Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



domingo, 31 de julio de 2016

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "Cicatriz" de Juan Gómez-Jurado

“-El dolor es el combustible más poderoso”



Verano. Verdad. Algunos (especialmente alguna) de los que leéis mis reseñas, me habéis pedido consejo sobre una novela tipo bestseller a “La chica del Tren” de Paula Hawkins del año pasado, por un buen thriller de los que se leen de un tirón, sin grandes pretensiones, que llene esas horas ociosas del verano, sobre todo las del después del almuerzo, sin ninguna necesidad de nada, solo la apacible inanidad que busca llenarse con algo liviano, entretenido y ágil. Entonces, Juan Gómez-Jurado es un valor seguro, y “Cicatriz” (Ediciones B, 2015) un buen libro, también del estío pasado y, en cierta manera, superior al otro; recomendable para esta exigencia llamémosle veraniega.

Mi error fue enamorarme de ella y el segundo no preguntarle por aquella cicatriz”.

Así comienza esta historia y cuya sinopsis editorial (mucho he pensado en incluirla en mi reseña, ya que es uno de estos libros que hay que leer paso a paso y sin ninguna referencia, por nimia o fútil que sea, que nos prevenga o alerte de los pormenores de su trama; intriga que tiene que ser de esa forma: inesperada, vertiginosa, sorprendente) cuenta:

 “Una historia absolutamente adictiva firmada por el autor español de thriller más leído en todo el mundo.

Simon Sax podría ser un tipo afortunado. Es joven, listo y está punto de convertirse en multimillonario si vende su gran invento -un asombroso algoritmo- a una multinacional. Y, sin embargo, se siente solo. Su éxito contrasta con sus nulas habilidades sociales.

Hasta que un día vence sus prejuicios y entra en una web de contactos donde se enamora perdidamente de Irina, con la inexperiencia y la pasión de un adolescente, a pesar de los miles de kilómetros que los separan. Pero ella, marcada con una enigmática cicatriz en la mejilla, arrastra un oscuro secreto.

Una novela que te hará mirar de otra forma a la persona con la que duermes”

“Alrededor del cuarenta y siete por ciento del polvo que hay en una casa es piel humana. En cada mota viven decenas de ácaros. Diminutos arácnidos que se nutren de lo que dejamos atrás. Como los malos recuerdos. Se alimentan de restos, de secreciones, y nunca desaparecen”

Una historia llena de clichés, sí; previsible en la mayoría de sus aspectos, sí; en la que los buenos no son tan buenos ni los malos tan malos, también; personajes, pues, normales y con ese aire extravagante que los hace interesantes y adecuados al hilo de la novela; con acción, suspense, amor, sexo, sentimiento…, lo habitual; … Todo bien construido, tan bien narrado como si estuvieras sentado en una sala de cine con el paquete de palomitas en la mano y atento a la pantalla, en una fantástica película de acción tan atrayente que ni pestañear puedes. El lenguaje llamémosle cinematográfico de Juan Gómez-Jurado es magistral, tanto que nos da la impresión de haber una buena película de este libro y si no la hay debería de filmarse. Incluso el propio autor sostiene esta sensación: “Si algún día hacen una película de este desastre, espero que le interprete Jamie Foxx. No se parece en nada a Freeman, pero tendrías que ser alguien capaz de soltar semejante cantidad de gilipolleces con una convicción absoluta, como si hablase desde el fondo del corazón” Esperemos ver la puesta en escena del libro muy pronto, con su misma calidad.

“Me he esforzado mucho por editar y limpiar mis recuerdos, convertirlos en algo asumible. Como en un programa de edición de vídeo, cortando y ensamblando las escenas de mi vida hasta lograr una implausible y edulcorada realidad. Pero tiene un coste muy grande. Cada corte deja una marca, una grieta por la que se escurre lo que eres en realidad; y deja detrás una cáscara vacía, un remedo grotesco que habla con tu voz y camina con tu cuerpo”

“Cicatriz” empieza con una intensidad abrumadora, ya en las primeras líneas descubre cómo va a concluir la historia, la cual, por su prosa dinámica y sencilla, mantiene la fuerza y una curiosidad ávida página tras página, capítulo tras capítulo, en un no parar; a través de intensos flashbacks por un doble ámbito argumental, primero, por dos historias paralelas, una narrada en primera persona por Simon, el antihéroe y con el que nos identificamos pronto, y otra en tercera persona por Irina fundamentalmente, hasta que ambas confluyen en un final de vértigo, fascinante, culminando todas nuestras expectativas. Insisto en que no debería contar más sobre una trama que debe descubrirse y desenredarse a medida que transcurra la lectura, y no voy hacerlo; tiene que ser el lector quien esquive los balazos, indague aquí y allá, o se escabulla de… imagínense lo peor, del mismo modo lo más atractivo.

“Cuando has vivido toda una vida bajo el dogma de que no habrá nadie, nunca, y resulta que alguien aparece, el miedo a estar solo se vuelve aún más terrible. Al depositar en otra persona la posibilidad de devolverte a esa soledad con la que has convivido como una odiosa compañera de juegos, dejas de ser el dueño de tu cómoda tristeza”

En conclusión, este es tu libro para esas tardes, en casa o en la playa o donde convenga, en las que el propio sopor nos cautiva, en las que no hay nada trascendente, o urgente, que nos saque de esa indolencia agradable. Sin embargo, avisados quedáis, será un libro que una vez comenzado no podréis dejar de leerlo y, quizás, os ocupará un tiempo que no teníais previsto y que absorberá la intriga de sus páginas hasta terminarlo. De todas maneras, son 512 páginas que resultan pocas, como si leyéramos una novela corta. Una aventura adictiva con la que el disfrute está garantizado, seguro.


“-¿Y qué soy ahora, Afgano? El viejo duda antes de contestar. Diría muchas cosas, pero siente que ella no alberga espacio en su corazón para todas. Se obliga a elegir una. –Eres mi obra maestra, Irina”

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