Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



miércoles, 19 de mayo de 2021

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "El mal de Corcira" de Lorenzo Silva.

 

“… hablando de Tucídides y de lo que pasó en Corcira. De cómo el odio entre los que forman parte de una misma comunidad puede producir toda suerte de aberraciones y hay quien logra salir de ellas y quien en cambio las perpetúa.”

 


 

“¿No quieres caldo?, pues… ¡toma dos tazas!” En este caso, con “El mal de Corcira” (Destino, 2020) de Lorenzo Silva, dictado como algo deseado, más que deseado, y como asimismo lo sería cualquier caso anterior de los guardia civiles Bevilacqua y Chamorro. Porque son dos novelas en una, dos narraciones que desarrollan uno de los reclamos editoriales de la obra: “¿Hasta qué punto nos convertimos en aquello contra lo que luchamos?” Por un lado, el brutal asesinato de un hombre en Formentera, y por otro, el pasado de lucha antiterrorista de Bevilacqua en el País Vasco. Dos historias que son una, narradas con un ritmo trepidante, ágil, desplegando una perfecta semblanza de nuestra historia más cruda, el terrorismo de ETA en la sociedad del momento, con una nueva investigación que engarza con aquella y nos ofrece una perspicaz visión de su desarrollo y actualidad. Una novela, o dos en una, interesante, madura, y recomendable.

 

 

“Un hombre que elige la muerte repele los adjetivos, tanto de quienes lo postulan para héroe como de quienes lo aborrecen como monstruo. Un hombre que elige la muerte es una pregunta sin más respuesta que un vacío tenebroso: ese del que nace su afán y que se traga su vida.”

 

 

Sinopsis editorial:

 

 

«Lorenzo Silva retrata la Guardia Civil con un cuidado semejante al de Le Carré cuando escribe sobre el espionaje británico.» Antonio Muñoz Molina

 

Un varón de mediana edad aparece desnudo y brutalmente asesinado en una solitaria playa de Formentera. Según varios testimonios recogidos por la Guardia Civil de las islas, en los días previos se lo había visto en compañía de distintos jóvenes en locales de ambiente gay de Ibiza. Cuando sus jefes llaman a Bevilacqua para que se ocupe de la investigación y lo informan de la peculiaridad del muerto, un ciudadano vasco condenado en su día por colaboración con ETA, el subteniente comprenderá que no es un caso más.

 

Para tratar de esclarecer el crimen, y después de indagar sobre el terreno, Bevilacqua tendrá que trasladarse con su equipo a Guipúzcoa, el lugar de residencia del difunto, a una zona que conoce bien por su implicación casi treinta años atrás en la lucha antiterrorista.

 

Allí deberá vencer la desconfianza del entorno de la víctima y, sobre todo, lidiar con sus propios fantasmas del pasado, con lo que hizo y lo que dejó de hacer en una «guerra» entre conciudadanos, como la que veinticinco siglos atrás hubo en Corcira  —hoy Corfú— y que Tucídides describió en toda su crudeza. Esos fantasmas lo conducirán a una incómoda pregunta que como ser humano y como investigador criminal le concierne inexcusablemente: ¿en qué medida nos conforma aquello contra lo que luchamos?”

 

 

“… mi mirada prendida a la línea del mar y a la distancia que marcaba. Siempre me ha gustado escudriñar ahí, en el límite que le impone la curvatura de la Tierra, en esa raya que el ser humano ha soñado con traspasar desde que es humano y, por tanto, esclavo irremediable de sus sueños.”

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