“En el fondo, buscar el grial se parece
mucho a escribir una novela: necesitas partir de una duda formulada con claridad
y que puedas ir resolviendo página a página”
No tengo reparo en desdecirme, en reconocer mis errados juicios
previos y por mucho que el contexto, vez tras vez, posibilite una pauta que
parecía inalterable y decepcionante. Javier Sierra ha ganado el Premio Planeta
de Novela con su “El fuego invisible” (Planeta, 2017), una obra intrigante de búsqueda
en torno a un enigma esotérico o místico o espiritual. Y no sólo le felicito
por el galardón, sino que le agradezco, cuando ya me parecía imposible, el disfrutar,
aprender y entretenerme con esta historia. No, no voy a insistir en mis
suspicacias por los bestsellers; en los premios literarios, en la decreciente
calidad literaria de este importante Premio Planeta y del que se ha instalado
en favorecer a los escritores, a los escritores con ventas por supuesto, de su
propia casa, y más que abundar por la literatura bien trazada en abrir nuevos
mercados editoriales o yacimientos comerciales. Tampoco quiero entrar en el autor
y de quien, a excepción de sus otras obras divulgativas sobre misterios, ya me
había cansado de sus novelas al influjo, más bien reflujo, del estilo y éxito de
Dan Brown y tras su “El código Da Vinci”. “La
motivación para escribir un buen libro la da el tener algo importante que
contar”. Sin embargo, descubro y considero que con esta historia me ha
seducido, una narrativa más correcta e impecable, ha crecido en su forma de contar,
y a cuanto del mismo modo considero un atractivo y la influencia que tiene para
mí el tema en el que se basa esta aventura: el grial. No el Santo Grial o el
cáliz en el que Jesucristo ofició el ritual de la Última Cena, aquel que las leyendas
artúricas lo hacían panacea de sabiduría e inmortalidad, sino acerca de otro
sugerente matiz, de otra dimensión, sigamos entendiéndola esotérica, vinculada
con la inspiración, con el arte de la creación artística.
“Un escritor… es como un caballero del grial”
Sinopsis de “El fuego invisible”:
“David Salas, un prometedor lingüista del Trinity Collage de Dublín,
se encuentra, después de aterrizar en Madrid para pasar sus vacaciones, con
Victoria Goodman, una vieja amiga de sus abuelos y con su joven ayudante, una
misteriosa historiadora del arte. Ese hecho trastocará sus planes y lo empujará
a una sorprendente carrera por averiguar qué ha sucedido con una de los alumnos
de la escuela de literatura que regenta lady Goodman. Para su sorpresa, la
clave parece esconderse en el mito del grial y su vinculación con España.
Remotas iglesias románicas de los Pirineos, colecciones de arte en
Barcelona, libros antiguos y extraños códigos en piedra se alinean en una trama
llena de intriga que nos hará pensar sobre el origen de toda inspiración,
literatura y arte verdaderos.”
“La literatura en sí misma,… es una fuente
oculta de poder”
No voy a exigir a este relato mayores pretensiones de las que ya ofrece,
insisto, me basta con que su lectura haya sido un disfrute, me haya entretenido
y calado con su argumento esotérico, incluso aprender de la erudición de su
autor en estos temas resbaladizos, incómodos para determinados sectores, sugerentes,
y en especial por su valiente y extraordinaria visión sobre uno de los
elementos álgidos y extraordinarios de estos arcanos escenarios: el Grial. Por la
facilidad, además, con que se lee la novela, bien redactada y estructurada; y a
pesar de que adolezca de mayores dosis de acción, o porque el asunto no pueda
contenerse (¡imposible!) en algo más de cuatrocientas páginas para lo que se
obliga a los recursos tópicos y giros forzados, y de un final que se espera más
sorprendente y oscuro.
“La palabra es la llave para acceder al alma
del mundo… Y los escritores somos los chamanes que velamos por ella”
Narrada en primera persona, por el profesor protagonista, David
Salas, la novela está estructurada en dos partes diferenciadas y con distinto,
para mí, interés. En primer lugar, o en su primera mitad, la obra tiene una función
claramente pedagógica, instructiva, o explicativa del mensaje novelado que
pretende el autor modelar y advertir en sus páginas, por lo que la acción, el
ritmo, es pausado y, por el contrario, ni lento ni aburrido. Las teorías
expuestas sobre este nuevo misticismo del Grial, de su búsqueda en los Pirineos
y en Cataluña donde afirma se cimentó su mítica y épica, en esta refundición
del mito de la sagrada reliquia con esta novedosa aportación de Sierra en torno
a su función espiritual y auspiciadora de la creatividad humana, decía, alcanza
en este bloque su mayor e interesante conjura y curiosidad.
Luego, y no
obstante corresponde a los capítulos donde la acción toma las riendas de la
trama, el interés decae, el enredo se hace un poco más peregrino e innecesario,
y en la que se nota la dificultad del autor por devolver el argumento a los
márgenes marcados en los inicios. Con todo, el resultado, aunque se le pueda
exigir más a su final y éste muy propio de las novelas anteriores de Sierra,
resulta correcto y satisfactorio. Reitero en que no se le puede exigir más a
estos bestsellers casi cortados por la misma directriz, no se puede exigir
mayor caracterización y profundización a los personajes, a las descripciones, a
los diálogos, más cuando “El fuego invisible” puede ser un ejemplo y excepción,
con una prosa correcta y un ritmo ágil y bien estructurado, de su notable capacidad
y garantía de entretenimiento.
“Hay más “nada” que “algo” en eso que
llamamos “realidad”…”
Por último, y retomo el primer párrafo de esta reseña, no voy a
entrar en consideraciones editoriales, narrativas o en cuanto a calidades literarias.
No. Este thriller esotérico en torno a una sutil y prodigiosa energía, ese “fuego
invisible” que da sentido y concreción a cierto aspecto del Grial, a la
creatividad humana, entretiene, enseña y estimula a la reflexión, a la
interiorización. Agradezco a Javier Sierra que no se haya conformado con la
elaboración de otro producto comercial en torno a un tema fascinante y volcado a
solo un retruécano fantástico, sino que, además de su historia bien hilvanada y
escrita, abra la lectura a través de interrogantes, de la curiosidad, a esa búsqueda,
la “quête” sugerida por su argumento, da igual que sea espiritual o no, mística
o no, o la que sea; pero con un calado de desarrollo personal y singular inequívoco,
de desenvolver en el lector la necesidad de preguntarse, de indagar y
entroncarse con ese canal energético, con esa dimensión fecunda e ideal, con ese
otro plano de la realidad donde quizá pueda encontrarse a sí mismo o conforme a
su verdadero sentido y lugar en el universo. Mágico, en definitiva, si esta
búsqueda, dentro y fuera, se hace través de la palabra, o por medio del Grial o
de cualquier otro canal que haga posible la comunión, la afinidad con el Todo… a
la creación en “un acceso al origen de
las ideas sublimes”, la necesidad portentosa de ir “per visibilia ad invisibilia” (“a
lo trascendente desde lo tangible”)…
“… abrir las vías hacia el verdadero grial,
que no es otra cosa sino la fuerza creativa que vive en cada uno de nosotros”
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