Esto... A ver: Una cosa es "lavarse las manos" ante importantes cuestiones de desarrollo y devenir de la ciudad, y otra bien distinta es que su ilustrísima dirección asiente e institucionalice la expresión en ese instrumento lavatorio o enjuagatorio, un lavabo en el Tajo (que no es dicho, tajo, de un estar en la obra, en faena, trabajando, ¡qué más quisiéramos!, sino de un corte profundo y casi vertical del terreno o de la meseta en la que el pueblo se crea), en ese Puente Nuevo que sublime salva el abismo, en su seña, visaje único de Ronda. Sí, metáfora, símbolo de un "lavarse las manos" por medio de una porcelana de 'Roca' en la roca, ofensiva ahí en uno de sus balcones de alambicada forja y sobria piedra, en uno de los que la poeta Concha Lagos (salvo y a salvo del siguiente e infame paréntesis) declamó su revelación o puso belleza a tan cochambre absurda:
"Que Ronda tiene un balcón
para desenamorarse
(o donde las manos enjugarse).
...
Tendré que pasar el puente,
puente largo de la pena,
hecho de noches y días
hasta cumplir la condena.
Dije que estaba segura
del querer que te tenía
y era cosa de locura.
Cosa de la sinrazón,
de no saber lo que pasa
ni en el propio corazón".
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