Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



viernes, 25 de diciembre de 2020

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "Los ancianos siderales" de Luis Mateo Díez.

 “Por ir siempre a donde no debía, acabé por hacerlo donde menos lo esperaba.”

 


“Los ancianos siderales” (Galaxia Gutenberg, 2020) del recientemente galardonado con el Premio Nacional de las Letras, Luis Mateo Díez, ha sido un libro con el que me he reído, mucho, con el que he aprendido gramática española, sobrado, y que me ha aturdido, incluso sorprendido, bastante. Expresionista, surrealista, absurda, profunda, hilarante, retórica, divertida, densa… Una novela singular. Literatura con mayúscula. Su lectura, acaso como anécdota propia, me ha hecho pensar en esta descabellada polémica actual sobre la LOMLOE, la Ley Educativa o “ley Celaá”, y, entre sus aspectos poco conocidos y falseados, con lo del castellano como lengua vehicular, por ejemplo; … tomando consciencia de la idiotez, de una solución irrefutable a la porfía política, con algo tan saludable como es leer, leer, leer…; ya que si en verdad nos preocupa o les preocupa a algunos tanto el español, pues una indicación: a leer, y se aprende mucho español leyendo esta novela. Una sugerencia. Una exigencia. Y, por otro lado, interesa con un tema que, desgraciadamente, continúa muy presente en esta pandemia: el desamparo y soledad de la vejez. Una obra imprescindible.

 

Sinopsis:

 

“El Cavernal, donde se desarrolla esta novela, puede parecer un establecimiento de acogida lleno de ancianos de muy variada especie y regido por las hermanas Clementinas. También podría pensarse que se trata de un aerolito desprendido de algún más allá estratosférico donde ni la edad ni el tiempo tienen nada que ver con quienes lo habitan. O, en último extremo, de una nave espacial a punto de partir con los ancianos más avispados y quiméricos, que han sido abducidos. En cualquier caso, lo que sucede en el Cavernal no hay quien lo remedie y todo se envuelve en una suerte de disparatada aventura previsiblemente peligrosa.

La novela que nos lleva a ese establecimiento puede resultar muy divertida y, al tiempo, misteriosa y desconcertante. La imaginería entre expresionista y surrealista con que está escrita y tramada tiene el aire hipnótico de unos sucesos y personajes difíciles de olvidar, aunque haya que asumir el riesgo de quedar como lectores confinados de forma irremisible en el Cavernal, una experiencia tan perturbadora como hilarante.”

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