“Uno
se acostumbra a lo que tiene, más cuando lo que tiene es maravilloso”
Dos preguntas me hice y
os hago tras la lectura de esta magnífica novela de la argentina Claudia
Piñeiro, “Las viudas de los jueves” (Alfaguara, 2007): ¿Afectan las crisis
económicas a los más pudientes? ¿De pertenecer a una clase alta o excusada de
la sociedad, qué estarías dispuesto/a hacer para mantener tu nivel de vida, el
privilegiado estatus amenazado por la crisis o por cuanto suponga un revés a
peor o inferior? Sea como fuere, los que ya han leído la novela (no incluyo a
la película de Marcelo Piñeyro) o los que a partir de ahora la lean me
entenderán, en sus 256 páginas se hace una semblanza magistral de la decadencia
de la llamémosle burguesía o clase media-alta bonaerense, argentina.
“Detrás de las altas
paredes perimetrales, más allá de los portones reforzados por barreras y
flanqueados por garitas de vigilancia, se encuentra Altos de la Cascada.
Afuera, la ruta, la barriada popular de Santa María de los Tigrecitos, la
autopista, la ciudad, el resto del mundo.
En Altos de la Cascada
viven familias que llevan un mismo estilo de vida y que quieren mantenerlo
cueste lo que cueste. Allí, en el country, un grupo de amigos se reúne
semanalmente lejos de las miradas de sus hijos, sus empleadas domésticas y sus
esposas, quienes excluidas del encuentro varonil, se autodenominan, bromeando,
«las viudas de los jueves».
Pero una noche la rutina
se quiebra y ese hecho permite descubrir, en un país que se desmorona, el lado
oscuro de una vida perfecta”
No es una novela
policíaca, y aunque así esté catalogada e inclusive parta y concluya con una
desgracia o un suceso negro. Un relato psicológico y existencial. Una historia
coral de gente acomodada, los Urovich, los Guevara, Massota y en especial los
Scaglia, matrimonios que conviven en un mundo aparte, celosos de su estatus y
al que protegen del mundo exterior, aferrados en su vida idílica, tras barreras
con vigilantes armados y eficaces, alambradas perimetrales, una justicia interna
o propia y según un decálogo de buena convivencia consensuado e indeleble. Un
microcosmos social elitista y ostentoso en los turbulentos tiempos del nuevo
milenio, 2001, en una Argentina azorada por la corrupción y el vaivén político;
pero del mismo modo una comunidad sometida por sus propios prejuicios y desaires,
igual de vulnerable e insegura cuando surgen los problemas, el desempleo, el
desequilibrio, y ya solo queda margen para la supervivencia, acentuando las
apariencias, la identidad agrietada. En esta tesitura, la pluma hábil de
Piñeiro ofrece en breves pinceladas, las gradaciones de la hipocresía, de la
envidia, del chismorreo, la infidelidad, la violencia de género, la soledad, la
locura, la resignación, ocultamiento y el dolor… forjando una tragedia con una
dimensión muy actual, en un mundo en crisis y en falta clamorosa de perspectivas
y esperanzas.
“Un
pacto tácito de frases hechas encadenadas, palabras que iban llenando el
silencio, con el propósito de ni siquiera tener que hablar del silencio”
Una historia muy bien
escrita, interesante, que se lee de un tirón, de acuerdo con una frialdad o desafecto
escalofriante, pues es imposible mantener esa indiferencia ante un contexto enorme
e impresionable; con una prosa solvente, decidida, ágil, perfecta para la
semblanza implacable, contundente, de la decadencia social que trasciende las propias
fronteras gauchas. Muy recomendable.
“Altos
de la Cascada es una gran familia con un gran jardín. Y como tal, la misma
familia juzga la infracción y pone el castigo”
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