Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



domingo, 14 de agosto de 2022

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "La pintora de bisontes rojos" de Mariano Fernández Urresti.

 


“- Destruimos lo que ignoramos por miedo -prosiguió Dagda-. Por eso, debes hablar con la Tierra para conocer todo lo que alberga. Si hablas con ella, te responderá. Si nunca hablas con sus criaturas, nunca las conocerás. Y cuando conozcas a la Tierra y a sus criaturas, nunca pensarás en destruirlas.”

 

Una de las frases que subrayé de “La pintora de bisontes rojos” (Almuzara, 2021) de Mariano Fernández Urresti, agradecido por el hecho de asombrarme o inquietarme, y la que me permitió no solo a comprometerme con el mensaje de la novela, este conforme a mi apreciación, sino con este otro compromiso de transmitirlo a quien quiera al menos oírlo, fue esta: “- ¿Qué sucedería si una de aquellas noches el sol no lograba derrotar a la oscuridad?”. Porque con esta pregunta llegaron otras: ¿Y si en verdad la autora de las pinturas de las cuevas de Altamira hubiese sido una mujer? ¿Una mujer chamán? ¿Y si aún hoy, por esta magia o energía ancestral, existan experiencias que conecten el ayer con el ahora, en una comunión universal que trasciende el espacio y el tiempo? ¿Y si en estas pinturas, en esta fantástica expresividad, acaso atemporal, se encuentra la clave para respetar e incluso refrendar el vínculo del ser humano con la naturaleza, con el universo? Preguntas que todavía hoy permanecen, hurgan adentro, y hacen de este relato gratamente importante por su calado. Tanto es así que no voy a perder el tiempo en disquisiciones estilísticas, Mariano F. Urresti escribe muy bien; ni de una narrativa con un encomiable alarde informativo y descriptivo, de personajes perfectamente definidos; ni incluso a ponderar una aventura en forma de thriller, donde el autor marca perfectamente los tiempos de la tensión y expectación, de la emoción y conmoción de su trama; ni tampoco en defensas de conceptos y justicias, que las tiene, por ejemplo del feminismo o la reivindicación del arte de tantas mujeres invisibilizadas a lo largo de la historia por el hecho de ser mujeres, o del cuidado de nuestra memoria o historia, contra explotaciones turísticas desaforadas y destructivas… “Para Miren, la ecología era teología.

 

Mariano F. Urresti es ya una garantía en estos aspectos, avalado por relatos anteriores y ensayos, por su capacidad y destreza en aunar enigmas y magia, o de requerir a otras realidades que infieren en la común o aparente. Solo insistiré, y de ahí mi aplauso a la voluntad expresiva del autor, por descubrirnos y alentarnos, más en esta novela, en aquello que James Lovelock dijo de “recordar nuestro antiguo sentimiento de la Tierra como un organismo y reverenciarla de nuevo”; de “reintegrar la creación” o aprender de nuevo a formar parte de la Tierra y no desvincularnos de la misma, quizás en esa “involución de la cultura” a la que se refería Ernesto Sábato, desde sus dos ámbitos: de lo visible y lo invisible, lo anímico y lo material, el momento y la memoria. En definitiva, esta “La pintora de bisontes rojos”, ayuda a desnudarnos, a buscar la armonía con el Todo que una vez perdimos; a nombrar las cosas, a relatarlas, para crear un nuevo mundo y como señaló Wittgenstein; con el firme propósito, llamémosle a través de cierta habilidad del misterio, para salvarnos, para salvar nuestra vida, que no existencia. Una novela necesaria.

 

“… solo desde la humildad se podía morir para nacer de nuevo.”

 

Sinopsis editorial:

 

“Asesinatos rituales. Magia y chamanismo. Dos mujeres separadas por quince mil años y unidas por las pinturas rupestres de Altamira. Los cadáveres de varios arqueólogos han sido encontrados en el interior de cuevas brutalmente mutilados. Las pinturas rupestres de esas cavernas han sido destruidas, y los sucesos tienen desconcertadas a las autoridades. Mientras tanto, Miren, una joven estudiante de Bellas Artes, consigue su sueño al incorporarse al equipo que se dispone a realizar la réplica de las pinturas de Altamira, sin sospechar que su vida cambiará para siempre al verse involucrada en una siniestra trama ideada por una organización de fanáticos religiosos. Al tiempo que sus manos se manchan de ocre y carbón reproduciendo las sobrecogedoras pinturas de Altamira, algo extraordinario sucede. Pero es tan asombroso, que únicamente quienes crean en la magia lo aceptarán. Solo quienes aún no hayan perdido la capacidad de asombrarse admitirán la posibilidad la amistad de dos mujeres separadas por quince mil años de distancia. Pero cuando conozcas a Aia, comprenderás que el tiempo no es obstáculo para una mujer chamán. Sin embargo, lo más extraordinario es que cuando habíamos leído el final, en realidad estábamos en el principio. Y eso lo descubrirá años después Alaia, la hija de Miren. «Los capítulos de la Altamira paleolítica son tan fidedignos que perfectamente podrían ser reales; sus personajes, acciones y conversaciones ilustran la vida en aquel tiempo.» Pilar Fatás. Directora del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira.”

 

“… y en los millones de segundos de historia que se pueden contar en los relojes de arena que son las playas de la ciudad.”

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