Terminé la
semana entre la rendida, y accidentada, redacción de mi memoria sobre prácticas
de auxiliar de enfermería con la lectura de una novela negra y dos cuentos
interesantes
“Nunca se
está tan cerca de la muerte como cuando se da vida, pensó” La novela, negra he
reseñado, es “Nadie lo conoce”, tercera entrega de la serie escrita por Mari
Jungstedt y ambientada, como las otras, en la hermosa isla de Gotland (Suecia),
tras “Nadie lo ha visto” y “Nadie lo ha oído”, con el policía Anders Knutas y
el periodista Johan Berg de nuevo como protagonistas. Éste, el comisario Anders
Knutas, tras la resolución de su anterior caso, en el que estuvo personalmente
implicado, está agobiado y deprimido. Por desgracia, no va a poder disfrutar
todavía de su merecido descanso. En efecto, un grupo de arqueólogos está
excavando en un viejo poblado vikingo, aprovechando que es verano en Gotland.
Pero un grave peligro, del que no tienen idea, se ciñe sobre el grupo. Todo
empieza con el descubrimiento, por parte de dos niñas que pasean por el bosque,
del cadáver decapitado de un caballo. Parece ser que el asesino, obedeciendo a
un antiguo ritual, ha torturado al animal antes de llevarse su cabeza y su
sangre. El asunto adquiere tintes realmente dramáticos cuando desaparece
Martina, una estudiante de arqueología holandesa. El verano del comisario
Knutas no ha hecho más que empezar... El libro, esta tercera parte, a mi modo
de ver no está a la altura de las dos anteriores. Más floja, cierto, en muchos
aspectos, y tanto: Primero porque los personajes, teniendo en cuenta que ya
vamos conociendo bien a éstos, no se profundiza o avanza más en ellos, sobre
todo con Knutas, bastante lejano; aunque a Berg se le perfile algo más, no deja
de ser un esbozo con una candidez en momentos exasperante. Segundo porque la
ambientación, el tema apasionante de las tradiciones vikingas y la arqueología,
se trata de una forma muy superficial, sucinta, lo justo y necesario para
adecuarlas, y con ello explicar y resolver los crímenes; de ahí que se eche en
falta, por su interés, aquello con lo que la autora podía haber sacado mucho
más partido. Y finalmente porque la trama policíaca, muy poco novedosa, a veces
resulta hasta irritante, esos reiterativos tópicos, por cuánto tarda la policía
en atar cabos en la resolución del caso. Tampoco esperaba más de una novela con
la única intención de pasar el rato, entretenida y fácil de leer. “Quizá había llegado el momento de darle la
vuelta a todo, cambiar la perspectiva y el ángulo de observación y mirar las
cosas desde otro ángulo”.
"La
historia de nadie" es el segundo cuento de la semana, de la eminente pluma
de Charles Dickens. Un hombre que trabaja en el campo entrega dinero a una
familia vecina, los Bigwin, para que controle sus asuntos. Los Bigwin están
encantados y se aprovechan de la situación. Así va pasando el tiempo hasta que
una epidemia de peste provoca muchas muertes entre los vecinos. Todos intentan
cambiar su forma de vida para que no vuelva a suceder lo mismo otra vez, pero
es inútil: "se sigue viviendo y muriendo de igual forma". La ternura
y el peligro, la ironía y la aventura, la sensibilidad y el misterio, se
entrelazan en este relato, en todos los relatos de Dickens, que son, en
definitiva, pequeñas obras maestras que se leen una y otra y otra vez, porque
en todas ellas se disfruta una y otra y otra vez. "¿No tiene nombre?,
preguntarán. Tal vez se llama legión. Importa poco cuál sea su nombre
verdadero... La Historia de Nadie es la historia de los soldados anónimos de la
tierra. Ellos tomaron parte en la batalla, les corresponde parte de la
victoria; cayeron y no dejaron su nombre más que en conjunto. La marcha del más
orgulloso de nosotros se encauza en el sendero polvoriento que ellos
atravesaron. ¡Oh! Pensemos en ellos este año, ante el fuego de Navidad, y no
los olvidemos después que este se haya extinguido"
El cuento “Los viejitos voladores” se
encuentra en la recopilación titulada “Una magia modesta”, de Adolfo Bioy
Casares. Trata de un periodista, llamado por los diputados, para investigar a
un anciano, que realiza continuamente viajes al extranjero, ya que temen que se
trate de un caso de venta de órganos. Finalmente descubren que es escritor.
Entonces el periodista acude a la Sociedad de Escritores, donde el anciano es
considerado un obstáculo por los jóvenes, ya que los autores consagrados se
llevan todos los premios y las oportunidades de publicar sus relatos. Pero el
periodista acaba sorprendido tras su entrevista con el anciano, ya que afirma
“No me premian porque escriba bien, sino porque otros me premiaron” “Una prueba
de la falta de originalidad de la gente. Uno le da un premio y todos sienten
que ellos también tienen que darle un premio”, además el anciano le confiesa
que si sigue recibiendo tantos premios, estos acabarán con su vida. Un gustazo
saborear el humor a que nos acostumbra Bioy Casares, paladear tramas que deshacen
líneas divisorias entre lo real y lo imaginario, que es lo mismo a hacerlo
entre los sueños y lo existente, cabalgando por encima de las fronteras
movedizas que separan lo cierto de lo imaginario, las fantasías de las
certezas. Transgrediendo los límites, no solo los de la razón, sino de los
sentidos, disolviendo cualquier sostén racional o seguro para dejar libre la
imaginación.
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