“Una voz en la noche, anónima, había hablado con él.
Una voz que podría haber sido perfectamente la de su propia conciencia”
Expresa el dicho
que si algo funciona, para qué cambiarlo. Y a esto, afortunadamente, se aplica
el longevo Andrea Camilleri con su serie del comisario Salvo Montalbano
(personaje creado en homenaje al gran Manuel Vázquez Montalbán); no solo no retoca
las características de su narrativa policíaca, sino que mejora los relatos año
tras año y para dicha de sus seguidores. Un autor con oficio. “Una voz en la
noche” (Salamandra, 2016), la veintitanta de la saga Montalbano, vuelve a ser un
estupendo entretenimiento literario, novela negra de altura, ágil, crítica e
inteligente, de mucha acción y diálogos incisivos, magistrales; siendo tan
similares, cada libro ofrece una nueva e interesante historia.
Sinopsis
editorial:
“El día de su cincuenta
y ocho cumpleaños, el comisario Salvo Montalbano tiene un altercado en la
autopista con un conductor imprudente, un joven que resultará ser el hijo del
presidente provincial. Esa misma noche se produce un extraño robo en un
supermercado controlado por la familia Cuffaro, una de las más notorias de la
mafia local. Cuando Guido Borsellino, el director del establecimiento, se
suicida tras el durísimo interrogatorio al que lo someten Montalbano y Mimì
Augello, que lo acusan de haber amañado el robo, la opinión pública pondrá al
comisario y a sus hombres contra las cuerdas. Pero las cosas se complican aún
más cuando la jovencísima prometida de Giovanni Strangio, el conductor
temerario, aparece salvajemente acuchillada en casa de éste. Los obstáculos se
suceden durante las pesquisas, y Montalbano se verá envuelto en una doble trama
en la que el crimen organizado y la política parecen estar dándose la mano por
debajo de la mesa. Borsellino, por supuesto, no se suicidó, y para descubrir el
secreto que se llevó a la tumba, Salvo decide actuar por su cuenta y tirar de
todos los cabos sueltos que tiene al alcance de su intuición. Las dos
investigaciones se entrecruzarán y la incómoda verdad será una prueba más de la
infinita dimensión que puede alcanzar la miseria humana.
En esta nueva
aventura, compleja, siniestra y fascinante a un tiempo, el comisario Montalbano
se muestra más escéptico e irreverente que nunca, y no duda en tomar carreteras
secundarias para seguir su instinto infalible hasta el final. Vigàta y Montalbano
son siempre los mismos, pero, en cierto modo, crecen y se transforman con cada
nuevo caso.”
De nuevo el
cascarrabias Montalbano, quien acaso por su cumpleaños, 58 años, más irritable
e impaciente, más cáustico y suspicaz; mirando en punta a su ayudante Fazio,
tan metódico, tan perfecto, o soportando el sarcasmo brillante del forense
Pasquano, la comicidad desesperante del bedel Catarella, con esos mensajes o
recados desternillantes (“en persona
personalmente”), como siempre, y al que no le importa transgredir normas y
reglas si estas no cuadran, divergen del sentido común; amante de la cocina, de
copiosas cenas en el porche de su casa de playa en Vigáta, a pesar de sus
digestiones cada vez más difíciles, del amor abierto con Livia, también en
continuo duelo y desplantes, o el fiscal Tommaseo, la polivalente Mimí... o manteniendo
su opinión, como fundamental apotegma policíaco, de que los asesinos son unos
imbéciles.
“… destino de los seres inteligentes era, sin lugar a
dudas, terminar devorados por algún imbécil espabilado”
Insistir en la
enorme habilidad de fraguar los diálogos, maravillosos, y no es fácil hacerlo, que
conciben muy fluido el argumento, muy trasparentes y cercanos a sus personajes,
humanizándolos, afinando sus cuitas y personalidades, magistral Camilleri.
Los
diálogos y las parcas descripciones, suficientes, dotan al relato de una
agilidad y un solaz simpar, con los que edifica una armazón sólida y efectiva,
una trama de ritmo vertiginoso y atractivo. Este es otro de los ejemplos, con
un doble caso que en principio parecen no ser coincidentes: el atraco en un
supermercado con el aparente suicidio del director del establecimiento, junto a
un enfrentamiento de Montalbano con Giovanni Strangio, hijo de un influyente político
local, y por unas circunstancias de tráfico y a lo que se suma el asesinato de
la novia de éste. Una historia, como tantas suyas, en la que faltan páginas para
deleitarse aún más con su lectura.
La mafia, como una
más de las instituciones italianas, junto a la corrupción política y la
manipulación de ciertos medios de comunicación, constituyen el trasfondo
crítico de la novela.
Nada más que
reseñar de esta “Una voz en la noche”, solo incentivar a que la lean, a que
disfruten sobremanera de su frescura, humor ironía e inteligencia. Importante
Camilleri. Novela recomendable.
“A los italianos no les gusta escuchar voces libres,
las verdades son un estorbo para su cerebro en somnolencia perenne, prefieren
las voces que no dan la tabarra, que les confirman la pertenencia al rebaño”
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