"... Ni tan joven ya,
ni todavía viejo. Una edad rara
—dicen—, seria; una edad gris.
No lo sé. Suficiente, eso sí,
para que a veces sientas
que los mejores días han volado.
Y, lo que es peor aún,
que no fueron tan buenos".
Harris y yo, o Angus y el bajo, aprovechamos complacidos la ocasión para, casi adelantándonos a las posibles felicitaciones, reconocimientos, curiosidades o incluso anhelos de seguir estando vivos... o existiendo, que no es lo mismo, agradecer sinceramente a todas, todos, todes los brindis, plácemes y parabienes, incluso para los que no la han hecho por un "quítame allá esas pajas" y de los que sé están al tanto del aniversario, acaso por aquello de seguir estando vivos... o existiendo... Asimismo, entre estos, y si no lo digo reviento y a Harris se le rompe la cuerda de "Mi" ("E"), la más gruesa y grave, tengo ya tantas cuchilladas cicatrizadas en el corazón, él tanto "trasteo", que quienes no me quieran en sus vidas no me van a tener, sin problemas, sin escaramuzas, sin falsas reconciliaciones, ni lazos de sangre ni pollas fritas. Adiós. Todos perdemos, pero también ganamos algo. Paz y bien.
Harris y yo, o Angus y el bajo, por tanto, además del poema de Karmelo Iribarren del principio y al que se exige añadir días para atrapar con la mano los sueños más cercanos, Harris puede dar fe de ello, insistir en el agradecimiento, en una honesta reciprocidad de salud, armonía y suerte. Nos vemos el año que viene, si Dios quiere. 😘😘
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