Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



domingo, 29 de mayo de 2016

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "Cinco esquinas" de Mario Vargas Llosa

“—El morbo es el vicio más universal que existe”


Ni muy bueno ni muy malo. Ni deslumbrador ni decepcionante. No es un clásico ni una novela mediocre. Indudablemente, esto sucede cuando hablamos de un grande de la literatura universal, y como hubiese sido el caso de cualquier otro, más si se es Premio Nobel de Literatura, a los que les persigue el juicio, y la espera, de que cada novela que publiquen sea igual de memorable que las que lo elevaron al pódium de las letras. No es justo, por supuesto. No es justo establecer baremos, límites inflexibles en torno a sus obras maestras y desmerecer de menores por el contrario a las otras. No es esta “Cinco esquinas” (Alfaguara, 2016) de Mario Vargas Llosa, una excepción a lo dicho anteriormente. No es una obra maestra, de acuerdo; pero es un relato ágil, intenso, que se lee de un tirón y está muy bien escrito, con ese estilo solvente y sincero del autor.

“Algo le decía que éste era uno de esos momentos decisivos que cambian una vida o acaban con ella”

«Mario Vargas Llosa regresa a la novela con un descarnado retrato del Perú de Fujimori, que es también un apasionado alegato a favor de la libertad de prensa»
“«Él había pensado que, después de todo, un periodista puede ser a veces útil. -Y también peligroso-, concluyó. Tuvo el presentimiento de que nada bueno saldría de esta visita.»

«La idea de esta novela comenzó con una imagen de dos señoras amigas que de pronto una noche, de una manera impensada para ambas, viven una situación erótica. Luego se fue convirtiendo en una historia policial, casi un thriller, y el thriller se fue transformando en una especie de mural de la sociedad peruana en los últimos meses o semanas de la dictadura de Fujimori y Montesinos. Me gustó la idea de que la historia se llamase Cinco Esquinas como un barrio que, de alguna manera, es emblemático de Lima, de Perú y también de la época en la que está situada la historia.

»Si hay un tema que permea, que impregna toda la historia, es el periodismo, el periodismo amarillo. La dictadura de Fujimori utilizó el periodismo amarillo, el periodismo de escándalo, como un arma política para desprestigiar y aniquilar moralmente a todos sus adversarios. Al mismo tiempo, también está la otra cara, cómo el periodismo, que puede ser algo vil y sucio, puede convertirse de pronto en un instrumento de liberación, de defensa moral y cívica de una sociedad. Esas dos caras del periodismo son uno de los temas centrales de Cinco Esquinas.»
Mario Vargas Llosa

La opinión de la crítica:
«Uno de los aciertos de la novela reside, sin duda, en lo fielmente que retrata las pretensiones éticas de esta peña que trabaja en la prensa más sensacionalista...»
Iñaki Ezkerra, El Pueblo Vasco

«Cinco Esquinas, la nueva novela de Mario Vargas Llosa, es un retrato del Perú de los años noventa, estremecido por la violencia de Sendero Luminoso, sacudido por la corrupción del gobierno de Fujimori y escandalizado por el periodismo sensacionalista.»
Letras libres

«Cinco Esquinas, la novela del Premio Nobel que reúne a modo de resumen todos los elementos presentes en la extensa producción de su autor, arropados con la magnífica prosa que acostumbra.»
Francisco García Pérez, Información De Alicante-Artes Y Letras

«Es una novela muy bien construida, con un dominio del lenguaje notable [...].»
Joan Garí, Ara”

