Antier finalizó en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Ronda, Convento Santo Domingo, la exposición de pintura "El paisaje andaluz" del artista rondeño Luis Romero. Una de las muestras pictóricas, para mí y motivo que siempre agradeceré a Romero, más han logrado exaltar, con acento y emoción, la Belleza, la Vida; haciéndome, en su comunión de formas y colores, más vivo. Una experiencia sentida e inolvidable a través de ventanas a la nostalgia y a los sueños que son unos lienzos como trazados con versos y fantasías de un tiempo perdido que aún nos llama y reconforta. Una retórica sublime de imágenes y colores, de quimera y lirismo, de un arte único, absorbente y conmovedor. En un casi místico recorrido por albas y crepúsculos, por profundos cielos nocturnos de nubes recortadas por una suave claridad de luna, de vibrantes amapolas y almendros en flor que restañan, reflejan las primeras estrellas asomadas a noches envueltas en suspensiones azules y en ensueños de infancia. De una fuerza expresiva, honda, por espectaculares incendios crepusculares y boscosos. Y en este viaje de afuera a adentro, en su realismo mágico, fascinante, me he sentido, me he encontrado, tras unas ventanas de hogares iluminados por una luz cálida, invitada y sugerente, cómodo, en casa. Y justo ahí, allá, he dejado de ser yo para ser solo en ese derrame paradisíaco y sencillo de visiones líricas que sostienen la identidad de los orígenes, a nuestra raíz, en la sugerencia y sugestión de viejas huellas que hay que buscar, que hay que seguir para celebrar la mayor de las expresiones: vivir sabiéndose vivo.
F.J. Calvente.
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