Leyendo. Así encuentro esta mañana a mi hija
Ángela, leyendo. Hoy, en uno de tantos días en los que se conmemora algo y que,
por su importancia, debería hacerse, sea un rato, un poco, los 365 del año. DÍA
INTERNACIONAL DEL LIBRO. Leer. Un libro. El libro que es emoción, pasión,
aventura, viajes, encuentros y espejo. El espejo donde vemos reflejado el
mundo, la realidad, los tiempos... donde podemos incluso a entenderlos; también
en el que nos vemos a nosotros mismos y, especialmente, a comprendernos, en hacernos
mejores personas. “Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha
leído”, recuerdo en estos momentos a Jorge Luis Borges. Conmemoremos este día,
recordémoslo mañana, con el ejemplo de mi hija, leyendo.
Aquí estoy...
Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.
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