“-El dolor es el combustible más poderoso”
Verano. Verdad. Algunos (especialmente
alguna) de los que leéis mis reseñas, me habéis pedido consejo sobre una
novela tipo bestseller a “La chica del Tren” de Paula Hawkins del año pasado, por
un buen thriller de los que se leen de un tirón, sin grandes pretensiones, que
llene esas horas ociosas del verano, sobre todo las del después del almuerzo,
sin ninguna necesidad de nada, solo la apacible inanidad que busca llenarse con
algo liviano, entretenido y ágil. Entonces, Juan Gómez-Jurado es un valor
seguro, y “Cicatriz” (Ediciones B, 2015) un buen libro, también del estío
pasado y, en cierta manera, superior al otro; recomendable para esta exigencia llamémosle
veraniega.
“Mi error fue enamorarme de ella y el segundo no preguntarle por aquella
cicatriz”.
Así comienza esta historia y cuya
sinopsis editorial (mucho he pensado en incluirla en mi reseña, ya que es uno
de estos libros que hay que leer paso a paso y sin ninguna referencia, por nimia
o fútil que sea, que nos prevenga o alerte de los pormenores de su trama; intriga
que tiene que ser de esa forma: inesperada, vertiginosa, sorprendente) cuenta:
“Una historia absolutamente adictiva firmada por
el autor español de thriller más leído en todo el mundo.
Simon Sax podría ser un tipo
afortunado. Es joven, listo y está punto de convertirse en multimillonario si
vende su gran invento -un asombroso algoritmo- a una multinacional. Y, sin
embargo, se siente solo. Su éxito contrasta con sus nulas habilidades sociales.
Hasta que un día vence sus
prejuicios y entra en una web de contactos donde se enamora perdidamente de
Irina, con la inexperiencia y la pasión de un adolescente, a pesar de los miles
de kilómetros que los separan. Pero ella, marcada con una enigmática cicatriz
en la mejilla, arrastra un oscuro secreto.
Una novela que te hará mirar de
otra forma a la persona con la que duermes”
“Alrededor del cuarenta y siete por ciento del polvo que hay en una
casa es piel humana. En cada mota viven decenas de ácaros. Diminutos arácnidos
que se nutren de lo que dejamos atrás. Como los malos recuerdos. Se alimentan
de restos, de secreciones, y nunca desaparecen”
Una historia llena de clichés,
sí; previsible en la mayoría de sus aspectos, sí; en la que los buenos no son
tan buenos ni los malos tan malos, también; personajes, pues, normales y con
ese aire extravagante que los hace interesantes y adecuados al hilo de la
novela; con acción, suspense, amor, sexo, sentimiento…, lo habitual; … Todo bien
construido, tan bien narrado como si estuvieras sentado en una sala de cine con
el paquete de palomitas en la mano y atento a la pantalla, en una fantástica
película de acción tan atrayente que ni pestañear puedes. El lenguaje llamémosle
cinematográfico de Juan Gómez-Jurado es magistral, tanto que nos da la
impresión de haber una buena película de este libro y si no la hay debería de filmarse.
Incluso el propio autor sostiene esta sensación: “Si algún día hacen una película de este desastre, espero que le
interprete Jamie Foxx. No se parece en nada a Freeman, pero tendrías que ser
alguien capaz de soltar semejante cantidad de gilipolleces con una convicción
absoluta, como si hablase desde el fondo del corazón” Esperemos ver la
puesta en escena del libro muy pronto, con su misma calidad.
“Me he esforzado mucho por editar y limpiar mis recuerdos, convertirlos
en algo asumible. Como en un programa de edición de vídeo, cortando y
ensamblando las escenas de mi vida hasta lograr una implausible y edulcorada
realidad. Pero tiene un coste muy grande. Cada corte deja una marca, una grieta
por la que se escurre lo que eres en realidad; y deja detrás una cáscara vacía,
un remedo grotesco que habla con tu voz y camina con tu cuerpo”
“Cicatriz” empieza con una
intensidad abrumadora, ya en las primeras líneas descubre cómo va a concluir la
historia, la cual, por su prosa dinámica y sencilla, mantiene la fuerza y una curiosidad
ávida página tras página, capítulo tras capítulo, en un no parar; a través de
intensos flashbacks por un doble ámbito argumental, primero, por dos historias
paralelas, una narrada en primera persona por Simon, el antihéroe y con el que
nos identificamos pronto, y otra en tercera persona por Irina fundamentalmente,
hasta que ambas confluyen en un final de vértigo, fascinante, culminando todas
nuestras expectativas. Insisto en que no debería contar más sobre una trama que
debe descubrirse y desenredarse a medida que transcurra la lectura, y no voy
hacerlo; tiene que ser el lector quien esquive los balazos, indague aquí y
allá, o se escabulla de… imagínense lo peor, del mismo modo lo más atractivo.
“Cuando has vivido toda una vida bajo el dogma de que no habrá nadie,
nunca, y resulta que alguien aparece, el miedo a estar solo se vuelve aún más
terrible. Al depositar en otra persona la posibilidad de devolverte a esa
soledad con la que has convivido como una odiosa compañera de juegos, dejas de
ser el dueño de tu cómoda tristeza”
En conclusión, este es tu libro
para esas tardes, en casa o en la playa o donde convenga, en las que el propio sopor
nos cautiva, en las que no hay nada trascendente, o urgente, que nos saque de
esa indolencia agradable. Sin embargo, avisados quedáis, será un libro que una
vez comenzado no podréis dejar de leerlo y, quizás, os ocupará un tiempo que no
teníais previsto y que absorberá la intriga de sus páginas hasta terminarlo. De
todas maneras, son 512 páginas que resultan pocas, como si leyéramos una novela
corta. Una aventura adictiva con la que el disfrute está garantizado, seguro.
“-¿Y qué soy ahora, Afgano? El viejo duda antes de contestar. Diría
muchas cosas, pero siente que ella no alberga espacio en su corazón para todas.
Se obliga a elegir una. –Eres mi obra maestra, Irina”
No hay comentarios:
Publicar un comentario