seis personas conectadas o vinculadas entre sí. La energía, el valor, incluso la sensatez despertadas por la revelación, estimuladas por su perspicaz inteligencia, la hace curarse o fingir ante los médicos encontrarse capacitada para vivir sola y en sociedad. Una vez fuera, para empezar a aplicar la teoría de los seis grados, necesita encontrar trabajo en una agencia de detectives, pues en los casos que le encomienden, tengan o no tengan relación, tiene la seguridad de que la llevaran a tirar del hilo de la madeja que la conduzca hasta el asesino de su familia. Consigue trabajo en “Detectives Marín”, alarmada porque su miopía avanza aceleradamente, pero optimista porque las investigaciones que lleva a cabo, una actriz porno alopécica, un banquero preocupado porque su padre quizás fue negro, un vendedor de hamburguesas y travestido quien se considera heredero del trono de Hawái, una bióloga rumana especialista en ordeñar arañas… la guían por el buen camino para confirmar la teoría de los seis grados y hacer justicia y cobrarse su venganza  por el crimen de su familia…

“Estamos programados para dejarnos engañar, tenemos la profunda necesidad de creer en los demás. Es la clave del éxito de los mentirosos”

Terminé la novela. Magnífica. Me ha gustado por su descaro, por la sorpresa de lo inédito bien escrito. Un gran descubrimiento, reconocido el afán de la escritora de crear una trama excepcional dentro de un género, el policiaco, del que creía haberlo visto o más bien leído todo. La frescura, originalidad, mordacidad, osadía, me han deslumbrado en esta teatral innovación de la novela negra. Hasta no incomoda, o afecta en la consideración de la obra, el hecho de tener que ser condescendiente con sus tópicos lamidos y sus escenas amarradas de un hilo, las casualidades metidas con calzador, del azar o lo previsible en un argumento que se me ha hecho corto por su agilidad y diversión. “Sí, sí, tienen ustedes razón, estos desenlaces tan redondos sólo se dan en las novelas”, he subrayado precisamente a lo anterior. Me ha gustado la prosa de Rosa Ribas,
su alarde de ingenio, su amenidad y manejo impecable de descripciones y diálogos en una historia desarrollada en una Barcelona alejada de estereotipos. Me ha gustado la decisión de la autora de primar más al protagonista, al personaje, que a la trama. Y es que Irene es una detective atípica, atrevida, jocosa dentro de su ánimo trágico, normal por lo sufrido, la que curiosamente o paradójicamente es una investigadora que pierde la vista, aumenta sus dioptrías a pasos agigantados, y acompañada de un elenco de personajes secundarios extraordinarios. Original. De ahí mi admiración por la maestría de la escritora en la caracterización de sus personajes, en especial del cardinal, Irene Ricart, con la habilidad de presentarla como una heroína de acuerdo o según a los cánones clásicos del género, uno de tantos de esos prototipos desequilibrados por sus circunstancias, el crimen de su familia, la justicia, la venganza; y de la que Ribas no solo la hace renegar sino trascender a su aire de separación, de ausencia, acercándola al lector, a mí y con la que empaticé ya desde las primeras páginas. Y ello enfatizado con la dificultad de una narración en primera persona, en la exigencia de mantener conmigo, con el lector, una comunicación permanente y sincera, de llevarnos entre risas y lágrimas por una investigación policíaca especial.

“No hay nada que haga más sospechosa a una persona que la ausencia de detalles intrascendentes”

Me ha gustado esta novela o esta tragicomedia negra, quizás porque el misterio, la investigación criminal, reitero, tiene un papel secundario para resaltar la entrega por los personajes y sus cuitas; claro está por el encanto de Irene, y por la manera genial de Rosa Ribas de imaginar y escribir esta historia amena y recomendable.

“… la máxima de Lleal: «Una gran parte de los problemas se resuelven solos. Basta con ignorarlos el tiempo suficiente»”


No hay comentarios:

Publicar un comentario