TRAVESÍA DEL HORIZONTE
JAVIER MARÍAS
JAVIER MARÍAS
"La curiosidad, pues de ella se trataba, fue en
Victor Arledge, desde niño, más que una característica, un método"
A estas alturas no voy a subrayar mi apreciación
personal sobre este grande de la narrativa hispana, un portentoso fenómeno de
las letras; ni mucho sobre este libro que ahora me ocupa y que basta con leer
para comprender y asumir lo que, para Pere Gimferrer, es estar en una posición
de privilegio entre los narradores peninsulares. Y dicho esto, creo suficiente apuntar
a la propia contraportada del libro Travesía del Horizonte (Alfaguara-Santillana,
1999) de Javier Marías: “Al igual que en
las grandes novelas de aventuras de finales del XIX, y a las que Travesía del horizonte rinde cariñoso
y también burlón homenaje, esta novela tiene como hilo conductor una atrevida
expedición: el capitán Kerrigan, millonario y excéntrico, ha organizado un
viaje a la Antártida para hombres de letras y científicos. Pero esa travesía no
es más que una excusa, uno de los muchos hilos con los que está tejida la
trama. Construida según el modelo del relato dentro del relato, Travesía del horizonte añade a la
aventura marítima de Kerrigan otras historias de personajes no menos
novelescos, en deliberada parodia de ciertos maestros del género que van desde
Joseph Conrad hasta Henry James pasando por Conan Doyle y entre pintorescos
secuestros y manuscritos misteriosos, señoritas eduardianas y paisajes de navegación,
se va desplegando un torbellino narrativo servido por un estilo paradójicamente
pausado. Un insólito alarde de osadía narrativa”
Justifico que, aun en la brevedad del relato, el torbellino
narrativo del autor, empeñado en hacer valer más el enigma que su dilucidación,
en la pausa y atmósfera envolvente de su estilo, el lector pueda perderse y
aburrirse dentro de su compleja trama y que, verdaderamente, se desarrolla en
la nada y culmina en su mismo vacío. Entre una y otra, sin embargo, en su
desarrollo, es donde se instala el primor narrativo del autor, en “una excusa o un imposible, la fantasmagoría
con que se teje… Javier Marías aprecia tanto el enigma que termina por
menospreciar la solución; valora tanto la incertidumbre que llega a preguntarse
si no será mejor ignorar la verdad para siempre y contentarse con su figuración
y su sombra…” (refiere la contratapa del libro). He aquí la osadía, franqueza
y disposición del escritor en esta pequeña pero enorme obra, prologar
indefinidamente una resolución, postergar hasta su último extremo los
interrogantes a los misterios de su argumento para reafirmar aquella nada
absoluta con la que comienza y acaba. Magistral.
Para terminar, aludo al prólogo de Elide Pittarello en
esta edición de la novela: “La travesía
que relata esta novela excede así los límites del manuscrito. El viaje,
metáfora inmemorial del conocimiento y la escritura, atañe a todos los que
producen y consumen relatos, incluso si no dan un paso fuera de casa. La
frontera más azarosa está dentro de uno mismo, tanto si disfruta de la
incertidumbre como si se deja arrastrar por la curiosidad, el arma de doble
filo”. Es Javier Marías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario