Quedan atrás esos pequeños momentos, sin manecillas ni mañanas ni hilos, de las vacaciones, del verdadero rostro y afán del verano; en los que, sin saberlo, ensayábamos la inmortalidad de los sentidos, de la grata espera, del dejarse hacer y de una conciliación, maravillosamente también sin pensarlo, con el Universo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario