“Estaba
empezando a familiarizarse con la soledad de la cumbre, un síntoma que se podía
entender nada más desde su posición de estrella de cine”
“Mi pecado” (Espasa,
2018), el relato de la actriz española Conchita Montenegro, que triunfó en
Hollywood y la que parece ser, o así lo recrea el autor, influyó en el papel de
España durante la 2ª Guerra Mundial decantando la balanza entre Aliados y el
Eje, le ha valido a Javier Moro obtener el Premio Primavera de Novela 2018. La
novela, que pudiera ser un “híbrido” entre el drama, la tragedia y la historia,
no es más, a mi juicio, que un álbum de fotos sepias, una historia de historias
sin mayor historia, un collage en torno a un personaje desconocido u olvidado narrado
de manera plana, sin un argumento del que tirar o emocionar, pausado, monótono,
y sin otro valor o merecimiento, insisto, que el de descubrir a su
protagonista, tan real como un mundo, el del cine en la meca estadounidense, el
de unos vertiginosos y prebélicos años treinta del siglo pasado, interesante,
pero de escaso jugo extraído en el libro. Una lectura decepcionante, de la que
esperaba mucho más, más ante su anterior y excelente “El imperio eres tú”. Con
todo, sólo es una opinión; o tal vez, según recogen sus páginas, “Cuando las cosas tienen sentido, se aceptan
con más facilidad”.
“Javier Moro recrea en
Mi pecado una historia que sucedió realmente. Su protagonista es la actriz
española Conchita Montenegro quien, en 1930 con apenas 19 años, desembarcó en
Hollywood.
Gracias a su belleza, inteligencia,
personalidad y tesón, la joven promesa se hizo un hueco entre las principales
estrellas del momento. Su extraordinaria mirada cautivó a Leslie Howard, uno de
los actores más célebres de la época, un hombre casado que le doblaba la edad.
Los amantes vivieron su idilio entre fiestas de ensueño y estrenos triunfales,
paseos a caballo y vuelos en avioneta por la costa de California, entre la
pasión y el engaño.
Trece años más tarde,
su historia de amor tuvo un desenlace inesperado cuando los dos se
reencontraron en Madrid y, sin saberlo, influyeron en el curso de la Segunda
Guerra Mundial.”
Escrito en tercera
persona, “Mi pecado”, título en referencia al perfume más vendido en los años
30, un frasco negro con incrustaciones en pan de oro, el primer perfume al
alcance de todos, aborda la curiosidad del lector, un interés sin un argumento
sostenible, en un carrusel de nombres históricos, reconocidos de unos años acelerados
en un Hollywood abierto, multicultural, Edgar Neville, Luis Buñuel, Jardiel
Poncela, Chaplin... En unos atractivos momentos, también dramáticos, en los que
el cine mudo pasaba a ser hablado, junto con la invención del doblaje, lo que
supuso la caída de fulgurantes estrellas cinematográficas como John Gilbert, Buster
Keaton... Allí, Conchita Montenegro consiguió lo que pocos extranjeros
hicieron, salvo Greta Garbo, triunfar. La actriz española comenzó a ser
conocida por “la chica que abofeteó a Clark Gable”, por su enérgica acción al
intentar el mirado actor “aprovecharse y besarla con lengua” en una de sus
primeras audiciones. Luego se sucedieron las películas, la fama, su romance con
el divo Leslie Howard, el Ashley Wilkes en “Lo que el viento se llevó”, hasta
bien entrados los años cuarenta, en un reencuentro en un Madrid de posguerra,
el de las películas de Florián Rey y la eterna rival de Conchita Montenegro,
Imperio Argentina, el del presuntuoso Hotel Embassy, dados los tiempos, el de
las antesalas de la guerra, de soldados y espías, de aliados y nazis…
“-Un
poco, sí. Pero es normal, no puedes ser guapa y lista al mismo tiempo, sería
injusto y totalmente insólito”
Muy al término, y casi
de pasada, cuando el tema hubiera generado la atención y curiosidad como para
el libro entero, Moro toca o recrea o conjetura acerca de una laguna histórica
no del todo dilucidada; es decir, el hecho de porqué Franco no se doblegó a la
imposición de Alemania e Italia, de Hitler y Mussolini, atrincherándose en la supuesta
neutralidad de España en la Segunda Guerra Mundial; trayendo a escena a
Conchita Montenegro abriendo el camino a Franco a Leslie Howard y su mensaje a
la imparcialidad deseada por Winston Churchill. Al final, esto resulta incluso
anecdótico.
“Tampoco
le gustaba la manera de trabajar de Hollywood, esa “trituradora que acaba con
el talento de los creadores”
Por otro lado, me ha
resultado interesante el paralelismo entre la actualidad ruin de Trump y aquellos
Estados Unidos tras el “crack” económico de 1929 con el problema de la
inmigración, cuando entonces dos millones de trabajadores mexicanos fueron
expulsados del país.
“Mi pecado”, el insulso collage de una actriz
española, Conchita Montenegro, al que pasamos indiferentes sus páginas y hechos
y del que se espera mucho más.
“Aquí
o te tumbas en la arena viendo las estrellas o te tumbas en la estrella viendo
la arena”
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