Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



miércoles, 24 de octubre de 2018

"Caminando por la cornisa"

Queda el vestigio de la tormenta predecesora, este húmedo espejo, quieto, donde se reflejan los límites: la imponente frontera como un dique a un cielo de pedernal y el camino incierto, pero acotado, asombrado. Sortear entonces su silencioso azogue imprimiría la aventura de vivir, el inconformismo al presente, no el retroceso o la pausa, avanzar con decisión, y confianza, hacia el porvenir, o a la eternidad que los dirime a todos. Aunque sea con el riesgo de reconducir los pasos por la metáfora de una resbalosa cornisa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario