Una estampa fascinante, bella, también sobrecogedora. La escena vista o sentida aquí y allá en mi calle, dentro, muy adentro, en la principal arteria del Barrio por donde corren sangre y leyenda, en mi universo local o uno de estos azogues de los que está hecha mi Vida. Una exhibición de claroscuros que despierta y disemina la tormenta. Un dibujo de turbulentas sombras y luces afiladas de temor e impotencia. Un juego de esencias primarias para crear la realidad o renovar el mundo de su cansancio y soberbia. Abatidos manojos de un sol cansado o acaso azorado tratan de encender las paredes, las palabras, el solado, los rotos y las esperanzas. Apenas un parpadeo, una ilusión, una idea. Y en el horizonte, la tempestad o una furia ancestral descarga en el Valle del Genal, sobre todo en Pujerra. El teléfono móvil grita la alerta.
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