Los críticos, o algunos y retomo lo anterior a la sinopsis editorial dictada por el propio escritor, consideran este “Cinco esquinas” como una novela decepcionante, improvisada, de una simplicidad ramplona, escrita sin planificación o a golpes de inspiración, no muy talentosos, fruto de obsesiones del ayer que en la actualidad cobran más relevancia para éste. Temas obvios, una venganza recurrente, la denuncia contra el expresidente peruano, con el que compitió por la presidencia en 1990, Alberto Fujimori, y el hombre fuerte de la dictadura, el Doctor, Vladimiro Montesinos, que se sirvieron de la manipulación de la prensa para coaccionar a detractores u opositores. Una prensa, amarillista, con la que en la actualidad el propio Vargas Llosa se enfrenta por una mediática relación sentimental. Apreciaciones injustas porque ni él ni nadie está en condiciones, este es su 18 libro, de hacer de cuanto escriba una obra literaria perfecta. A mi juicio “Cinco esquinas” es una novela amena, bien estructurada, sólida y con ritmo, me ha encantado esa técnica faulkneriana de alternancia de varias narraciones o contextos narrativos, el penúltimo capítulo es genial y al respecto. Incluso he disfrutado del erotismo sin prejuicios, de una sexualidad femenina salvaje, desenfrenada, elocuente. De acuerdo con que es una novela menor, de estilo tardío o no carece de importancia, pero eficaz.

“El Perú entero podría satisfacer su curiosidad morbosa, su apetito chismográfico, ese placer inmenso que produce a los mediocres, la mayoría de la humanidad, saber que los famosos, los respetables, las celebridades, los decentes, están hechos también del mismo barro mugriento que los demás”

Quizás hubiéramos esperado un retrato más detallista, emocionante, de la sociedad peruana de la época, algo más crudo y sin tanto humor “negro” entreverado. No obstante, a mi modo de ver, esta intención narrativa, no desmerecedora, se refleja asimismo en unos personajes que pueden resultar vacíos, no tan definidos, a los que los propios diálogos, sucintos e inexpresivos, esa obsesión por el sexo, restan visualidad y caracterización. Insisto que no es incorrecta, sino que Vargas Llosa ha impuesto la sencillez a la retórica, sin honduras. Personajes que olvidaremos y como todavía permanecen en nuestra memoria literaria otros de sus grandes obras. No nos acordaremos de ese periodista mugriento y cínico, Rolando Garro; o de su compañera Julieta Leguizamón y apodada la Retaquita; ni del rico ingeniero Enrique Cárdenas o el abogado Luciano Casas; quizás nos acordemos de los juegos lésbicos entre sus mujeres, dos pijas de la alta sociedad, Chabela y Marisa; del viejo recitador de poemas, Juan Peineta, que para vivir se hizo payaso, luego cayó en desgracia por culpa de las malas artes de Rolando Garro; del siniestro y todopoderoso Doctor, mano derecha de Fujimori, un remedo exacto de Vladimiro Montesinos. Personajes no tan visuales, que no retendremos por sus ideas, o por algunas de ellas, o por efectos argumentales asombrosos.

“Tendría su dignidad, no querría seguir siendo el desaguadero del régimen de Fujimori, el excusado por el que pasaba toda la caca del gobierno”

“Cinco esquinas” de Mario Vargas Llosa, una historia ágil que arranca con una intensa escena lésbica entre dos amigas de la alta sociedad limeña, en los años finales del mandato despótico de Fujimori; luego un chantaje a un ingeniero importante, donde ya se trasluce el componente político del periodismo amarillo y las alcantarillas del estado peruano que usa y manipula contra sus detractores; chantaje que se convierte en sensacionalismo mediático, que toma la intriga de thriller tras un asesinato y a la sombra del poder de un régimen funesto; para terminar con cierta redención del periodismo para enaltecer la justicia, no las miserias. La variedad narrativa es intensa: erotismo, suspense, historia, política, sociedad... en un retrato apto de la época, de la sociedad peruana en las postrimerías de la dictadura de Fujimori, con toda su carga de corrupción, no solo institucional o colectiva, sino también personal, de las injusticias, y una seria reflexión acerca de la libertad de prensa y el libertinaje por su degeneración, de su manipulación por los gobiernos o poderes económicos… El autor deja que el lector haga sus propias consideraciones, no cae en valoraciones morales o en juicios personales sobre la hipocresía, el cinismo, la crueldad. De acuerdo que no es una obra mayor de Vargas Llosa, pero es una buena novela.


“Sabes de sobra que aquí desaparecen a la gente y no pasa nada porque la culpa de todo la tienen los terroristas”

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