“… la vida a veces podía ser un buen lugar
en el que quedarse”
“¿Te gustó el “Misterio de la ciudad blanca”?” “Por supuesto,
espléndida” “Misterio, crimen, mitología, investigación policial, leyendas, asesinos
en serie, la importancia de la familia… Entonces no te va a defraudar la
segunda parte de esta Trilogía de la Ciudad Blanca: “Los ritos del agua”
(Planeta, 2017) de Eva Gª Sáenz de Urturi” “¿Tan buena te ha parecido?” “Mucho,
tanto como la predecesora …Verás… No, no voy a seguir de la misma manera,
aunque intercambiando algunos sujetos y consideraciones, a como hice en la reseña
de la primera parte de este serial de la “Ciudad Blanca” (http://fjcalv.blogspot.com.es/2016/06/libros-que-voy-leyendo-el-silencio-de.html).
Y no lo voy a hacer porque si quienes tan galantemente siguen mis opiniones
sobre los “libros que voy leyendo”, y no han leído “El silencio de la ciudad
blanca”, sería poco cortés de mi parte, y muy injusto, desvelar aspectos,
trama, historia… de unas novelas que harán la delicia, con toda seguridad, de los
mismos, de sus lectores. Por eso, pasad de esta reseña, ahora, y leed la primera
parte. Y si, por el contrario, tú, amigo/a lector/a, leíste la novela anterior,
o incluso si lo has hecho con esta segunda, regocijémonos juntos por esta magnífica
saga, impacientémonos a la espera de la tercera parte, y en torno a una
escritora que ya se encuentra, por méritos propios y aún con mucho que aportar,
en la novela negra hispana o en el thriller de calidad. Sea como sea, una vez
más, les presento “Una novela negra absorbente que se mueve
entre la mitología y las leyendas de Álava, la arqueología, los secretos de
familia y la psicología criminal. Un noir elegante y complejo que demuestra
cómo los errores del pasado pueden influir en el presente”. Y dicho esto, recupero
aquel “verás” con la sinopsis editorial de “Los ritos del agua”:
“Ana Belén Liaño, la primera novia de Kraken, aparece asesinada. La
mujer estaba embarazada y fue ejecutada según un ritual de hace 2600 años:
quemada, colgada y sumergida en un caldero de la Edad del Bronce.
1992. Unai y sus tres mejores amigos trabajan en la reconstrucción
de un poblado cántabro. Allí conocen a una enigmática dibujante de cómics, a la
que los cuatro consideran su primer amor.
2016. Kraken debe detener a un asesino que imita los Ritos del Agua
en lugares sagrados del País Vasco y Cantabria cuyas víctimas son personas que
esperan un hijo. La subcomisaria Díaz de Salvatierra está embarazada, pero
sobre la paternidad se cierne una duda de terribles consecuencias. Si Kraken es
el padre, se convertirá en uno más de la lista de amenazados por los Ritos del
Agua.”
El mensaje final de este volumen, dejado por la autora al final del
mismo, “… trata de la paternidad y la
maternidad. A lo largo de sus páginas se han paseado buenos y malos padres: nocivos,
ausentes, indecisos, tiranos, abuelos que ejercen de padres, tías que salvan y
sufren como madres… Me ha gustado reflexionar acerca de la decisión consciente que
supone para cada uno de nosotros el ser un buen padre o una mala madre,
independientemente de la mochila que la vida nos haya cargado a nuestras
espaldas”. Con esto, me ha parecido muy interesante el debate acerca de un
factor de la psicopatía, el hecho de si convertirse en un asesino en serie pueda
tener que ver con lo genético o por los condicionantes existenciales.
Y con este mensaje, Eva Gª Sáenz de Urturi estructura una sólida e
interesante historia desplegada en dos momentos temporales interrelacionados:
uno que transcurre en la actualidad y correspondiente con los crímenes y la investigación
policial; y otro acaecido en 1992, también con Kraken de protagonista y su
cuadrilla de amigos, Jota, Asier, Lutxo… y una extraña chica, Annabel Lee como
el personaje del poema de Allan Poe, durante un campamento arqueológico donde, además
de otros temas en los que se abunda y aclaran aspectos de los universos
personales de los personajes, con todas sus lealtades y traumas, se incide en
los acontecimientos presentes y entre los que podría esconderse la clave para
resolver los singulares y estremecedores asesinatos. Esta interrelación, del
mismo modo anuda a la perfección, hecho difícil de resolver en otros autores,
la vida personal de sus protagonistas con la propia resolución del caso en
cuestión. Virtud de la autora. Mérito, además, en la definición de sus
personajes, uno de los puntales de sus narraciones, tan reales, tan caracterizados,
y hacia los que nos introduce con una hábil empatía por sus cuitas,
personalidad, y evolución, tanto en los sucesos trágicos como en los bien
parados, en sus mejores momentos como en sus miserias. Ahí tenemos por derecho
propio a Unai, Kraken, quien narra la historia en primera persona, y a los otros
actores de la primera parte, la inspectora Alba, el abuelo de Unai, tan
entrañable y desapercibido, su hermano androplásico, Germán, los hackers Matusalén
y Golden Girl, la inspectora Estíbaliz, personajes que siguen siendo fuertes, de
personalidad muy marcada, y a los que añadimos nuevas y frescas incorporaciones
como los policías Peña y Milán… protagonistas nada estáticos o anquilosados a
unas férreas características, muy dinámicos, impredecibles, atados siempre a una
sorpresa.
