Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



miércoles, 29 de noviembre de 2017

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "El ferrocarril subterráneo" de Colson Whitehead

"La poesía y la oración metían en la cabeza de la gente ideas que solo conseguían que los mataran, los distraían del implacable mecanismo del mundo"



No me ha sorprendido que esta novela, "El ferrocarril subterráneo", (Literatura Random House, 2017), haya sido premiada con el Premio Pulitzer 2017 y con el National Book Award 2016, situando a su autor, Colson Whitehead, en el puñado de elegidos de las letras norteamericanas junto a Faulkner, Proulx, Updike y A. Walker; ni por el hecho anecdótico de haber sido una obra destacada por Barack Obama y Ophra Winfrey, entre otros; tampoco por si verdaderamente se trata de un fenómeno literario y merecedor de tan altos galardones, los que, dicho sea de paso, no me condicionan, pero sí me aconsejan a leer este y no otro título en un momento determinado... Me ha sorprendido, bastante, el tema de la novela, el argumento en torno a "Una renovada visión de la esclavitud donde se mezclan leyenda y realidad y que oculta una historia universal: la de la lucha por escapar al propio destino". Y es que sorprende, además, cuando se está convencido de la superación de estas lacras o al menos ya con sus excepcionalidades "controladas", este repunte lamentable, esta preocupación actual por el tema del racismo, más en la población afroamericana, resurgida tras la llegada al poder de una nueva hornada de políticos-empresarios, rancios, fascistoides, populistas y tan peligrosos en sus proclamas contra la igualdad, la justicia y la solidaridad. Por tanto, con independencia del estilismo y calidad literaria, a los que luego intentaré referirme tras la sinopsis del relato y con toda mi buena intencionalidad característica, aplaudo y agradezco esta lucha llamémosle intelectual y cultural para combatir con la pluma, con las letras, el inexplicable mal y locura del racismo.

"Si sabes lo que vales conoces tu lugar en el orden de las cosas"

"Cora es una joven esclava de una plantación de algodón en Georgia. Abandonada por su madre, vive sometida a la crueldad de sus amos. Cuando César, un joven de Virginia, le habla del ferrocarril subterráneo, ambos deciden iniciar una arriesgada huida hacia el Norte para conseguir la libertad.
El ferrocarril subterráneo convierte en realidad una fábula de la época e imagina una verdadera red de estaciones clandestinas unidas por raíles subterráneos que cruzan el país. En su huida, Cora recorrerá los diferentes estados, y en cada parada se encontrará un mundo completamente diferente, mientras acumula decepciones en el transcurso de una bajada a los infiernos de la condición humana... Aun así, también habrá destellos de humanidad que le harán mantener la esperanza.
Whitehead nos brinda una historia universal, onírica y a la vez brutalmente realista, sobre la libertad y las ilusiones truncadas, que nos habla de la fuerza sobrehumana que emerge ante la determinación de cambiar el propio destino."

"Cuando llegabas a tan viejo,  daban igual noventa y ocho que ciento ocho.  Al mundo no le quedaba nada por mostrarte más que las últimas encarnaciones de la crueldad"

Antes de nada comentar que el título, "El ferrocarril subterráneo", es una metáfora de la compleja red de caminos y refugios secretos que tenían como fin posibilitar la huida de los esclavos de las plantaciones del sur hacia los otros estados de la Unión y Canada, donde podían vivir en libertad, como personas y no animales de carga, importante fue la  abnegación, la colaboración, arriesgando incluso sus propiedades y vidas, de activistas abolicionistas blancos.

"Cada sueño es un sueño de fugas incluso aunque no lo parezca"

Esta historia no es una reconstrucción de la red clandestina de liberación negra, antiesclavista, sino que la alegoría del ferrocarril planteada por Whitehead, a la que literalmente hace real, no hace aquí de la realidad un artificio, estructura, planifica el discurrir narrativo a través de la protagonista, Cora, en su dura existencia en las plantaciones, con las gentes, explotadores y explotados, y en las etapas de su fuga; aunque con esa amarga decepción, o frustración, o resignación cruel de saber que el tren jamás llegará al destino final, a la salvación y libertad.

