Confía. Espera. Está hecha la promesa. La Hermandad de María Santísima en Soledad ha salido en la última noche y derrama su mensaje para los que quieran entender y sentir. Ella, Soledad, no está sola y nosotros no somos seres egoístas y solitarios. Acaso Ella nos habla, nos infunde sobre armonizar las distancias, acercamientos o lejanías, horizontes o cercanías, abrazos o separaciones, de trayectos más o menos largos, más o menos cortos, más o menos incómodos o amables, más o menos reconfortantes o gélidos... Ella nos alienta esencialmente a suprimir las distancias, los inabarcables espacios y vacíos; más que entre unos y otros, entre cuanto o lo que somos y quienes anhelamos ser, o acaso volver a la autenticidad del comienzo. Con Ella, Soledad, todo es posible.
Aquí estoy...
Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.
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