“-La culpa viene de herencia”
“La
mirada de los ángeles”, octavo libro de la serie “Los crímenes de Fjällbacka”
de la escritora sueca Camilla Läckberg (Editorial Maeva, 2014) ¿Qué les digo?
Escribir la reseña es tan fácil como difícil no caer en los mismos comentarios
que en entregas anteriores; vérselas con los mismos personajes, el mismo guion,
estructura y, por supuesto, el mismo y sencillo lugar de las historias, lo cual
da que decir casi lo mismo para las ocho novelas. Sea como sea, aún con la
exigencia de fondo de que Camilla Läckberg tiene que reciclarse, dotar a sus
obras, y de seguir con la modalidad policíaca y en torno a Patrick Hedström y
Erica Falk como personajes imprescindibles, de otros acicates, estilo, quizá
una mayor dosis de negrura, para que el hastío no termine por censurar
cualquier otro trabajo de la novelista nórdica; de acuerdo que ha mejorado,
depurado la redacción donde se nota mayor habilidad en recrear los patrones
clásicos del género, incluso mayor el cuidado y esmero en la dilucidación
final, la que tiene que ser rigurosamente al final, del enigma policíaco, culmen
del mismo; pero tengo que insistir en su reiteración: por la narración
estructurada en dos tiempos, el presente influido por la investigación de un
crimen y el pasado como origen o causa del suceso criminal, aquí la historia de
varias generaciones de mujeres de una misma familia con sus truculencias,
preguntas y sorpresas; la alternancia de los distintos puntos de vista entre
una y otra línea argumental, con todo el bagaje de reflexiones, juicios y
emociones con los que incentivar la intriga y las sospechas del lector en o
hacia todos los personajes a excepción de los inefables “buenos”. No puede éste,
el lector, a mi juicio, el sacudirse de la sensación de ya haber leído antes o
de conocer la trama. De hecho, para mí, Camilla Läckberg, o su narrativa, me es
comparable a esas películas o telefilms de la sobremesa de los fines de semana,
con una fotografía mediocre, actores huecos o forzados, dirección de compromiso
y realización ajustada a presupuestos que no dan para mucho, pero metrajes a
los que nos enganchamos a pesar de estos matices y a pesar de que el misterio o
la intriga de su argumento ya se haya visto, o sospeche, con anterioridad. No
es por justificarme, pero Läckberg está bien para distraer unos ratos sin
demasiadas expectativas o precisiones, sobre todo cuando se tiene fresco en la
mente y en el recuerdo a autores como Pierre Lemaitre, Nesbo, Pérez Gellida…
por citar a algunos de los últimos que no solo me han fascinado, sino agitado
con sus narraciones. Y dicho esto, “La mirada de los Ángeles” cuenta que…
“Tras
la muerte accidental de su hijo pequeño, Ebba y Mårten se trasladan a la isla
de Valö para rehacer su vida. Ahí, se instalan en una granja en la que vivió la
familia de Ebba hace muchos años. Pero la tragedia los sigue acechando, y un
incendio, a todas luces provocado, saca a relucir la historia siniestra que
pesa sobre la granja. Hace treinta años toda la familia de Ebba desapareció sin
dejar rastro. Solo se salvó ella, entonces un bebé de un año, a quien
encontraron sola en la casa. Desde ese momento, recibe una misteriosa
felicitación el día de su cumpleaños, firmada con una simple G…
Patrik
abre una investigación, y Erica, siempre en busca de material narrativo,
empieza a tirar del hilo de la historia de la granja por su cuenta. Un acto
impulsivo de Anna, la hermana de Erica, aún afectada por la pérdida del bebé
que esperaba, revelará la verdad de golpe”
Extiendo
la repetición pues los temas, evidentemente, siguen siendo los habituales: la
familia, propia y ajena, la de los protagonistas usuales y la de los
ocasionales según el libro, la situación de Suecia durante la Segunda Guerra Mundial,
el nazismo, la política… un sucedáneo entre un meridiano Stieg Larsson con la
historia coral de sus personajes a los que vamos conociendo novela tras novela.
