Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



miércoles, 16 de marzo de 2016

"MINUTOS"

Tempus fugit” o lo que viene a ser traducido del latín: el tiempo huye, el tiempo se escapa, el tiempo vuela, el tiempo deshace el momento, la existencia. Nada, o todo, tiene el pensamiento de relación con este vídeo que he subido para ti o para nosotros de Ricardo Arjona, “Minutos”. Me fascina esta canción, también ahora cuando, precisamente, son las 9:23. Y en “el cadáver del minuto que pasó” me pregunto, te pregunto, con la “nostalgia que pone casa en mi cabeza”, en ese “pasado con sed”, en estos momentos, nos gusten o no, en los que pondrías o pondríamos nuestro futuro de revés, si has imaginado o imaginamos o has hecho o hicimos algo al reconocer, al percibir cómo pierdes o perdemos el tiempo, cuando ves o vemos pasar los minutos sin hacer nada, ves o vemos pasar un tiempo que ya no regresará y al que pudiste o pudimos llenar de ti o de nosotros mismos; con la satisfacción, con la felicidad de esperar tal vez construir un reloj que de vuelta hacia atrás, creer o inventar, algo o un atisbo o una brizna de luz o de esperanza, y sentirte o sentirnos bien con ello, en esos minutos que encierran los sueños que alguna vez soñaste o soñamos, no el “cementerio de historias, enterradas en fosas” en el que conviertes o convertimos tanto las memorias como nuestras conciencias idealistas. O esos minutos de las felices fantasías del ayer, aquellos instantes para la belleza, dulces o amargos no afectan, los que aspiras o aspiramos vuelvan desde la propia imposibilidad con la que te imputas o nos imputamos, con la de otros minutos como “sal en la herida”, “cadáveres de momentos que no vuelven jamás”, la soledad de la venganza que, aunque no sirvan en absoluto, te maniatan o nos maniatan a su resignación, en la de que “no hay reloj que de vueltas hacia atrás”. Y me pregunto, y te pregunto. ¿Sientes cómo pasa la vida? ¿Sientes cómo gastamos el tiempo o como éste nos desgasta las ilusiones?
 
Minutos que se burlan de mi
Minutos como furia de mar
Minutos pasajeros de un tren que no va a ningún lugar
Minutos como lluvia de sal
Minutos como fuego en la piel
Minutos forasteros que vienen y se van sin decir
Minutos que me duelen sin ti
minutos que no pagan pensión
Minutos que al morir formaran el batallón de ayer
minutos que se roban la luz
Minutos que me oxidan la fe
Minutos inquilinos del tiempo mientras puedan durar
Minutos que disfrutan morir
Minutos que no tienen lugar
Minutos que se estrellan en mi... son kamikazes de Dios
 
Termino con otros latines, de Virgilio: «Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus», o huye entre tanto, huye irreparablemente el tiempo.
Y con esto último, por favor, respóndeme, respóndete: ¿Cómo huyes o huimos del tiempo? ¿Cómo llenas o llenamos los minutos con cuanto te haga o nos haga ser tú o nosotros, mejor o mejores, con cuanto te permita o nos permita construir un mundo con sentido, bello, mejor?
Permítete, permíteme, entretanto llega la respuesta, (y si no llega tampoco pasa nada) llenar la espera con esta maravillosa canción.


 

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