“Todos hablaban a la vez, insistentes
y contradictorias sus voces, convirtiendo lo irreal en posible, luego en
probable, después en hecho incontrovertible, como hace la gente al transformar
sus deseos en palabras.”
Esta frase de “El
ruido y la furia” de William Faulkner, en una relectura de la edición de Planeta
de 1973, resumiría mi lectura de esta obra transgresora, revolucionaria y
fundamental de la Literatura. Probablemente este haya sido el libro más difícil
que he leído, el que más atención, paciencia y curiosidad me ha suscitado, y el
que en esta nueva relectura más me ha sugestionado al tener ya una perspectiva
general de su argumento, con lo cual ha facilitado la posición y acaso resistir
a su complejidad, y así poder apreciar nuevos matices y caminos.
“Un hombre es la suma de sus
desdichas. Se podría creer que la desdicha terminará un día por cansarse, pero
entonces es el tiempo el que se convierte en nuestra desdicha.”
Una novela
experimental delineada con una maestría brutal y delirante, a través de sus
diversos narradores en cuatro capítulos, enorme la capacidad de registrar la introspección
de estos, de sus personajes, en un amplio panorama que recoge desde las sensaciones
de un discapacitado mental hasta otra mente atormentada y obsesiva; con sus
giros y saltos temporales, de monólogos intensos e inmensos, muy intrínsecos, sin
un principio definido y con un desenlace fallido o más bien extraño, de incómodas
elipsis, fragmentos de ortografía vulnerada al suprimir los puntos y las comas,
… en todo un maremágnum narrativo al que cuesta seguir pero que asimismo provoca
a amarrar sus flecos y a perseguir su misterio. Una soberbia y osada aventura literaria.
“Se puede ignorar el sonido durante
mucho tiempo, pero luego un tictac instantáneo puede recrear en la mente
intacta el largo desfilar del tiempo que no se ha oído.”
“Salí hacia la luz del sol,
reencontrándome con mi sombra.”
SINOPSIS:
“Novela clave en la
obra de William Faulkner (1897-1962), ya que en ella consolidó el que habría de
ser su mundo narrativo, “El ruido y la furia” (1929), título que evoca los
célebres versos de Macbeth, se articula en torno a los monólogos interiores de
los hermanos Compson: Benjy, el idiota; el sensible Quentin, atormentado por el
incestuoso amor que siente hacia su hermana Caddy, y el inescrupuloso Jason. La
trágica historia que Faulkner va urdiendo con genial maestría en torno a los
miembros de una antigua familia hacendada del Sur, desvela con una fuerza
expresiva inusual la lenta e implacable corrosión del tiempo, así como el
desvanecimiento y la perversión del intangible paraíso de la infancia.”
“Cada hombre es árbitro de sus propias
virtudes.”
Un maravilloso caos desenvuelto
con una versatilidad única. Una geografía narrativa original, sombría,
decadente, desintegrada. Abrumadora. Indispensable, una y todas las veces
necesarias.
“Le amaba no sólo a pesar sino por el
hecho de ser él mismo incapaz de amor.”
“Decía que los relojes asesinan el
tiempo. Él dijo que el tiempo está muerto mientras es recontado por el tictac
de las ruedecillas; Sólo al detenerse el reloj vuelve el tiempo a la vida.”
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