“Para los que no conozcan mi historia
previa, resumo en unas líneas: me llamo Unai López de Ayala, trabajo como
perfilador en la Unidad de Investigación Criminal de la comisaría de Vitoria. A
efectos prácticos, todo el mundo me conoce como Kraken. Tengo una afasia de
Broca, el asesino en serie del anterior caso que resolví como pude casi me
lleva por delante y me incrustó una bala en la cabeza”
No es una novela coral como podría suponerse por el número de
personajes y de sus historias, al igual que no es un collage turístico e
histórico por los insinuantes escenarios en los que transcurre la acción. Sin
embargo, son estos escenarios el otro puntal fundamental con el que la
escritora sostiene su magnífico edificio narrativo. En esta segunda parte,
además de Vitoria donde vive Kraken, disfrutaremos de un recorrido visual y sensorial
por Villaverde junto al abuelo, por el monte San Tirso, por Cantabria, a
Santillana del Mar, el monte Dobra, Fontibre, el Túnel de San Adrián, Cabezón
de la Sal o la Costa Quebrada, la playa de Arnía… en un itinerario mágico,
estrechamente ligado a la parte mítica por la que transcurre el relato. Y es
que de esta manera se entreteje con la investigación policial ancestrales ritos
celtas, como el de la triple muerte, como el par de mujeres colgadas boca
abajo, quemadas y ahogadas con la cabeza sumergidas en un caldero celta robado,
con todas sus reminiscencias ocultas aún en lugares o asentamientos tan
sugerentes. Historia y leyenda, mitos y tradiciones que demuestra el manejo
hábil de la autora de la rigurosa y amplia documentación empleada y sin que, mayor
portento, ralentice los tiempos de la acción, al contrario.
“Me asomé al agua que quedaba en el caldero,
y entonces lo vi: un reflejo del que un día fui, un Kraken al que se le podía
golpear pero no romper, sin exoesqueleto, flexible y fuerte, incluso temible.
Un perfilador más obstinado que brillante, un tipo que nunca dejaba un caso
hasta que lo cerraba”
Con estos elementos, desde las primeras líneas, el lector se
introduce en una narración interesante, adictiva, y a la que se engancha con
tal intensidad que ya no puede dejar hasta traspasar su última página, epílogo
y agradecimientos incluidos. Al factor llamémosle detectivesco, esa exigencia
de descubrir de antemano al criminal o criminales, los motivos… la autora
arrastra hacia la consideración, la atención en otros detalles, tanto los que
inciden en los mundos particulares de sus personajes como en el exclusivo de la
investigación criminal, haciendo que el lector sea un personaje más o una parte
intrínseca a la novela. De hecho, la investigación, con sus flashbacks apropiados,
provoca ese desasosiego fascinador, esa incertidumbre intrigante y atractiva, en
la que el pasado es tan importante como el presente, donde cualquier detalle,
por nimio e intrascendente que sea, esconde y desencadena un componente importante,
de peso, para resolver el misterio, y la que nos hace sospechar y arrojar
sombras sobre todos, la que nos hace temer y proteger a los llamémosle buenos,
porque todos están amenazados, ninguno está libre de convertirse en víctima o malhechor.
Y ahí surge la destreza de su autora, porque en este complejo puzle,
con tantas subtramas abiertas, con tantas pistas dispares desarrolladas hacia
puertos diferentes, ante lo que se antoja muy difícil y complicado de ensamblar,
todo encaja, se cierra a la perfección, todo se resuelve con inteligencia y de
una manera trepidante, viva y hechicera.
“Le debía algún que otro buen consejo, como
que aceptase con orgullo el apodo que me habían puesto y me lo tomase como un
tótem, como hacían los antiguos con el espíritu de los animales que admiraban y
cuyas fortalezas deseaban hacer propias”
Nada más que decir. Solo insistir en la capacidad, en la gran contadora
de relatos que es su autora, una garantía fenomenal para pasar unos ratos
entretenidos de lectura. Una novela, tras su primera parte, muy recomendable.
“-No todos tienen instinto de héroe como tú.
Deberías ser policía, pero no puedes ir guardando rencor al resto, tienen
derecho a ser cobardes”
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