Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



jueves, 24 de junio de 2021

"RITUAL DE FUEGO"

 



Hoy, al asomarme a la calle, en un instante impensado de la mañana, como si estimara a ver pasar algo que jamás pasaría, he conmemorado el solsticio de verano, o ya esta noche mágica. Desde el umbral de mi casa, me he llenado de sol, de una luz que he notado hasta recorrer el laberinto de mi interior. Más me he saturado de claridad al mirar arriba, no al frente y evitando la ceguera a lo evidente y por lo evidente, sino a un lado, a mi balcón, a tres metros del suelo, a mi atalaya desde la que, en ocasiones, descubro algún que otro entresijo del universo, una de sus inmensidades, de sus límites transgredidos, un horizonte cercano, y esto al cambiar, necesariamente, o al alterar mi enfoque de la realidad. Luego he intentado reproducirlos, compartir también es desalojar, ¿verdad?; a deshacerlos de las sombras filosas, sin escapar a ninguno de sus adjetivos emocionales, de sus metáforas como espejos que acaso devuelven aquel que no soy o ese al que no estáis acostumbrados a reconocer, a comunicarlos con distancia o retórica, con complicación o pérdida, o esencialmente con un hallazgo que entonces no me pertenecería y solo a vosotros incumbiría con su sentencia e intimidad…  No sé, ni me importa, escribo así, como me sale del… alma. Un instante de luz.

 

Hoy, al ver, al sentir los haces de este joven sol de verano cayendo sesgados sobre mí, rutilando en los hierros del balcón, en la cal del vacío, de la nada, en las pinturas o colores, me he colmado de esperanza, de vida, o al menos de la nueva perspectiva que el día me insinúa, con arrojo sea cual sea mi intención, y tirando con vigor del hilo de un ensueño. Mi ritual de fuego, con la confianza por intentar ser más yo y no esa u otra ridícula manera; con novedad, con frenesí y nervios como los de todos los comienzos. Agradecido por un espolvorear de magia, aún sin hermetismos ni vigilancias, de esa energía que no está oculta, que todavía hay tiempo para no ir a buscarla, sino que se derrama con derroche y a manojos, con posibilidad y prestancia, por el solsticio de ayer o la noche de San Juan de ahora. Incluso me he visto ya arriba, en la platea, aferrado a la forja del balcón, y le he dado sentido, u otro significado antes huidizo, a un texto de Truman Capote, subrayado en unas páginas amarillas… ni me acuerdo cuando: “El clima cálido abre el cráneo de una ciudad, dejando al descubierto su cerebro blanco y su corazón de nervios, que chisporrotean como los cables dentro de una bombilla. Y exuda un olor agrio a humano que hace que la piedra parezca viva, palmeada y pulsando.

 

Ronda vibra, mi Barrio, mi calle vibra, las fachadas encaladas palpitan, tiemblan las maderas de los soportales ante un seco o rítmico golpear de sus llamadores fundidos de otoño y arraigo, suspiran frescura los zaguanes y los patios, gesticulan los árboles, hablan de silencios los vecinos, esperan la alameda y la piedra legendaria de las murallas, … y con estos, me rindo en el latido de mi hondura y conmoción. Mi sonrisa. Pienso entonces con cerrar los ojos, como si encerrara un miedo de donde jamás debió emerger con invención y señuelo, para abrirlos con entusiasmo, e intentar, sí, a recomenzar la aventura de los días. No sé para vosotros, para mí este solsticio, esta noche de San Juan, son una purificación, o la mejor celebración de vida. Y mañana, … espero conjurarme en su persistencia.

 

 

“RITUAL DE FUEGO”

© F.J. Calvente.

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