Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



sábado, 25 de junio de 2016

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "Rosy & John" de Pierre Lemaitre

“El encuentro fortuito que da un vuelco completo a tu vida, la placa de hielo traicionera, la respuesta que se pronuncia sin pensar... Las cosas decisivas ocurren en menos de una décima de segundo”



Después de “Irène” y “Alex”, este es el tercer caso del comandante Camille Verhoeven, enano, artista, inteligente, colérico y terriblemente humano, “demasiado talento para ser policía; pero no el suficiente para ser artista”, “Rosy & John” (Alfaguara, 2016) de Pierre Lemaitre, el flamante ganador de un premio Goncourt y otros galardones prestigiosos de novela negra. Las novelas de Lemaitre constituyen uno de esos placeres irrenunciables; historias que guardan su linealidad, imprescindible seguirlas por orden para evitar espoilers, pero diferentes entre sí. Admirable el manejo del género por el autor, habilidoso y audaz, innovador, desafiante, experimentando de forma intensa una literatura esencialmente entretenida. Este es otro relato que una vez empezado es imposible abandonarlo, a lo cual contribuye su brevedad, algo más de 100 páginas. De hecho fue concebido en un principio de thriller para teléfonos móviles, de capítulos cortos, como un suspiro por su fuerza, “los episodios no debían sobrepasar las tres páginas de una pantalla, el tiempo que pasa un parisino en el metro entre dos transbordos”, justificaba el escritor su reto, titulado “Les grands moyens”, como un homenaje a esos antiguos folletines por entregas en los periódicos de la época. Luego el propio Lemaitre rescató el texto, hizo unos cambios aquí y allá, necesarios, y rebautizó el relato en “Rosy & John”. Pura acción condensada, concentrada, sin artificios innecesarios, de frugales descripciones ambientales y reparto, muy visual, solo breves pinceladas, pocas palabras, vertiginosa acción y suspense. Puro dinamismo narrativo, absorbente y divertido.

“El dilema del comandante Camille Verhoeben.

Jean Garnier es un joven solitario que lo ha perdido todo: su trabajo, tras la muerte misteriosa de su jefe; su novia, en un extraño accidente, y Rosie, su madre y principal apoyo, que ha sido encarcelada. Para dar rienda suelta a su dolor, planea hacer explotar siete obuses, uno por día, en distintos puntos de la geografía francesa.

Después del primer estallido se entrega a la policía. Su única condición para evitar la catástrofe es la liberación de su madre. El comisario Verhoeben se encuentra ante un gran dilema: ¿es Jean un lunático con delirios de grandeza o una verdadera amenaza para todo el país?”

“Qué curioso, la escena está como en suspenso”

Novela corta, muy poderosa, de ágil y directa prosa, sin florituras ni pausas, creando de manera inteligente, y atrevida, un cuadro de una plasticidad visual enorme y precisa, con escenas de días y horas sometidos escrupulosamente, y ansiosamente, al reloj, a una investigación contrarreloj sorprendente y de resultado inimaginable. No es que sea, fatalmente tan de actualidad, una crítica del fanatismo religioso, “-Muchas veces creemos que el terrorismo es algo sofisticado –concluye Basin-, pero no lo es”, en todo caso el retrato de un grado de sumisión personal abatido, sin solución o salvación. El propio Lemaitre reconoce su pequeño homenaje a Zola y a otros escritores, como sucedió del mismo modo en las obras anteriores, con los que el francés se siente en deuda: Proust, Pasternak, Muñoz Molina, García Márquez, Ishiguro… Una novela muy recomendable y como todas las de este magnífico escritor.

“Un día, Irène le dijo: “Lástima que los misóginos no te conozcan, les ayudaría a relativizar”



               

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