Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



miércoles, 6 de abril de 2016

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "El último día de Terranova" de Manuel Rivas.

“Estoy hecho de agua, aire y miedo”



Recomiendo “El último día de Terranova” (Alfaguara, 2015) de Manuel Rivas, encarecidamente, para quienes gustan y disfrutan con la lectura de una obra bella, de una prosa llena de poesía; a quienes sienten la literatura, los libros, la cultura; o a quienes, como yo, desde siempre nos encantan los ratos agradables, ociosos, recorriendo las librerías, comprar o no comprar, leer o no leer el género, solo con mirar aquí y allá, este y aquel otro libro, con pasar sus hojas, oliéndolas, leyéndolas al azar. Porque esta también es una forma de belleza, de disfrutarla, como se pueda ver un cuadro hermoso, oír o tararear esa canción, la belleza de las palabras, ajenas y propias. Y esto he sentido con esta novela de Manuel Rivas en su homenaje a las librerías y a los libreros, el recuerdo de mis descubrimientos en aquella ya desaparecida Librería Hispania o X46 en calle Espinel o la Bola de Ronda, a la que sucedieron otras, Herfer y ahora más con Dumas por ejemplo, y otras de aquí y de otros lugares, y las que con su ventura vendrán. Además, el sentimiento, la emoción, por todos los gratos momentos que me ha deparado este relato, por su narrativa musical, delicada, firme, con carácter, perfectamente estructurada. Recomiendo la lectura de este “El último día de Terranova” que, sin duda alguna, es uno de los mejores libros que he leído en los últimos tiempos. No les defraudará, seguro. A continuación, para en quienes haya despertado la curiosidad, la sinopsis editorial tras esta frase rescatada:

“La escritura también se creó para decir lo que no se puede decir”

“La nueva novela de Manuel Rivas. La historia de una librería donde confluyen historias de amores, libros prohibidos, náufragos de la vida y la memoria oculta de nuestra historia reciente. Querrás entrar en Terranova.

Hay lugares que nunca deberían desaparecer.

«Estoy de pie frente al mar y tengo miedo a girarme y que todo desaparezca para siempre. Que cuando me vuelva, solo encuentre un inmenso vacío partido por la Línea del Horizonte, una línea fósil, sin recuerdos que se muevan en ella como ahora lo hace Garúa en bicicleta con su lote de libros en las alforjas.»

La vida de Vicenzo Fontana está a punto de entrar en Liquidación Final cuando su librería se ve asediada por la codicia implacable de los especuladores inmobiliarios. Es el año 2014 y Terranova corre peligro de desaparecer tras más de sesenta años de resistencia ante los temporales más duros de la historia. Décadas en las que, dirigida primero por sus padres -Amaro y Comba- y por su tío Eliseo, y luego por él, fue siempre refugio para disidentes, perseguidos, libros prohibidos y contrabandistas de cultura. Un territorio de la memoria con una geografía propia, un sitio donde el exilio nunca ocurrió.

Aunque Terranova fue su hogar, Vicenzo, que arrastra en la vejez las secuelas de una enfermedad infantil, se rebela en su juventud contra los libros. Alejado del ambiente familiar, conoce en Madrid a Garúa, una enigmática chica argentina con la que regresa a Terranova a finales de 1975. En entonces cuando aprende de los libros todo lo importante, aquello que su familia siempre supo: cómo fingen, cómo ayudan, cómo enseñan a amar, cómo acompañan y cómo salvan.

El último día de Terranova es el relato de una lucha silenciosa contra la barbarie. Con la sensibilidad y el dominio del lenguaje que caracterizan su narrativa, Manuel Rivas construye una emocionante historia protagonizada por seres al tiempo valerosos y vulnerables, cuya vida es la suma de todo lo que cuentan, lo que imaginan y lo que jamás llegan a decir.

La crítica ha dicho sobre el autor y su obra...
«Rivas ha escrito algunas de las mejores líneas de la ficción contemporánea.» Eileen Battersby, The Irish Times”

Tengo que avisar de que esta novela está construida con la enorme osadía de no postrarse a un argumento lineal, o al uso, sino de barajar con maestría diversos momentos narrativos, hilados en Galicia, Madrid y Buenos Aires, entretejidos con elipsis y giros que, si bien requieren prestar una mayor atención, asientan la hermosa peculiaridad de su historia o del caleidoscopio de todas ellas, como esos vasares repletos de libros de las librerías, trascendiendo al relato y orillando en la poesía: la infancia de Vicenzo Fontana en el pulmón de acero, víctima de la poliomielitis, la instintiva y peligrosa rebeldía juvenil y su entrega definitiva y absoluta a Terranova.

“… una escenografía abstraída, con ese silencio que guarda todo lo escuchado y espera un timbre, una señal para expandirse”

La librería Terranova o ese lugar mágico, especial, de geografía propia, con cuartos o espacios como el Sanctum Regnum, Penumbra, Laberinto Mágico, Mobilis in Mobili o Tierra Escondida, tan sugerentes como el universo que puebla sus estanterías: amores secretos, indefinidos, lealtades indestructibles, libros prohibidos por el franquismo que llegaron de América en las maletas de emigrantes, de estraperlo, víctimas de la persecución política, irracional, de las dictaduras aquí, en España, y allá, en Argentina…

“Tiene razón Amiel en su Diario íntimo: Cada día nos dejamos una parte de nosotros mismos en el camino. No sé cuánto me habré dejado hoy. Mucho. Casi todo.”