"Un día la sangre derrumbaría el sistema"

Del mismo modo, al hilo del anterior símil, narrativamente parece que la novela no termina de satisfacer, de llegar a su máxima expresión; es decir, avanza y para, no termina de alcanzar un ritmo constante, rígida y flexible sin un término medio: ahora resulta casi pastoril como al siguiente renglón resalta una crudeza insoportable y al siguiente poética y reflexiva. Acaso esto sea culpabilidad o responsabilidad de una traducción formal pero sin alma, o porque para percibir los muchos recursos maestros de Whitehead, que los tiene, se hace imprescindible leer la novela en inglés, puesto que solo así, hecho que se pierde con la traducción, podrá oírse la música, la rítmica de las palabras en su lengua correcta, la armonía de las letras.

"América era un fantasma a oscuras, como ella"

Asimismo, muy presente la incertidumbre en cuanto a su elasticidad narrativa: fragmentos en los que oímos a Toni Morrison, para luego acercarnos a Twain, Faulkner y en especial a esa musicalidad de Pynchon, para desaparecer todos, o absorberlos, e irrumpir, no con toda la destreza y dominio de la prosa que se le intuye a Whitehead, o porque acepta dejar a un lado la retórica para apuntalar el aspecto moral del mensaje, en un complejo relato entretejido de belleza y crudeza.

"¿Cómo puede una persona hablar por esta raza, grande y bella, que no es una raza, sino múltiples razas, con un millón de deseos y esperanzas y anhelos para nosotros y para nuestros hijos?"

La novela tendría un acento más marcado de fábula, donde los buenos son muy buenos y los malos malísimos, de no ser por esos latigazos insoportables con los que se describe la brutalidad en las condiciones y el trato de los esclavos negros, explícita y real, no hay ficción en esto (en estos instantes recuerdo una impactante escena, durante un acontecimiento festivo en una plantación, los propietarios blancos desuellan a fustigazos a un joven esclavo negro, Big Anthony, castrándolo después, rociándolo con aceite y quemándolo vivo a fuego lento).
Estas atrocidades, junto a las bellas descripciones como germen de cierta autenticidad ideal, la asumida por su diversidad, la que no llegó a terminar o consumarse por sus quizás "trayectos subterráneos", escondidos,  discriminatorios, irracionales, la personificada en la huida soterrada de Cora a través de sus agudas etapas, hace a Whitehead incidir, recalcar en el gran trauma de la nación norteamericana, la supremacía blanca. La supremacía de una raza que revive en la actualidad con ese esperpento de personajillo convertido en presidente del estado más poderoso del mundo. Si no Trump es Arnold Ridgeway, el cazador de esclavos, otro de los protagonistas indispensables y definidos de la narración, quien sintetiza esta maldición fundacional de Norteamérica con: “El imperativo americano”.

“América es un engaño, el más grandioso de todos. En su fuero más íntimo, la raza blanca cree que está en su derecho de apropiarse de la tierra, de matar a los indios, de hacer la guerra, de esclavizar a sus hermanos. Si hubiera alguna justicia en el mundo, esta nación no debería existir, pues sus cimientos son el robo, el asesinato y la crueldad"

En conclusión, una buena novela, de enorme hondura por su mensaje, aunque a la que podía exigirse mayor definición en sus líneas, en la importancia de los matices hasta en su ámbito de atrocidad, como si ese tren metafórico al que perdemos de vista en las profundidades, reapareciese y flamante arribara en un destino literario definitivo y razonable; a no ser que el maquinista desacierte en la traducción, o tal vez a que el rítmico traqueteo solo sea audible, posible, en su lectura en inglés. En cualquier caso, una lectura recomendable.

“Escapar suponía una transgresión tan enorme que el castigo abarcaba a todas las almas generosas que había encontrado en su breve visita a la libertad”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario