“El encuentro fortuito que da un vuelco completo a tu vida, la placa de
hielo traicionera, la respuesta que se pronuncia sin pensar... Las cosas
decisivas ocurren en menos de una décima de segundo”
Después de “Irène” y “Alex”, este
es el tercer caso del comandante Camille Verhoeven, enano, artista,
inteligente, colérico y terriblemente humano, “demasiado talento para ser policía; pero no el suficiente para ser
artista”, “Rosy & John” (Alfaguara, 2016) de Pierre Lemaitre, el
flamante ganador de un premio Goncourt y otros galardones prestigiosos de
novela negra. Las novelas de Lemaitre constituyen uno de esos placeres irrenunciables;
historias que guardan su linealidad, imprescindible seguirlas por orden para
evitar espoilers, pero diferentes entre sí. Admirable el manejo del género por el
autor, habilidoso y audaz, innovador, desafiante, experimentando de forma
intensa una literatura esencialmente entretenida. Este es otro relato que una
vez empezado es imposible abandonarlo, a lo cual contribuye su brevedad, algo
más de 100 páginas. De hecho fue concebido en un principio de thriller para
teléfonos móviles, de capítulos cortos, como un suspiro por su fuerza, “los
episodios no debían sobrepasar las tres páginas de una pantalla, el tiempo que
pasa un parisino en el metro entre dos transbordos”, justificaba el escritor su
reto, titulado “Les grands moyens”, como un homenaje a esos antiguos folletines
por entregas en los periódicos de la época. Luego el propio Lemaitre rescató el
texto, hizo unos cambios aquí y allá, necesarios, y rebautizó el relato en
“Rosy & John”. Pura acción condensada, concentrada, sin artificios
innecesarios, de frugales descripciones ambientales y reparto, muy visual, solo
breves pinceladas, pocas palabras, vertiginosa acción y suspense. Puro dinamismo
narrativo, absorbente y divertido.
“El dilema del comandante Camille
Verhoeben.
Jean Garnier es un joven
solitario que lo ha perdido todo: su trabajo, tras la muerte misteriosa de su
jefe; su novia, en un extraño accidente, y Rosie, su madre y principal apoyo,
que ha sido encarcelada. Para dar rienda suelta a su dolor, planea hacer
explotar siete obuses, uno por día, en distintos puntos de la geografía
francesa.
Después del primer estallido se
entrega a la policía. Su única condición para evitar la catástrofe es la
liberación de su madre. El comisario Verhoeben se encuentra ante un gran
dilema: ¿es Jean un lunático con delirios de grandeza o una verdadera amenaza
para todo el país?”
“Qué curioso, la escena está como en suspenso”
Novela corta, muy poderosa, de
ágil y directa prosa, sin florituras ni pausas, creando de manera inteligente,
y atrevida, un cuadro de una plasticidad visual enorme y precisa, con escenas
de días y horas sometidos escrupulosamente, y ansiosamente, al reloj, a una
investigación contrarreloj sorprendente y de resultado inimaginable. No es que
sea, fatalmente tan de actualidad, una crítica del fanatismo religioso, “-Muchas veces creemos que el terrorismo es
algo sofisticado –concluye Basin-, pero no lo es”, en todo caso el retrato
de un grado de sumisión personal abatido, sin solución o salvación. El propio
Lemaitre reconoce su pequeño homenaje a Zola y a otros escritores, como sucedió
del mismo modo en las obras anteriores, con los que el francés se siente en
deuda: Proust, Pasternak, Muñoz Molina, García Márquez, Ishiguro… Una novela
muy recomendable y como todas las de este magnífico escritor.
“Un día, Irène le dijo: “Lástima que los misóginos no te conozcan, les
ayudaría a relativizar”
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