Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



martes, 13 de diciembre de 2016

IMÁGENES CON LETRA: "Cronopio y Esperanza"


"Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta". Entonces era uno de esos seres húmedos y verdes, el cual entró por el balcón de mi imaginación, montado en el envés de una hoja dorada que lánguida cayó de un árbol de la alameda aledaña, sobrevolando el espacio y los tiempos al capricho de una brisa que incendió más la tarde con sus soplos, el anochecer. Y entraron por la ventana, hoja y cronopio, para que luego el airecillo travieso cerrara los postigos, los cerrojos, y la fe de lo inmediato. De ahí a buscar el ser, "un dibujo fuera del margen, un poema sin rimas",  casi desesperado, la llave de la puerta de la calle. Y al no encontrarla, quieto permaneció en la mesa de luz, como si rumiara otro cuento de Cortázar. Fue en ese momento cuando, sentado al calor de la mesa, cansado de mí, vi al cronopio, con decepción y desamparo y puesto que esperaba algo más, o un poco, en fecha tan señalada; no sabía si mi onomástica, efemérides de un hábito largo, o el prólogo a unas navidades tacañas, tampoco importaba. Un regalo, un saludo, una memoria tierna, el afecto perdido, alguna confianza. “Cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire.” Y quizás por la tibieza del lugar, el infierno, por el cromatismo de las ilusiones, cadenas, la pasión con la que el cronopio se abrió en su propio calabozo en un hexágono de lados muy curvos, de aire, perdiendo su color verde al adoptar el blanco roto de su corazón esplendente; éste quedó visible y desnudo, frágil, lleno de geometrías como rosas estilizadas, como copos de nieve cristalizados en los cristales de mi ventana. "Las cosas invisibles necesitan encarnarse, las ideas caen a la tierra como palomas muertas”. Nada. O tan sólo el reflejo en el cristal de la mesa del salón de una lámpara encendida en el techo, y una lectura de Julio Cortázar. Un remedo mágico para una tarde gris, las rutinas que no llegaban a caer de los árboles, o sin horizontes crepusculares y por no repetir la última palabra con la que termina esta fábula. “Solamente vendrá lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza.”

F.J.CALVENTE 

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