“… el mundo entero se
sorprendería al ver que pudieran pasar cosas así en la tranquila Suecia, un
país que muchas personas de todo el mundo consideraban organizado con una
perfección casi absurda”
No
voy, por sabido, a insistir si Camilla Läckberg se la puede encuadrar o no en
el género negro, o en el de su matiz más gris con rosa, incluso considero que
su exigencia por incidir en la intimidad de los personajes principales es
interesante, contraviniendo a los más puristas que encuentran en esta cuestión
la razón para no incluirla en el olimpo de la narrativa policíaca. Vale que en
esta “La mirada de los ángeles” no encontramos mayores o nuevos matices o
evolución de la vida personal de aquellos: Patrik sigue perdiendo favor, Erica
más irresponsable, Anna se hace más desgraciada… No obstante, supone un aire
fresco en la saga el desarrollo de la caracterización de secundarios agradables
como el inspector Gösta.
“Pese a que habían transcurrido
más de seis meses desde que se les arruinó la vida, seguían sin saber cómo
actuar el uno con el otro. Cada noche se acostaban en la cama de matrimonio
dándose la espalda, aterrados ante la idea de que un movimiento involuntario
desencadenara algo que luego no supieran controlar. Era como si el dolor los
colmase hasta el punto de incapacitarlos para abrigar ningún otro sentimiento.
Ni amor, ni calidez, ni compasión.
La culpa se interponía entre
ellos como un peso del que no hablaban. Habría sido más fácil si hubieran
podido analizarla y decidir cuál era su sitio. Sin embargo, se movía libremente
de un lado a otro, cambiaba de potencia y de forma y atacaba cada vez desde una
nueva posición”
Por
otro lado, otra novedad, y amable, ha sido que el crimen no sea tan previsible
como en novelas anteriores. Además, Läckberg centra todo el peso del relato en
el clima de intriga, en la tensión del ambiente, más que en la pauta clásica de
la investigación policial; lo cual permite espaciar la trama, dotarla de demora,
hacerla más compleja y no solo por el número inusual de personajes, sino por la
amplitud de sus historias paralelas. Aquí y allá, para no caer en el aburrimiento,
incentivando la sorpresa, aunque no lo consiga por completo, la novelista
introduce, de sopetón, hasta en el mismísimo colofón, giros inesperados en el
argumento. Asimismo, en mi opinión, sea de una manera más disimulada a lo
flagrante en novelas anteriores, Läckberg oculta información relevante para que
el lector pueda antes resolver, o intentarlo, el misterio.
En
fin, una novela de lectura ágil, amena, fácil; pero que exige ya bien la
finalización de la saga o una depuración en el estilo y ambientación de la
autora.
“Acarició los listones con la
mano. Nunca antes se había percatado de que la casa tenía alma. Aquella casa
adosada de Gotemburgo que ella y Mårten habían comprado cuando aún era
prácticamente nueva. Entonces le encantaba que todo estuviera limpio y
reluciente, que estuviera impecable. Ahora, en cambio, lo nuevo no era más que
un recuerdo de lo que hubo, y corriente apagase la llama al cabo de un rato.
También en su ánimo llovía y soplaba el viento. Y las llamas que ella trataba
de encender se extinguían implacablemente esta otra casa, con sus desperfectos,
encajaba mejor con su estado de ánimo. Se reconocía en aquel tejado con
goteras, en la caldera, que a veces no arrancaba sino a golpes, y en el
aislamiento defectuoso de las ventanas, donde no podían dejar una vela
encendida sin que la con un soplo frío.
Quizá las heridas del alma
sanaran allí, en Valö. No tenía recuerdos de aquel lugar, pero era como si la
isla y ella se reconocieran”
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