Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



domingo, 6 de marzo de 2016

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "La mirada de los ángeles" de Camilla Läckberg

“-La culpa viene de herencia”



“La mirada de los ángeles”, octavo libro de la serie “Los crímenes de Fjällbacka” de la escritora sueca Camilla Läckberg (Editorial Maeva, 2014) ¿Qué les digo? Escribir la reseña es tan fácil como difícil no caer en los mismos comentarios que en entregas anteriores; vérselas con los mismos personajes, el mismo guion, estructura y, por supuesto, el mismo y sencillo lugar de las historias, lo cual da que decir casi lo mismo para las ocho novelas. Sea como sea, aún con la exigencia de fondo de que Camilla Läckberg tiene que reciclarse, dotar a sus obras, y de seguir con la modalidad policíaca y en torno a Patrick Hedström y Erica Falk como personajes imprescindibles, de otros acicates, estilo, quizá una mayor dosis de negrura, para que el hastío no termine por censurar cualquier otro trabajo de la novelista nórdica; de acuerdo que ha mejorado, depurado la redacción donde se nota mayor habilidad en recrear los patrones clásicos del género, incluso mayor el cuidado y esmero en la dilucidación final, la que tiene que ser rigurosamente al final, del enigma policíaco, culmen del mismo; pero tengo que insistir en su reiteración: por la narración estructurada en dos tiempos, el presente influido por la investigación de un crimen y el pasado como origen o causa del suceso criminal, aquí la historia de varias generaciones de mujeres de una misma familia con sus truculencias, preguntas y sorpresas; la alternancia de los distintos puntos de vista entre una y otra línea argumental, con todo el bagaje de reflexiones, juicios y emociones con los que incentivar la intriga y las sospechas del lector en o hacia todos los personajes a excepción de los inefables “buenos”. No puede éste, el lector, a mi juicio, el sacudirse de la sensación de ya haber leído antes o de conocer la trama. De hecho, para mí, Camilla Läckberg, o su narrativa, me es comparable a esas películas o telefilms de la sobremesa de los fines de semana, con una fotografía mediocre, actores huecos o forzados, dirección de compromiso y realización ajustada a presupuestos que no dan para mucho, pero metrajes a los que nos enganchamos a pesar de estos matices y a pesar de que el misterio o la intriga de su argumento ya se haya visto, o sospeche, con anterioridad. No es por justificarme, pero Läckberg está bien para distraer unos ratos sin demasiadas expectativas o precisiones, sobre todo cuando se tiene fresco en la mente y en el recuerdo a autores como Pierre Lemaitre, Nesbo, Pérez Gellida… por citar a algunos de los últimos que no solo me han fascinado, sino agitado con sus narraciones. Y dicho esto, “La mirada de los Ángeles” cuenta que…    

“Tras la muerte accidental de su hijo pequeño, Ebba y Mårten se trasladan a la isla de Valö para rehacer su vida. Ahí, se instalan en una granja en la que vivió la familia de Ebba hace muchos años. Pero la tragedia los sigue acechando, y un incendio, a todas luces provocado, saca a relucir la historia siniestra que pesa sobre la granja. Hace treinta años toda la familia de Ebba desapareció sin dejar rastro. Solo se salvó ella, entonces un bebé de un año, a quien encontraron sola en la casa. Desde ese momento, recibe una misteriosa felicitación el día de su cumpleaños, firmada con una simple G…
Patrik abre una investigación, y Erica, siempre en busca de material narrativo, empieza a tirar del hilo de la historia de la granja por su cuenta. Un acto impulsivo de Anna, la hermana de Erica, aún afectada por la pérdida del bebé que esperaba, revelará la verdad de golpe”

Extiendo la repetición pues los temas, evidentemente, siguen siendo los habituales: la familia, propia y ajena, la de los protagonistas usuales y la de los ocasionales según el libro, la situación de Suecia durante la Segunda Guerra Mundial, el nazismo, la política… un sucedáneo entre un meridiano Stieg Larsson con la historia coral de sus personajes a los que vamos conociendo novela tras novela.

“… el mundo entero se sorprendería al ver que pudieran pasar cosas así en la tranquila Suecia, un país que muchas personas de todo el mundo consideraban organizado con una perfección casi absurda”

No voy, por sabido, a insistir si Camilla Läckberg se la puede encuadrar o no en el género negro, o en el de su matiz más gris con rosa, incluso considero que su exigencia por incidir en la intimidad de los personajes principales es interesante, contraviniendo a los más puristas que encuentran en esta cuestión la razón para no incluirla en el olimpo de la narrativa policíaca. Vale que en esta “La mirada de los ángeles” no encontramos mayores o nuevos matices o evolución de la vida personal de aquellos: Patrik sigue perdiendo favor, Erica más irresponsable, Anna se hace más desgraciada… No obstante, supone un aire fresco en la saga el desarrollo de la caracterización de secundarios agradables como el inspector Gösta.

“Pese a que habían transcurrido más de seis meses desde que se les arruinó la vida, seguían sin saber cómo actuar el uno con el otro. Cada noche se acostaban en la cama de matrimonio dándose la espalda, aterrados ante la idea de que un movimiento involuntario desencadenara algo que luego no supieran controlar. Era como si el dolor los colmase hasta el punto de incapacitarlos para abrigar ningún otro sentimiento. Ni amor, ni calidez, ni compasión.

La culpa se interponía entre ellos como un peso del que no hablaban. Habría sido más fácil si hubieran podido analizarla y decidir cuál era su sitio. Sin embargo, se movía libremente de un lado a otro, cambiaba de potencia y de forma y atacaba cada vez desde una nueva posición”

Por otro lado, otra novedad, y amable, ha sido que el crimen no sea tan previsible como en novelas anteriores. Además, Läckberg centra todo el peso del relato en el clima de intriga, en la tensión del ambiente, más que en la pauta clásica de la investigación policial; lo cual permite espaciar la trama, dotarla de demora, hacerla más compleja y no solo por el número inusual de personajes, sino por la amplitud de sus historias paralelas. Aquí y allá, para no caer en el aburrimiento, incentivando la sorpresa, aunque no lo consiga por completo, la novelista introduce, de sopetón, hasta en el mismísimo colofón, giros inesperados en el argumento. Asimismo, en mi opinión, sea de una manera más disimulada a lo flagrante en novelas anteriores, Läckberg oculta información relevante para que el lector pueda antes resolver, o intentarlo, el misterio.

En fin, una novela de lectura ágil, amena, fácil; pero que exige ya bien la finalización de la saga o una depuración en el estilo y ambientación de la autora.

“Acarició los listones con la mano. Nunca antes se había percatado de que la casa tenía alma. Aquella casa adosada de Gotemburgo que ella y Mårten habían comprado cuando aún era prácticamente nueva. Entonces le encantaba que todo estuviera limpio y reluciente, que estuviera impecable. Ahora, en cambio, lo nuevo no era más que un recuerdo de lo que hubo, y corriente apagase la llama al cabo de un rato. También en su ánimo llovía y soplaba el viento. Y las llamas que ella trataba de encender se extinguían implacablemente esta otra casa, con sus desperfectos, encajaba mejor con su estado de ánimo. Se reconocía en aquel tejado con goteras, en la caldera, que a veces no arrancaba sino a golpes, y en el aislamiento defectuoso de las ventanas, donde no podían dejar una vela encendida sin que la con un soplo frío.
Quizá las heridas del alma sanaran allí, en Valö. No tenía recuerdos de aquel lugar, pero era como si la isla y ella se reconocieran”


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