Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



miércoles, 16 de junio de 2021

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "Quirke en San Sebastian" de Benjamin Black.

 

“—La mente tiene su propia mente, ¿sabes? Hace cosas de las que no somos conscientes. Establece conexiones, inventa fantasías. Es el mundo secreto en el que nos movemos cuando soñamos.”

 


 

Leer novela negra de Benjamin Black (seudónimo de John Banville), siempre es una garantía de interés, intriga y de deleitarse con el buen hacer de una prosa pulida y plástica; aunque sigo sin considerarlo la versión de Simenon o Chandler que le cuelgan algunos críticos, acaso en la línea de estos clásicos, de acuerdo, pero con un estilo propio y admirable. En esta “Quirke en San Sebastián”, (Alfaguara, 2021), octava entrega de las venturas y desventuras del patólogo forense Quirke, uno de los anti-héroes por antonomasia en la historia "noir" o del género policíaco, si bien aquí el personaje se presenta con un registro extraño al habitual, no solo por su rota personalidad, sino también por el escenario, un ambiente lejano al sombrío Dublín. “Te encanta estar deprimido, es tu versión de ser feliz”, refrenda su esposa Evelyne a Quirke en un hotel de San Sebastián. Si bien, para tranquilidad de sus incondicionales, Benjamin Black mantiene las características que han hecho esencial al protagonista, a Quirke, en la novela negra: una personalidad poderosa, atormentada, adicta y definida; entregándolo en un ambiente, a pesar la luminosa y cálida escenografía donostiarra, que sigue siendo oscuro, o mejor gris; a través de una trama casi obsesiva que nos mantiene con los ojos pegados a las páginas, devorándolas, admirando su esmero cuidado de los detalles, de las descripciones poliédricas, del hechizo de sus personajes inestables, tan minucioso con los giros y los tiempos narrativos. Una maravillosa aventura argumental y por supuesto de un estilismo literario notable.

 

 

“El rumor de las olas, las campanas de la iglesia repicando las horas, el gong que anunciaba la comida: esos eran los golpes amortiguados de metrónomo que medían la soñolienta melodía de sus días, de sus noches bañadas por el mar.”

 

 

 

Sinopsis editorial:

 

 

«Tal vez fuese mejor dejar a los muertos en paz, incluso si no estaban muertos.»

 

“Arrastrado por su vitalista esposa Evelyn a unas vacaciones en San Sebastián, el patólogo Quirke pronto deja de echar de menos el lúgubre y sombrío Dublín para empezar a disfrutar de los paseos, el buen clima, el mar y el txakoli. Sin embargo, toda esta calma y hedonismo se ven perturbados cuando un accidente algo ridículo lo lleva a un hospital de la ciudad. En él se cruza con una irlandesa que le resulta extrañamente familiar, hasta que finalmente cree reconocer en ella a una infortunada joven, amiga de su hija Phoebe. Si la memoria, o el abuso del alcohol, no le juegan una mala pasada, se trataría de April Latimer, presuntamente asesinada —aunque su cadáver jamás fue hallado— por su perturbado hermano en el transcurso de una sórdida investigación en la que el propio Quirke se vio implicado años atrás. Convencido de que no ha visto a un fantasma, insiste a Phoebe para que visite el País Vasco para salir de dudas. Lo que Quirke ignora es que la acompañará el inspector Strafford, por quien siente una aguda antipatía, y que, además, un asesino a sueldo muy peculiar emprenderá idéntico trayecto.”

 

 

Impaciente ya por la novena entrega.

 

 

“Nunca lo perdería, el recuerdo de ese instante que se alejaba ya de él, con la cortina hinchada por el viento, el sol en la ventana y más allá el mar de color azul índigo extendiéndose hacia un horizonte borroso.”

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