“Eso era el poder, la capacidad de actuar desde la sombra”
El gran escritor Juan José Millás
hace de un tópico del suspense una amarga fábula con diversos sentidos de la
moralidad del mundo actual. En “Desde la sombra” (Seix Barral, 2016), toma ese
recurso nada insólito entre el voyerismo y la intriga fantasmal, y que a bote
pronto me hace recordar las películas “El habitante incierto” de Guillem
Morales, “La ventana indiscreta” de Hitchcock, “Peeping Tom” de Powell, e
incluso “Body doublé” de Brian de Palma o “Terciopelo azul” de Lynch, y sin
entrar en la literatura romántica-terrorífica como por ejemplo “El fantasma de
la ópera” de Gastón Leroux,… un recurso que del mismo modo respondería, dentro del
imaginario colectivo, a esos terrores infantiles a los monstruos que habitaban
en los armarios, “-No sé, de niños nos
ocurren cosas inexplicables que no confesamos nunca a nadie. Luego, al crecer,
las olvidamos”; y sirve a este maestro de la extrañeza que es Millás para
en solo 208 páginas, con su característico realismo fantástico o surrealismo
objetivo o fantasías costumbristas, un alegato político honesto contra la
soledad en un mundo tan comunicado, del poder y de la pérdida de perspectivas.
“Damián se siente confuso desde
que perdió su trabajo. Un día comete un pequeño hurto en un mercado de
anticuarios y se esconde en el interior de un armario. Antes de que pueda
salir, el armario es vendido y trasladado a la habitación de matrimonio de Lucía
y Fede, donde Damián termina instalado, como si formara parte del mueble. La
habilidad con que se lleva hasta las últimas consecuencias una premisa
imposible, aunque verosímil, imprime a esta novela una tensión extraordinaria.
Así, desde su escondite, Damián observa a esta familia. Así, se irá acercando
al corazón de Lucía, a sus temores y a sus sueños, y al hacerlo se sabrá por
fin respetado y comprobará de todo lo que es capaz al sentirse vivo. El Juan
José Millás lector y el gran escritor se dan la mano en esta novela que
contiene un fuerte valor simbólico en su aparente sencillez. La mejor prosa
millasiana al servicio de una novela brillante que articula las obsesiones del
maestro de la extrañeza. Millás es uno de los escritores con más verdad por
centímetro cuadrado de página”, Antonio Iturbe, Qué Leer.”
“Dios era quizá el ser más famoso del universo sin que nadie, jamás,
con la excepción de algún trastornado, lo hubiera visto”
Millás continúa ofreciéndonos
ideas originales en narraciones breves, enormemente lúcidas; con magistral
sencillez encaja de manera fácil (y no lo es) la complejidad ya no solo del
propio tema sino que consigue que el lector no se pierda y se deja atrapar por
el laberinto simbólico o kafkiano de la narración, aquí de misterio e inquietud,
y sonría con ternura a un inesperado final.
“- ¿Es usted –preguntó O´Kane- esa clase de maniático que mira debajo
de la cama antes de acostarse?
-
Bueno, sí –aceptó
Damián esbozando una sonrisa-. Pero creo que soy la excepción. La gente
acostumbra a dormirse con ese vacío metafísico debajo de su cuerpo”
Entre la diversidad de temas que nos
descubre el autor con su relato, más allá de la generalidad de la fascinación
humana por indagar en la vida de los demás, el morbo principalmente y que
oculta el verdadero sentido por querer comparar o justificar las propias
miserias y virtudes con las de los otros, hay una crítica cruda contra la
influencia de la televisión, de la tele-basura interesada en desollar a la
gente con impune sordidez, reflejada en el continuo monólogo interior de
Damián, el protagonista, como si estuviera en un programa de entrevistas en
directo, en un plató televisivo virtual que incluso cuenta con el cameo del
prestigioso periodista Iñaqui Gabilondo. Esto no es más, insisto, que el
reflejo de un mundo que a pesar de estar tan comunicado, tan mediatizado o
polarizado por las redes sociales y autarquías de los medios de comunicación,
un mundo tan globalizado, tan poco reservado, tan concentrado, donde a nivel
personal cuesta mucho ya no solo entablar relaciones personales como tales,
humanas, sino que a la soledad a la que nos aboca se le une las dificultades
para salir adelante o intentar revertir las cosas.
“… sintió una corriente de aire que la vació de todo lo que llevaba
dentro llenándola de todo lo que se encontraba fuera”
Para mí, sin duda alguna, el
mensaje o sentido de la novela que más me ha llegado, al que considero
fundamental, es en referencia a su cariz político. Creo que esta es una novela
muy política, reivindicativa de un grueso de la población desesperado, desolado,
de fantasmas como la propia vida o el rol fantasmal del protagonista de la
novela, Damián; la de tantos y tantos desempleados, parados sin posibilidades, invisibles
de no ser por unas frías estadísticas, los números impersonales que deshumanizan
a gente con corazón, con mente, y con ganas de dar sentido al mundo. Noble la
conciencia crítica de Millás, responsable con la virtud social y transgresora que
debe tener la realidad y ficción narrativa, que ha hecho de este cuento
surrealista un catecismo marxista desaparecido pero necesario, de un derecho
sincero, incluso insumiso ante este desdichado contexto de una población de
fantasmas o desempleados.
“-Escuchar es un modo de mirar”
Indudablemente no es una de las
mejores novelas de este literato tan importante en nuestra literatura española contemporánea;
pero sin duda alguna no va a decepcionar a nadie y porque, desde su figurada
sencillez, hará reflexionar sobre nosotros y de nuestro papel en el mundo.
“Paradójicamente, ahora que pasaba tantas horas dentro del armario se
sentía libre… en el que a menudo había dudado de su inteligencia”.
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