Anoche...
"Para su propio asombro, en ese momento Martín no sentía tristeza, ni pesar. Sólo un suave alivio melancólico, semejante a una liberación. Como vaciar un desván de recuerdos que ya nada evocarán (...) Un aprendizaje valioso para quien de un modo u otro, sin engañarse a sí mismo y dispuesto a pagar el precio, fuese capaz de advertir las líneas y curvas, ángulos y azares sujetos a reglas implacables bajo la bóveda fría de un cielo sin dioses."
Y al igual que Martín, el protagonista de la última novela de Arturo Pérez-Reverte, "Revolución", (Gracias, Igni) yo comparto sus letras y mi impresión, sin saber porqué, no importa, al pasar hace poco por la Alameda de mi Barrio, en la noche sigilosa, en paz y soledad y aunque siempre sean efímeras. Con una sonrisa, también y felizmente aterida por el húmedo frío de la llovizna predecesora, de sentirme reconfortado y privilegiado por tener ahí la insinuación de un camino de baldosas amarillas, o línea de mármol áureo, hacia la Ciudad Esmeralda, a las murallas con sus puertas de Carlos V y Almocábar, o a mis sueños en definitiva. En la quieta complicidad entre la mente, en unos momentos libre de aprietos, y el corazón en ansias desnudas, al menor encuentro o reconocimiento o guiño de asombro y fantasía para ir llenando de nuevo el desván de los recuerdos que evocan la vida o a un vivir viviendo en consciencia.
En un desván de recuerdos... encontré a mi yo verdadero. Me llevo el fuego para luego.
"En un desván de recuerdos..."
F.J. Calvente.
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