Siempre he creído, hoy más, que una cerveza bien fresquita, junto a la familia de verdad, de sangre y amistad, de los que hacen los cosas por ti sin ajustes de cuentas, sin reembolsos o exigencias, de corazón, es el mejor antídoto contra la toxicidad, la decepción, la influencia oscura o la del débito. Agradecido y aliviado. A vuestra salud.
(Pd.: La foto es de mi hermano. También las cervezas...)
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