“No hay nada escrito… Somos dueños de
nuestra historia. Por mucho que las circunstancias y los que nos prejuzgan se
empeñen en escribirla por nosotros”
“Después del amor” (Planeta, 2017) de Sonsoles Ónega, solo queda una
historia de casi 600 páginas que podía haberse recogido en la mitad. Una
historia bastante tópica y exclusa, y de la que, siento decirlo y a pesar de
estar correctamente estructurada y escrita, me ha costado bastante acabarla.
Una novela a la que no le veo calado para obtener el prestigioso galardón del XXII
Premio de Novela Fernando Lara. Una novela romántica basada en hechos reales, un
amor catalán de entreguerras, con grandes pretensiones por el importante
trasfondo histórico y aunque del que queda o rezuma solo un despegado
documental anecdótico. Argumento muy convencional y de una sensiblería
enfermiza, incrédula y excesiva.
Sinopsis editorial de “Después del amor”:
“Carmen viajaba en un tren desde Barcelona cuando un cruce de
miradas cambió su vida para siempre. Era 1933, y Federico Escofet y Carmen
Trilla —él, capitán del ejército; ella, una esposa atrapada en un matrimonio
infeliz— tejieron una historia de amor que ni las habladurías, ni la guerra
civil, ni el exilio lograrían deshacer, pero que dejó en los tres hijos de
Carmen la huella del desarraigo.
Basada en hechos reales, Sonsoles Ónega novela la historia de una
mujer valiente que reconstruyó su identidad en una España donde a las mujeres
no se les permitía amar y desamar. Una inolvidable historia de amor clandestino
cuyos protagonistas tuvieron que enfrentarse a todos los convencionalismos
sociales.”
Antes he apuntado que esta es una novela bien escrita y edificada, con
la intención, no concreción y si bien sea mi opinión, de seguir el marco amplio
de las novelas clásicas. Con la base argumental de un amor que por su dimensión
resulta increíble, descomedido, y la que, por otro lado, y no voy a negar el
esfuerzo de documentación de la escritora, adolece de profundidad en el
ambiente histórico tan convulso y trascendental en el que se desarrolla la
misma: Segunda República y Guerra Civil Española, Segunda Guerra Mundial. Además,
en unos momentos actuales señalados por los intentos políticos nacionalistas e ilegales
de declaración de independencia de Cataluña, resulta muy alusivo el antecedente
esbozado en el relato del golpe secesionista durante la República, en los años
30 del siglo pasado, la de una República Catalana dentro de una Federación de
Repúblicas Ibéricas. De hecho, el militar Federico Escofet, protagonista de la narración,
fue un hombre de confianza del presidente de la Generalitat, Lluís Companys, atrapado
por los alterados acontecimientos y por su noble fidelidad a la República
española y a Cataluña. Me hubiera gustado, insisto, mayor hondura en esta trama
histórica de incomprensión y división que desencadenaría la Guerra Civil. Acontecimientos
que, y repito conforme a mi apreciación, no están lo suficientemente
entretejidos, cruzados, a los obstáculos por los que transita la intensa relación
amorosa entre Carmen Trilla y Federico Escofet, con toda su pesadez y detalle y
sufrimiento desbordado. Tampoco voy a negar que quizá para los amantes de la
novela romántica encuentren en ésta una maravillosa y emocionante historia
propia de su índole narrativa y narrada con solvencia.
“La guerra era eso que se construía con
retales. Medias verdades. Y medias mentiras”
Reconozco la reflexión y conformidad con su mensaje. El mensaje y el
derecho de la mujer por cambiar las leyes y conductas en torno a una mentalidad
y moral retrógrada.
El grito de liberación, de igualdad, de terminar con el tradicional
sometimiento paternal y masculino, personificado en la lucha personal de su
protagonista, Carmen Trilla, con valentía y defensa, (también a moco tendido) en
sus más elevadas consecuencias, despojándose de las trabas de la usanza y del
tiempo, de los matrimonios infelices, opresivos, en favor de la libertad, de la
realización individual y de la gran quimera de la felicidad instalada en el
amor.
“Todas las guerras guardaban un tétrico
parecido”
Indudablemente no es una novela histórica, sino la de un romanticismo
inmoderado, y, con independencia de estar basada en hechos y personajes reales,
no importa, bajo un hilo argumental, y si me permiten el juego de palabras con
su protagonista Carmen Trilla, muy trillado. Una relación amorosa, en unos tiempos
agitados, marcada por la frustración y la desgracia. Un amor que no crece como
las expectativas creadas e irresueltas de la novela. Al igual, o en torno a
esos detalles o subtramas que aparecen, de los que creemos van a tener más recorrido
por su interés, y luego se esfuman como si se arrancaran de improviso, de un
manotazo, como unas incómodas hilachas que dejan una sensación controvertida,
incómoda en la lectura; tal es el caso de la situación envuelta en la intriga,
en cierto misterio, de una mujer fatal, Dolores, y su obsesión maligna por
Escofet, desvanecida en el énfasis de la propia relación sentimental principal.
Relación narrada sin erotismos, con una delicadeza y pudor asombrosos,
pletórica de sufrimientos y ausencias. Una historia prescindible.
“Cada tiempo tiene su sangre”
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