“Aquello era el principio, pero también el final. Y era incapaz de
vivir en el presente, cuando lo que contaba era el futuro. Un futuro que ya no
se le antojaba tan seguro como antes”
“Si algo funciona, no lo toques,
si sabes lo que funciona, hazlo más…”, ni más ley de Murphy, ni más “diagrama
de flujo” para solucionar problemas, solo perseverar en ello. Y a esto se
aplica Camilla Läckberg en esta séptima entrega de la serie Fjälbacka, “Los
Vigilantes del Faro” (Maeva, 2013), y para los protagonistas Erica Falck y
Patrik Hedström. Misma disposición y exposición, mismo estilo, mismos
personajes… más de lo mismo. Nada nuevo bajo el sol frío de Suecia. Esta novela
es igual a las anteriores en todos los aspectos y de los que ya he hablado en
este blog con anterioridad y a los que me remito. Insistiré, de todas formas,
en su triple estructura habitual: la investigación policial, y oficial, del
asesinato a cargo de Patrik y su equipo de la comisaría de Tanumshede, y la de su
esposa, y escritora, Erica, llamémosle extraoficial. Luego las relaciones
personales y familiares de los personajes cardinales, incluyendo al jefe de
policía Mellberg y su nueva familia, o inclusive a la hermana de Erica, Anna, y
la suya después de una atormentada relación anterior. Para completar con una
historia no relacionada directamente, podría decir espectralmente, con el
crimen y ambientada a finales del siglo XIX. De acuerdo que esta reiteración de
la fórmula no implica descrédito a la autora y a su obra, no; ni por quienes
consideran que, al contrario de Agatha Christie por caso (y disculpen la
comparación con la reina del suspense) la escritora sueca oculta datos con los
que el lector pueda resolver el crimen y desvelar al asesino, forzando la
espectacularidad, por previsible que sea, en la resolución final de la historia.
No, no me importa. Leer a Camilla Läckberg es andar seguro; más para aquellos que,
como en mi caso, intenten distraerse de preocupaciones inmediatas con una
lectura entretenida y sin otras atenciones o intenciones, solo por entretenimiento
y diversión. Otra novela negra blandita, de enganche rápido y amenidad
garantizada. Suficiente.
“El nuevo caso de la serie de Fjällbacka para Erica Falck y Patrik
Hedström en la novela más espectral de Camilla Läckberg. Una historia de
antiguas leyendas y tragedias familiares entre la década de 1870 y la época
actual.
Desde que Patrik se ha reincorporado al trabajo, Erica se dedica de
lleno a sus gemelos, que nacieron prematuros. Apenas tiene tiempo para ir a
visitar a Annie Wester, una compañera de instituto que acaba de regresar a
Fjällbacka después de muchos años. Junto con su hijo Sam, Annie se ha instalado
en el faro abandonado de la isla de Gråskär, propiedad de su familia. A pesar
de los rumores que circulan por el pueblo sobre la leyenda de la «isla de los
espíritus», en la que los muertos vagan libremente, no parecen importarle las
voces extrañas que oye por la noche. Además, su antiguo novio Matte Sverin,
quien también ha pasado unos años en Estocolmo y acaba de empezar a trabajar en
el Ayuntamiento de Fjällbacka, aparece asesinado. Annie es la última persona
que lo ve con vida.
Estos sucesos le depararán a Patrik y a su eficaz colaboradora Paula
muchos quebraderos de cabeza. Por su parte, Erica, que realiza su propia
investigación en paralelo, conseguirá atar algunos cabos sueltos que serán de
gran ayuda para la resolución del caso.”
Más de lo mismo, decía antes de
la sinopsis, tono y forma de novelas anteriores y con seguridad en las posteriores
a ésta. Novedoso y destacable, no obstante, la aparición del factor
sobrenatural, ese factor típico de las historias de fantasmas, principalmente
en la historia que transcurre en el siglo XIX, y que… en definitiva, impronta
Läckberg. En “Los vigilantes del faro”, por esta vez, la trama primordial
concluye más o menos de manera correcta, no con la espectacularidad de su
predecesora, “La sombra de la sirena”, que me dejó con los nervios deshechos,
mordiéndome las uñas con su final, irritablemente inconclusa, ávidamente febril;
pero hay un par de investigaciones paralelas que no se resuelven o a lo mejor
sean hueras pajas para rellenar páginas, o quizás constituyan pautas para
siguientes entregas; así encontramos en la narración del balneario o spa de Fjälbacka
y la relación con el lugar de dos hermanos… y no digo más por miedo a meter la
pata con el spoiler. Incide en este libro, además, con la ventaja de acrecentar
la familiaridad con sus protagonistas y a los que cada vez conocemos mejor
entrega tras entrega, propiciando el interés por las que vengan. Bien es cierto
que en esta séptima parte Erica Falck pierde protagonismo en la investigación
criminal, incurriendo en su lío doméstico de pañales, biberones, paseos… con
gemelos recién nacidos.
Seguro que en la próxima revierte el rol. En su
demérito, es este de los volúmenes con la trama más predecible; y con esto no
digo más, me entenderán. Por otro lado, Camilla Läckberg continua incluyendo
temas de actualidad, aquí en “Los guardianes del faro” es la violencia de
género, con episodios o escenas duras que remueven un sentimentalismo acusado,
tema que ya se repitió en novelas anteriores con el maltrato a Anna, la hermana
de Erica, por su marido. Muy logrado, por último, la atmósfera de suspense y
misterio que crea la autora, más al encajar sus tramas disímiles o reunir al
final el pasado con el presente y con los que alterna a lo largo de sus 450
páginas.
Y con estos ingredientes la
escritora insiste en hacer una obra amena y adictiva, con su estilo directo,
sencillo y con pericia al jugar con la identidad del asesino, para atrapar y
entretener al lector. Indudablemente no volveré a leer más esta novela, pero sí
leeré las siguientes.
“La técnica era algo estupendo, pero sabía por experiencia que, para
resolver un asesinato, también hacía falta una buena dosis de suerte”
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