Todavía quedan puntos finales para las historias no narradas de ayer, las del postrero otoño. Todavía, contados, aquellos permanecen aferrados a las desnudas ramas, a los renglones retorcidos de los árboles de la alameda, de San Francisco. Todavía esquivan la soledad definitiva, la nada más blanca, el vacío sin fondo, emboscados junto a otros signos; o son los mismos puntos con comas, seguidos, suspensivos o dobles, como si consideraran una posibilidad para esos viejos relatos condenados a imaginarse una vez tras otra, sin concretar ni entenderse. Sin embargo, garantizando el anonimato, la persistencia inadecuada, la esperanza, estos no consiguen despojarse de su color ocre, tan destacado, tan alusivo de un tiempo anciano en el que ya jamás podrá escribirse; agotados de melancolías, por el invierno, por el suicidio de unas musas indolentes. Son pocos los puntos, sorprendentes en su esforzado vigor por reflejar la luz de unos atardeceres recordados, arriba, como ornatos entretejidos a los hilos enmarañados del ramaje, ajenos a unos soplos inesperados, determinantes, que los harán caer con liviana languidez. Inocentes. Frágiles. Y cuando caigan, las hojas, dispondrán su puntuación en otras caligrafías de líneas rectas, grises cantos y gélidos mármoles, de intrincadas intenciones, de emociones desbordadas, como esta extraña narración que termina, ahora, con una de ellas, con uno de ellos en su soledad decisiva, final.
PUNTOS FINALES
© F.J. Calvente.
Una gran persona.. y hermano..y como escritor no hay palabras para describir lo bien que lo hace escribiendo.. te felicito
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarUna gran persona... Y hermano.. como escritor no hay palabras para describirlo el mejor.. te felicito.
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