Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



jueves, 25 de agosto de 2022

"Una ballena varada en la acera"

 Y (me) digo yo:


No sé si fue ayer, o antier, no sé. No sé si soñaba, o en vigilia, o en un sueño que reunía parte de la realidad o será que esta hizo posible la concreción de una ensoñación, no sé. Y soñaba que iba en mi coche por la calle, no importa cuál, y al mismo tiempo rodaba por una llanura ensangrentada de rosas, narcisos y amapolas pisoteadas por un pasado mesiánico. Y había alguien en mi sopor o lucidez, presente, mujer o hombre o entidad entre dos mundos distanciados que en esos instantes sin tiempo se reunían en el frágil horizonte o en un argumento fantasioso o cierto. Aquel o aquella, de ojos saltones y caderas, vientre, papada... inflados o desbordados; quién se dirigía a mí y a la vez no lo hacía, con una voz herida de aristas metálicas, para decir algo, insulto o amenaza o algo de un silencio a gritos. Alguien, obsesivo protector o valedor maledicente, que de vez en vez arrojaba un geiger de vapor arriba o de tabaco, a través de un espiráculo de labios rubicundos y torcidos; de sonrisa artera y suficiente de nada o de vacíos presuntuosos, para construir, esa plancha metálica que azota el aire, imposible certificar si una pregunta, aseveración o recriminación criminal o teológica, algo sobre mis vacaciones o de su duración o del presumible tiempo ocioso... No sé la intención, ni la dirección, ni la maldición.  El sueño o la realidad o entrambos se imbricaba con las últimas palabras del personaje acerca de mis vacaciones u opiniones o literaturas, que se hacían más guturales para terminar adoptando un rítmico sonido, como unos chasquidos similares, eso me vino a la memoria en el sueño o realidad o de uno en el otro en perfecta y armónica simbiosis, a como de niño simulábamos pedos con las manos deslizándolas con fuerza, en un movimiento enérgico del hombro, del brazo, de arriba a abajo, en los sudados sobacos. Y con esta grotesca euritmia, en una visión de final de película, con la cámara alejándose con parsimonia de la escena mientras a esta la envolvía con languidez un esfumado en negro, la protagonista del sueño o de lo que aconteciera se fue transformando en una ballena que daba pena, por su indefinición, por su vacuidad, solitaria entre ruídos y absurdos, varada en la orilla o era en una acera. 


Hasta aquí la secuencia de un sueño, vigilia o de su amalgama lúcida y onírica; de la que se agradecería una interpretación psicológica, un sentido al inconsciente o a una incipiente locura o desequilibrio circunstancial, o solo una carcajada que la haga desaparecer en su pantomima o tragicomedia a medias. 


Sea como sea, soñar (o ver) con ballenas varadas, leo aquí y allá en internet, "apunta a un periodo de estancamiento. Aunque este retraso pueda resultar desesperante, incluso hasta doloroso, también es completamente necesario.  Quizás sea un  alerta de tu mente de que es el mejor momento de tomarse vacaciones." Vacaciones, precisamente. Palabras del cetáceo o lo que fuese, que titularon el delirio o lo que fuese. Vacaciones o ese periodo se supone de asueto, de tiempo para perderlo. Vacaciones.


Estancado, agotado, sin vacaciones o porque estas ya terminaron, insuficientes, incómodas por no aprovecharlas, ¿en qué? Un sentimiento de derrota, más ayer, no antier, insoportable miércoles, ¡apenas es miércoles! Y en esto que leo el artículo de Nuria Labari, ayer miércoles en El País, y donde reproduce la expresión, "Capitán, apenas es miércoles", de una viñeta de la cuenta de Twitter @ApenasMiercoles. Una sutil crítica a la rutina laboral que se extiende, además, cuando pensamos, si pensamos, en "quiénes seremos después de las vacaciones, cómo vamos a hacer para vivir mejor, para no caer en la rueda de la rutina, del estrés, para que el tiempo de la productividad no se nos cuele (otra vez) en el alma ..." 


Cierro los ojos y veo el sueño, o los mantengo abiertos para en un parpadeo abrir esa doblez de la realidad, quién sabe, o un intermedio entrambos, y ante la ballena varada en la acera, que fuma y fuma y expande sus hechuras, leo: "Es como si nos estuviéramos acostumbrando a protestar, a lamentar y, al mismo tiempo, a obedecer. Como si la queja o el lamento se hubieran convertido en una forma de identidad y como si no pudiéramos hacer nada para cambiar de vida o para enfrentarnos de alguna manera a lo que nos pasa." Así que me veo afrontando el sueño o la realidad o... yo qué sé; y ante la ballena varada en la acera que me canta o mejor chasquea en una pedorreta con las húmedas axilas, "¡Qué semana, eh!, contestarle con aplomo o estancado en una llanura ensangrentada: "Ballena, apenas es miércoles."


"Una ballena varada en la acera"


F.J. Calvente.

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