Vicenzo Fontana se enfrenta a un inminente cierre por desahucio, sórdidos intereses inmobiliarios acucian, de la histórica librería Terranova, sesenta años la ampara, fundada por sus padres, Amaro y Comba, un año después de la muerte por tuberculosis de su abuelo Antón, quien costeó el sueño de su hija, la pianista sin piano y a lo cual se sacrificó ahorrando cada peseta conseguida como pescador en el mar del norte. Junto a esta lucha contra la especulación de los tiempos, Vicenzo también conjuga, soporta, asimila, recuerda la pesada carga de la memoria de los espacios y de quienes los vivieron y ya no están, las víctimas de la injusticia, de la opresión, de la represión fascista, de todos aquellos que encontraron un refugio entre las paredes o en los estantes de Terranova. “Hombres de lluvia aman el sol” Desde la historia de su propio padre, Amaro Fontana, o “el Hombre Borrado” por el franquismo, uno de los mayores expertos en la Odisea, de ahí su apodo Polytropos, y colaborador en la fundación del Seminario de Estudios Gallegos, exterminados por la intransigencia de la dictadura. Y al igual que Amaro, su tío Eliseo, militante de esa poética y mítica “Internacional Surrealista”, tuvo que esconderse como un “topo” del sometimiento político. Eliseo, durante la convalecencia de Vicenzo, fue el narrador de historias extraordinarias por las librerías y con escritores excepcionales del mundo. “Lo que pasaba con tío Eliseo es que estaba todo el día abriendo pasos en la frontera de la realidad”

Y a esto añadámosle otras fantásticas historias que duermen al socaire del alma y protección de Terranova: la de Estela, Beatriz, Mika, Giuliana… la mujer de los mil nombres, la misteriosa Garúa, una militante argentina disidente del horror estatal y de la que se enamora Vicenzo. O la historia de Croto, personaje que aprendió de memoria el extenso poema Martin Fierro;
o la del señor Estrada, confidente del régimen franquista que vuelca su desesperación en Terranova para que su hija enferma de cáncer lea los poemas de Emily Dickinson; o la de Dombodán, el hermano de leche de Vicenzo, el exponente de esas lealtades inquebrantables a las que antes me refería y capaces de dar su vida por un amigo… Historias entreveradas con maestría y poesía por Manuel Rivas, sustentadas en esos objetos, en esos útiles que las hacen estar siempre vivas, como el revólver Seis Luces sin balas, la talla del siglo XIV de la Virgen Grávida de Chor y, en especial, la Piedra del Rayo, un hacha paleolítica en forma de corazón que protege a quien la posee… recursos como tantos de aquellos presentes en los que sostenemos nuestras propias vidas.

“Las palabras son hembras, afirmó, los hechos son machos”

Esta es una novela, por otra parte, que es un grito de crítica, de denuncia, contra la intolerancia y el fanatismo, contra las dictaduras y la violencia, contra las persecuciones y la censura. Al mismo tiempo, sobreponiéndose a esta oscuridad contra la libertad y la cultura, contra la diversidad, un alegato, una celebración entusiasta de la literatura, la cultura, la libertad de las palabras y su alma sensible y poética. Las referencias literarias son numerosas, ilustrativas, que no son pesadas, pedantes, ni redundantes, la celebración apasionada de escritores, obras y editoriales u otras empresas vinculadas con la literatura, con el conocimiento. Terranova es el símbolo de uno y otro mensaje, el homenaje o reivindicación de un último aliento de esperanza, de amor más allá de los libros y el conocimiento, a pesar de esa “saudade” o “enfermedad de los horizontes” que estruja a personajes e historias, a pesar de ese último obstáculo infranqueable del desahucio como una de las lacras actuales de la corrupción y especulación inmobiliaria y habiendo resistido a la censura franquista, a atentados, delaciones, etc, la divisa de la esperanza por el futuro y las artes, por la libertad y la cultura.

“Hace ahora setenta años, mi abuelo materno, Antón Ponte, en el mar de Terranova y Nueva Escocia, fue pinchando con una aguja la yema de sus dedos para evitar con el calor de su sangre la congelación de las manos. Este hombre tenía un sueño. Yo habito ese sueño”

Y termino, como no, recomendando encarecidamente de nuevo este “El último día de Terranova” de Manuel Rivas, tan bien escrito, tan directo y hermoso para todos los que amamos la literatura, la cultura, y para los que consideramos o defendemos la instrumentalización, o guía, de los libros en memoria de los tiempos, de todos, y con los aprender, soñar y construir un mundo mejor. “El último día de Terranova”, una belleza llena de poéticos significados.


“… y donde Eliseo había leído el primer texto de Breton y había sentido que era un ventrílocuo que hablaba por él, que leía algo que ya estaba impreso en su memoria, y que podía murmurar antes de leer, como una credencial: Yo conozco la desesperación en sus grandes líneas, en sus grandes líneas la desesperación no tiene importancia”

7 comentarios:

  1. ¡Hola!
    Pues éste no lo he leído y no me importaría hacerlo.
    Buena reseña.
    ¡Nos leemos! :-)

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  2. ¡Hola!
    Pues éste no lo he leído y no me importaría hacerlo.
    Buena reseña.
    ¡Nos leemos! :-)

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    Respuestas
    1. No te defraudará, seguro. Y gracias. Nos leemos!!

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    2. No te defraudará, seguro. Y gracias. Nos leemos!!

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  3. Lo he leído hace unas semanas. Es una delicia. Me ha gustado especialmente, además de por la belleza con la que está escrito, por la reflexión de todo lo que, en realidad, desaparece cuando se cierra una puerta para siempre.

    Saludos.

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