Viernes de feria y excepcional por un contraste absoluto, de algunas vendas que caen o se las lleva un aire que era de agua de la tormenta, o las que vuelven a taponar la sensibilidad humana y la vergüenza. Por la mañana, la Vuelta Ciclista a España, la serpiente multicolor, cuya etapa ha comenzado o ha salido de Ronda. Un ejemplo el de estos ciclistas de superación, esfuerzo, entrega e incluso vanagloria. Legítimo. Por la tarde, la corrida de toros o novillada, donde el protagonista no tiene nada que demostrar y de acuerdo a las circunstancias propias y poco conocidas, o esas infames trastiendas que no se quieren conocer, de la barbarie festiva; nada que demostrar o trascender en este engreimiento tauricida, de no ser la nefasta expresión oscura en la degradación y muerte de un animal. Intolerable. Un día paradójico, y reflexivo.
Luego leo por internet una presunta entrevista a Borges donde se le pregunta sobre la tauromaquia o ese ejercicio trilero del torero, y responde así: "La tauromaquia es una de las formas vigentes de la barbarie. En cuanto a la figura del torero, creo que es esencialmente un cobarde. Un hombre que con todo un aparato racional de estrategias, entrenamientos, armas, estocadas practicadas, clases y mucho estudio premeditado, se mide frente un animal pasmado por la sorpresa, por la ansiedad; un animal que no tiene otro recurso que los reflejos de su instinto primario. Bajo esa disparidad podemos medir el valor de los toreros. La valentía verdadera no soporta desniveles tan abusivos. Por eso para mí los toreros no son valientes, sino más bien bufones; los bufones de la valentía." Nada más que señalar.
Entretanto, mientras llega mi tiempo laboral y de otros efectos de la feria, respiro, veo... y reflexionó en este paraíso de calma y sentido.
"Paradójico viernes de feria"
F.J. Calvente.
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