Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



domingo, 5 de septiembre de 2021

"Joyce en el final de la feria"

 


"La gente aguantaba que les mordiera un lobo, pero lo que verdaderamente les sacaba de quicio, era que les mordiera una oveja".

 

Esta frase del “Ulises” de James Joyce me sirve de síntesis para esta no-feria de Ronda, en una edición donde ha resaltado sobremanera su insólita conmemoración a un matador de toros, Pedro Romero, y ahí lo dejo para sortear mayores ciscos y peloteras. El fatuo escaparate escénico con la muerte inocente por protagonista, nada más. La frase de la tensión, del débito con la evolución. La letra precisa. El mejor remate, de hecho. Este que, de igual manera, he imaginado su encaje, no en su lugar del clásico literario, en el colofón, en esas postrimeras líneas de “Penélope”, el último capítulo que asimismo cierra “El Nóstos”, la tercera y concluyente parte del “Ulises”, donde solo aquí Joyce, sin usar signos de puntuación, relata a Ronda en un paseo idílico de nostálgico romanticismo.

-F.J. Calvente-

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