Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



martes, 12 de agosto de 2014

TE CUENTO:

NO SOSTENGAS, DÉJATE LLEVAR
F.J. CALVENTE

 
El rumor del agua, indescifrable. Aluminios entreverados en el verde cromatismo de las hojas de los árboles; mudas, quietas, quizás absortas en despejar los misterios de la fuente. Arriba, sobre un pedestal poligonal, la estatua de San Francisco, inerte por una maldición a su atisbo de herrumbrosas huidas. Chorros de agua del devenir de los tiempos, que se detienen en los mundos inocentes que rebullen en el parque infantil. Horrendas sombrillas que ensombrecen mesas y sillas, tapas y alcohol, historias y olvidos de sus fugaces moradores. Hoy aquí, maňana... Un campaneo metálico en la iglesia del Espíritu Santo, recorre en un segundo las raíces míticas del Barrio. Un aire de eternidad. Alguien dice algo o ha sido un desliz en el hermetismo del susurro del agua de la fuente: "No sostengas, déjate llevar".

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