“Tempus fugit” o lo que viene a ser traducido del latín: el tiempo
huye, el tiempo se escapa, el tiempo vuela, el tiempo deshace el momento, la
existencia. Nada, o todo, tiene el pensamiento de relación con este vídeo que
he subido para ti o para nosotros de Ricardo Arjona, “Minutos”. Me fascina esta canción, también ahora cuando, precisamente,
son las 9:23. Y en “el cadáver del minuto
que pasó” me pregunto, te pregunto, con la “nostalgia que pone casa en mi cabeza”, en ese “pasado con sed”, en estos momentos, nos gusten o no, en los que pondrías
o pondríamos nuestro futuro de revés, si has imaginado o imaginamos o has hecho
o hicimos algo al reconocer, al percibir cómo pierdes o perdemos el tiempo, cuando
ves o vemos pasar los minutos sin hacer nada, ves o vemos pasar un tiempo que
ya no regresará y al que pudiste o pudimos llenar de ti o de nosotros mismos;
con la satisfacción, con la felicidad de esperar tal vez construir un reloj que
de vuelta hacia atrás, creer o inventar, algo o un atisbo o una brizna de luz o
de esperanza, y sentirte o sentirnos bien con ello, en esos minutos que
encierran los sueños que alguna vez soñaste o soñamos, no el “cementerio de historias, enterradas en fosas”
en el que conviertes o convertimos tanto las memorias como nuestras conciencias
idealistas. O esos minutos de las felices fantasías del ayer, aquellos instantes
para la belleza, dulces o amargos no afectan, los que aspiras o aspiramos
vuelvan desde la propia imposibilidad con la que te imputas o nos imputamos,
con la de otros minutos como “sal en la
herida”, “cadáveres de momentos que
no vuelven jamás”, la soledad de la venganza que, aunque no sirvan en
absoluto, te maniatan o nos maniatan a su resignación, en la de que “no hay reloj que de vueltas hacia atrás”.
Y me pregunto, y te pregunto. ¿Sientes cómo pasa la vida? ¿Sientes cómo
gastamos el tiempo o como éste nos desgasta las ilusiones?
“Minutos que se burlan de mi
Minutos
como furia de mar
Minutos
pasajeros de un tren que no va a ningún lugar
Minutos
como lluvia de sal
Minutos
como fuego en la piel
Minutos
forasteros que vienen y se van sin decir
Minutos
que me duelen sin ti
minutos
que no pagan pensión
Minutos
que al morir formaran el batallón de ayer
minutos
que se roban la luz
Minutos
que me oxidan la fe
Minutos
inquilinos del tiempo mientras puedan durar
Minutos
que disfrutan morir
Minutos
que no tienen lugar
Minutos
que se estrellan en mi... son kamikazes de Dios”
Termino con otros latines, de
Virgilio: «Sed fugit interea, fugit
irreparabile tempus», o huye entre tanto, huye irreparablemente el tiempo.
Y con esto último, por favor,
respóndeme, respóndete: ¿Cómo huyes o huimos del tiempo? ¿Cómo llenas o llenamos
los minutos con cuanto te haga o nos haga ser tú o nosotros, mejor o mejores,
con cuanto te permita o nos permita construir un mundo con sentido, bello,
mejor?
Permítete, permíteme, entretanto
llega la respuesta, (y si no llega tampoco pasa nada) llenar la espera con esta
maravillosa canción.
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